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Drake

Quisiera decir que me arrepiento desde el primer momento en el que vi con otros ojos a Mabel, que me arrepiento sinceramente de haberme dejado llevar por el impulso y ese deseo que enerva la piel poco a poco, pero en mi caso no es así. No puedo arrepentirme de algo que he disfrutado en completa plenitud. Ni siquiera el hecho de que sea mi sobrina y que llevemos la misma sangre hace diferencia alguna. En mí no existe culpa alguna por todo lo que hemos hecho hasta ahora. Incluso imaginar todo lo que ella pueda darme me deja con la ansía viva.

Cada día sigo perdiendo la cordura entre esos besos tan embriagantes y en ese cuerpo de diosa que me tiene loco. Esa mujer es una bruja; me ha embrujado todos los sentidos con la dulce miel de su veneno. Por eso, la indiferencia que ha mostrado desde hace quince días se me hace muy extraña.

La Mabel que no responde mis mensajes, ni mis llamadas y me evade cada que quiero hablar con ella aún cuando vivimos bajo el mismo techo, la misma que ya no entra a mi habitación en medio de la noche buscando mi calor, la desconozco por completo. No sé qué he hecho de mal para que cambie de un momento para el otro. O, ¿será que ya se cansó de tener un algo conmigo? ¿O Mackey tendrá que ver en esa indiferencia que me tiene más loco de lo que ya me encuentro?

Pensar en que aún tiene una relación con Mackey contradice todo lo que pienso y quiero de ella. Me gusta que por una parte venga a mí, a pesar de haber estado en brazos de él y no quedar lo suficientemente satisfecha, pero me molesta que juegue al mismo tiempo con los dos. Ella es un diablo, no se toca el corazón para hacer lo que hace sin importar lo que piensen de ella. Cuando quiera nos tiene a sus pies, entregando esa espina deliciosa que hiere la piel y enciende el alma.

—¿Estás seguro de lo que vas a hacer, Drake? — me pregunta mi madre, viéndome con los ojos llorosos—. Déjame a mí hablar con ella.

—Hablaremos los tres, ¿te parece? Creo que es algo que debemos solucionar juntos como familia.

De nuevo suelta a llorar, quebrando mi corazón en cientos de pedazos. Hace un tiempo, recién llegué al país, me di el tiempo y la tarea de buscar a mi hermana y a mi cuñado, pues eso que nunca se han comunicado con mi madre para saber de su hija no es algo que ellos harían. Yo mismo estuve presente el día en que Mabel nació, siendo un testigo más de la felicidad en el rostro de mi hermana. Ellos amaban a su hija con todo su ser. Por esa misma razón necesitaba respuestas, aunque Mabel se negara cientos de veces a saber de ellos.

—Tienes que estar tranquila, mamá... — no supe qué más decir, pues enterarse de la muerte de un hijo, luego de tantos años, debe ser lo más doloroso del mundo.

—Me hace feliz que hayan resuelto sus diferencias. Sabía que  ustedes dos se iban a llevar bien una vez se dieran la oportunidad de conocerse — limpia sus lágrimas, esbozando una media sonrisa—. La he visto más radiante que antes. No creo que sea una buena idea arruinar esa felicidad con una noticia como estas...

—Mamá, sé que la quieres proteger, pero ella tiene el derecho de saber lo que ha sucedido. Son sus padres.

—Tienes razón, pero... — suspira, tratando de no llorar de nuevo—. Les ha guardado un profundo odio por años. ¿Sabes cuán difícil es saber que todo este tiempo estuvieron...? No quiero verla sufrir, y creo que tú tampoco.

—No, no quiero verla sufrir por algo que no tenía conocimiento, pero tampoco es bueno esconder la verdad de los hechos. Aquí estaré para sostenerla siempre que ella me necesite. No la voy a dejar sola, mamá. Puedes estar tranquila en ese sentido.

—Se han vuelto muy amigos, ¿no? — su comentario me puso nervioso.

—Bueno, nos estamos dando la oportunidad de conocernos, como bien lo has dicho.

—¿Sabes? Que sea vieja y me encuentre enferma, no quiere decir que sea ciega y tonta.

—¿De qué hablas, mamá? — el nerviosismo se me nota por el movimiento repetitivo de mi pierna izquierda.

—Sigues moviendo la pierna cuando te encuentras nervioso, ¿eh? — sonríe, pero es una sonrisa que no llega a sus ojos—. No los culpo, después de todo, también me enamoré de quién no debía.

—No te estoy entendiendo nada, mamá — ¿en qué momento la conversación se fue para otro lado?

—No te hagas que ya eres un adulto, Drake. Sabes muy bien que me refiero a la relación bastante estrecha que llevas con Mabel — de repente siento que el aire falta en mis pulmones y que el corazón me ha dejado de latir—. No los voy a juzgar, tampoco les voy a exigir explicaciones. Solo te quiero contar lo que viví hace mucho tiempo con mi hermano. Al igual que ustedes,  nos dejamos llevar por los deseos que inundan los sentidos y terminamos en una relación amorosa bastante complicada. En ese entonces, mi padre me tenía comprometida con un hombre mucho mayor, el cual no me permitía salir de casa e inevitablemente mi hermano se convirtió en mi paño de lágrimas y en mi fiel amigo. Pasó y siguió pasando lo prohibido hasta que un día quedé embarazada de tu tía Adelaida. Fue entonces cuando tus abuelos se enteraron de la verdad y me enviaron a un reformatorio. Cuando salí de ese lugar, mi hija ya estaba muy grande y nunca me reconoció como su madre. Mis padres le hicieron creer que era su hermana mayor. De Jorge no volví a saber nada. No sé si esté vivo o muerto en el ahora.

¿A dónde se han ido mis palabras? ¿Por qué no puedo decirle, aunque sea una estúpidez o reírme? Se nota a leguas lo doloroso que le resulta hablar sobre este tema. ¿Cómo es que nunca me di cuenta que mi tía Adelaida es en realidad mi hermana mayor? ¿Por qué me está contando todo esto justo ahora? ¿Qué es lo que está pasando en realidad? Es tan difícil creer que mi madre haya vivido algo como eso... con su propio hermano.

—No quiero que Mabel sufra por ti o por el director Mackey. No sé con exactitud el tipo de relación que ella lleva con los dos, pero no hace falta ser adivino para entenderla — me sonrió como de costumbre, como si no acabara de decirme nada—. Si crees que lo correcto es quererla, a pesar del lazo sanguíneo que los une, no desistas a ella nunca. Por mi parte no me voy a entrometer en sus decisiones. Ustedes son adultos, no un par de niños. Avísame cuando Mabel venga, para así hablar con ella. Y, por lo que más quieras, no la dejes sola...

—Mamá... — antes que dijera una palabra más, se levanta de la silla y se pierde por el pasillo en dirección a su habitación, dejándome con el corazón atravesado en la garganta y con cientos de preguntas rondando en la cabeza—. ¿Qué carajos acaba de pasar aquí?

Deseos Prohibidos[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora