25

1.9K 218 11
                                    

Mackey no me dio tiempo ni de cambiarme de ropa, pues estaba muy ansioso de llevarme a su apartamento y tener la dichosa cena conmigo. Tras pasar la puerta de su apartamento, quedo encantada con la decoración y todo el ambiente que hay. La mesa para dos, las flores coloridas y esas velas aromáticas que hay esparcidas por la espaciosa sala me dejaron con el corazón en la mano. Que bonito detalle de su parte pensar en todo, aunque me siento muy incómoda por lo romántico que está siendo. En otro momento hubiera usado esa misma mesa donde están las bandejas y las flores como soporte para tomarme de todas las formas que puedan existir.

—Todo lo tenías bien preparado, ¿no? ¿Cómo sabías que llegaba hoy?

—Fernanda me lo dijo, ya que no contestaste mis llamadas en los últimos tres días.

Pensar en la razón por la cual no tomé sus llamadas me saca una sonrisa. No puedo creer que en este momento, cuando planeo descubrir si lo que siento por Mackey es más que un gusto, ese idiota se venga a mis pensamientos tan deliberadamente y arruine los pasos que este hombre que me ha fascinado por tantos meses está dando. Es un verdadero dolor de ovarios tenerlo tan metido en la cabeza y entre mis piernas.

—Ya sabes, estaba ocupada con todo el asunto de mi abuela.

—Y te entiendo, por eso quise darte una sorpresa — me hace sentar en la mesa y destapa las bandejas que hay sobre la mesa—. Sé cuánto amas la lasaña.

Él, además de mi abuela conoce mi gusto enfermizo por la lasaña. Me conmueve el corazón que haya pensado en mí, no lo puedo negar. Es la primera persona, que no es mi abuela, que se toma el tiempo de preparar este tipo de detalles para hacerme sentir bien. No es que mate, pero sí se siente en el pecho una sensación agradable que te brinden una atención diferente a la que normalmente estoy acostumbrada a recibir de su parte.

—Se ve muy rica.

—Debe estar fría, hace mucho que la serví. Deja la caliento un poco.

—Te ayudo.

—No hace falta.

—No te pregunté, así que no me lleves la contraria, Mackey — me levanto de la silla, envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y muerdo su labio inferior suavemente—. Gracias por todo esto. No sabía que tenías un lado tan tierno escondido en tu interior. Me gusta, no lo voy a negar.

Sonríe, antes de besarme tendido y apasionado. Pero antes que las hormonas hagan su acto de presencia y dañen este momento tan especial, nos separamos y nos disponemos a calentar la lasaña para tener nuestra cena.

La lasaña ha fluido como agua por mi paladar. No sé si la haya preparado él o la haya comprado, pero no voy a quitar el hecho de que está muy deliciosa. Hemos hablado de todo un poco, incluso nos hemos robado piquitos muy tentadores y que nos dejan con ganas de más. Estoy por creer que esas velas aromáticas son estimulantes, porque ese aroma tan embriagante me está llevando a las nubes.

—¿Tienes que llegar a casa esta noche? Después de todo, tu tío está cuidando de tu abuela.

Me atraganto con el último bocado de la lasaña, viéndolo como si le hubiesen salido tres cabezas.

—Pisa el freno, Bruce — bebo un largo trago de mi cerveza—. Sabes que no soy de dormir de cucharita con alguien.

—¿Quién dijo que ibas a dormir? — se relame los labios paulatinamente, haciendo un recorrido fino y directo por mis muslos—. Han sido muchos días en los que hemos estado lejos el uno del otro. ¿Sabes cuánta falta me ha hecho probar tu piel? No tienes ni la menor idea de lo mucho que me he contenido para no arrancarte la ropa y hacerte mía como tanto te gusta.

Me muerdo los labios, percibiendo las palpitaciones ir en aumento en mi centro. Estoy por creer que tengo graves problemas con el sexo, pues no es normal que, luego de todo lo que me ha hecho Drake en estos días, aún tenga ganas para recibir abiertamente a Mackey. No es de Dios comer tanto y seguir con hambre, ¿o sí? Pero es que cuando se trata de ese par, simplemente no puedo negarme a nada. Las ganas me consumen si no los tengo en mis adentros.

Así como he pensando en Mackey estando con Drake, ese inútil bueno para nada llegó a mis pensamientos y me dejé llevar por esa marea de sentires. Ya no me caben dudas de que sentirlos a los dos a un mismo tiempo y dándome todo de sí, es una fantasía que me encantaría hacer una realidad.¿Qué se sentirá tener cuatro manos acariciando todo a su paso? ¿Cómo se sentirán dos bocas succionando todos mis deseos con desesperación? ¿Qué se sentirá estar llena por esos dos hombres que me traen de cabeza? Teniendo todo eso en mente, se agudizaron las ganas y la ropa quedó tendida por el suelo, mientras el placer se apoderó de todo a nuestro alrededor...

Entro a la casa con las zapatos colgando en mi cuello y con las flores y la caja de chocolates en las manos. No sé con exactitud qué hora es, pero debe ser muy temprano ya que el sol aún no se ha asomado en el cielo. Me siento tan satisfecha, pero a la vez tan agotada, que no veo el momento de tirarme a la cama y perderme en el sueño por unos cuantos días para recuperar toda esa energía que me ha sido robada por estos días.

—¿Te divertiste?

—¡Santa mierda! — me llevo las manos al pecho y le doy una mirada a Drake de reojo—. No puedes aparecer de la nada, pareces un diablo...

—¿Disfrutas haciendo lo que haces?

—¿Qué significa eso...? — me arrebata las palabras con ese acercamiento tan repentino—. ¿Qué haces?

No responde nada, solo se dedica a oler mi cuello y a acariciar con delicadeza la parte baja y descubierta de mi espalda.

—Hueles a él — susurra contra mi piel, causando ese ligero escalofríos por todo mi cuerpo—. Pensé que ya no volverías a sus brazos, pero me he equivocado.

—¿Piensas que voy a dejar de lado a un hombre que sí sabe como hacerme sentir? — juego con su cordura, solo porque me encanta ver cómo la pierde en tan solo segundos—. Los celos no te quedan, tío.

Aprisiona mi cuello en su mano y estampa mi espalda contra la pared, ahora sí debilitándome en ese agarre tan delicioso y poderoso.

—¿Quieres sentir lo que es un verdadero hombre? — separa mis piernas, apretando mi cuello sin llegar a hacerme daño—. Te encanta quemarte, ¿no?

—Me fascina ver como arde todo — toco su erección por encima de su pantalón de dormir, esbozando una sonrisa ladeada—. Te pone imaginar como tengo sexo con otro, ¿no es así? No creí que fueras tan pervertido, Messer.

Nuevamente me arrebata hasta la noción del tiempo con esa locura que esconde en lo más profundo de su ser y que solo saca a relucir conmigo. No estoy midiendo mis actos, ni siquiera estoy siendo consciente de cuán lejos estoy alargando esta situación. Lo único que tengo claro es que, nada bueno saldrá de este juego lujurioso en el que nos hemos visto enredados por azares del destino.

Deseos Prohibidos[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora