Han sido días muy largos y horribles, pues no tener a mi abuela a mi lado me ha afectado de sobremanera. Aunque sé que todos esos análisis que le están practicando es por su propio bien, no quita el hecho de que me hace mucha falta. Nunca habíamos estado separadas por tantos días. No veo la hora de tenerla nuevamente en casa y siendo esa misma mujer sana y fuerte que recuerdo de niña.
Las visitas en la clínica son solamente en la tarde, por lo que cada mañana se me hace una eternidad para poder estar con ella, aunque sea un par de horas, porque tampoco podemos permanecer más de tres horas haciéndole compañía. Sé que está cansada, se nota mucho en el cansancio que se visualiza en su rostro y por lo que me ha comentado, pero le aseguro que todo ese esfuerzo que está poniendo de su parte es para saber que su salud esté mejorando.
No han sido fáciles, más con esos estudios que la dejan tan agotada física y mentalmente, pero guardamos la esperanza que todo irá bien.
Por muy raro que suene, me alegré internamente de que Drake se quedara en el hotel conmigo y no se marchara al apartamento con la necesitada de la doc. Aunque no nos dirigimos la palabra a menudo, eso no le quita que me haya alegrado y me haya enojado ese hecho. En primera, no tengo que sentirme así como me siento, si a fin de cuentas, no tiene por qué importarme con quien vaya a coger ese inútil bueno para nada.
Necesitaba sacarme ese horrible sentimiento del pecho con algo de alcohol, pues nunca me había sentido de esta manera tan contradictoria y extraña. Por un lado está Mackey, con ese cambio tan brusco de tratarme y de confundirme con su lado "romántico"; y, por el otro, está Drake, clavado en mi pensamiento cada instante, arruinando siempre mis días y mis noches con su maldita presencia venenosa.
Los dos me gustan, eso no lo puedo negar ni mucho menos evitar. A los dos los deseo, no me cabe ni la más mínima idea de que ese par despierta mis sentidos en una mínima fracción de segundo. Incluso ahora que quiero sacarlos del pensamiento, me entran unas ganas deliciosas de sentirlos. A los dos los quiero tener tan lejos, de la misma forma en la que quiero tenerlos en lo más profundo de mí; ahogándose en mi ser.
Los tragos de cerveza jamás me habían parecido tan amargos. Con cada trago que tomo, la maldita conciencia me recrimina mi falta de honestidad y sinceridad. Yo, siempre que había recriminado a Fernanda por pensar en que se podía tragar todos los penes que existen sobre la tierra, ahora me encuentro en una situación similar e incluso peor, porque uno de ellos es quien juré odiar con toda mi alma y, aunque no he vuelto a tener ese tipo de acercamiento con Drake, no puedo negar lo mucho que me contengo para no volver a ver ese lado tan dominante y salvaje que tiene muy bien escondido en su ser.
—Maldito inútil — bebo el último trago de la cerveza de golpe y me sacudo—. Esto lo empeora todo.
La puerta de mi habitación es abierta por el antes mencionado, luciendo tan comestible con ese vestir tan informal que trae puesto, aunque en traje y corbata se me hace mucho más irresistible. Desvía la mirada a las botellas vacías que se encuentran a un lado de la ventana y frunce el ceño. Parece que lo he llamado con el pensamiento de mi mente cochambrosa.
—Buenas noches, tío. ¿Qué te trae a esta hora de la noche a mi habitación? — no puedo evitar ocultar la malicia en el tono de voz—. Se supone que deberías estar durmiendo.
—No fuiste a comer, creí que estabas enferma, pero veo que estás muy bien — me tiende la mano para que me levante del suelo, y la tomo, porque realmente ya tenía el culo dormido de estar sentada en el suelo—. ¿Qué se supone que estás haciendo?
—Tomando varias cervezas, ¿no es obvio? — enlazo mis brazos alrededor de su cuello y me acerco a oler ese perfume tan potente que altera mis sentidos—. ¿Siempre hueles así de delicioso o pensabas verte con la doc?
—Has bebido mucho — lo confirma, envolviéndome en un cálido abrazo y mi corazón se salta un latido, advirtiendo del peligro tan grande que corro en sus brazos—. Toma una ducha mientras te traigo algo de comer, ¿si?
Cometo el error de mirarlo a los ojos. Ese tintineo veloz de mi corazón no se esfuma por nada, es más, cada milésima de segundo se hace más furioso.
—¿Y si mejor te como a ti? — miro sus labios, viéndome tentada por ellos—. ¿Estás en el menú, tío?
—¿Qué cosas dices? Voy a empezar a creer que estás lo suficientemente ebria. ¿Cuánto bebiste? — aunque se vaya por las ramas, una parte de sí no quiere soltarme.
—Como unas cinco, es que no soy de beber tan a menudo — me acerco un poco más a su rostro y rozo nuestros labios intencionalmente.
—No deberías hacerlo más. El alcohol es dañino...
Lo beso, peleando a muerte con esa voluntad de no hacerlo, pero no podía contener esas ganas por más tiempo. Quería robar su boca y fundirme en ella, aunque me haya propuesto a no hacerlo por temor a volverme adicta a su sabor.
Que no me haya apartado es una señal divina de que no quiere frenar ese roce tan frenético de nuestros labios. Sus besos son una exquisitez, más cuando usa su lengua para despertarme y hacerme sacudir con violencia. Es él quien marca un ritmo, pues me encuentro perdida en la marea que son sus labios. Que haya sumado caricias por mi espalda baja mientras me besa y me aprieta contra sí, me tiene con la piel ardiendo.
Esto no debería volver a suceder, me lo había prometido hace un par de días atrás cuando la lógica me golpeó, pero, ¿cómo arrancarme ese gusto y ese deseo tan fuerte de la piel?
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Deseos Prohibidos[En Físico]
RomanceMabel quedará presa en el juego de lujuria y desenfreno que ella misma creó. Nunca se llegó a imaginar que su corazón podría amar tan intensamente a dos hombres y a un mismo tiempo. Entre dos amores, sus deseos más prohibidos salen a luz cada noche...