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Drake

Es insoportable tener pensamientos que no son con esa chiquilla malcriada. No se supone que me haya gustado tanto verle el trasero y más pegarle como lo hice. Es decir, no me molestaría tanto si no compartieramos un lazo sanguíneo, pero que sea mi sobrina, lo cambia todo. Sé que no hice bien, pero tampoco me siento del todo mal. Y ese hecho me frustra de sobremanera.

Quería callarla, darle en ese punto débil que me mostró en un solo segundo de furia, más nunca imaginé que haría tal cosa y que yo terminaría siguiéndole el juego. Pierdo la cordura fácilmente con esa boquita tan sucia y mal hablada.

Suelto un suspiro y apoyo la frente sobre las baldosas de la pared de la bañera, observando con cierta angustia y dolor la prominente erección que no quiere bajar por más agua fría que va cayendo por mi cuerpo. Si ese golpe tan certero me puso tan caliente, no quiero ni imaginar si...

—Piensa en las leyes, Drake, no pienses más en esa niña — le doy golpes a la pared con la frente, haciéndole ver a ese lado humano lo mal que estoy haciendo.

Pero es inevitable no dejarme gobernar por esos malos y perversos pensamientos. Nada más con pensar en esa piel tan suave, blanda y en la firmeza de ese poder, las cosquillas aumentan en la punta de mi pene. No me ayuda para nada tener la sensación de su piel contra mi palma, ni mucho menos pensar en ese fino hilo que se perdía entre el medio de sus dos nalgas.

—Dios mío, el incesto es un pecado. Piensa en la biblia, Drake, no en el diablo — susurro, casi dolorosamente.

Al final, el agua fría disminuyó parte de mi excitación, pero la sangre aún la sentía caliente. Esa chiquilla es el diablo en persona.

Desde temprano en la mañana la escuché hablando muy a gusto con mi madre, por lo que no quise interrumpir su conversión, además de que no tengo cara para darles luego de haber tenido esos pensamientos con mi sobrina. Si mi hermana estuviese aquí, seguramente me cortaría las bolas y me las haría tragar por esos pecaminosa pensamientos que tengo con su hija.

Me encontraba tomando el desayuno cuando apareció, tan despampanante como de costumbre. Esas faldas que usa son muy cortas y esas blusitas no dejan nada a la imaginación. Sus piernas son muy largas y se ve a simple vista la suavidad de ellas y su personalidad está muy bien desarrollada. Su largo cabello castaño aún húmedo cae a su espalda, y esos ojos verdes tan iguales a los de su padre no pasan desapercibidos para nadie. Son tan hermosos como peligrosos. Ella es una copia exacta de lo que era mi cuñado de joven.

—Buenos días, ¿cómo amaneciste? — aparto la mirada rápidamente de su cuerpo.

—Que bicho más molesto — sacude la mano con desdén, tomando su lugar en la mesa.

—¿De verdad planeas ignorar mi presencia? Estás siendo muy infantil, Mabel.

—Y tú estás siendo un verdadero fastidio — me mira, con ese mismo odio que vi desde que llegué—. ¿Tan pronto olvidaste lo que te dije en la noche?

—No se me olvida lo de anoche — la veo apretar la mandíbula, y sonrío—. Si quieres podemos irnos juntos a la universidad, sabes que por mí no hay problema.

—¿Y qué me vean con semejante cutre? No, gracias — se lleva a la boca un trozo de tostada, y me maldigo de nuevo por no poder sacar esos pensamientos diabólicos de la mente—. Deja de mirarme, tío.

Suspiro, tomando un largo trago de café y desviando la mirada a otro punto que no sea ella.

—Mi abuela no puede permanecer sola en la casa. La enfermera que el doctor le asignó no tarda en llegar, pero no puede estar todo el día, ya que trabaja en la clínica. Procura llegar antes que Isabel se vaya, pues debo presentar un proyecto y llegaré hasta la noche.

Mi madre tenía razón, Mabel es una chica que, a pesar de ser tan cínica, grosera y testaruda, se preocupa mucho por su bienestar. Ayer lo vi, ahora también lo veo; mi madre lo es todo para ella. Sé que podemos tener una buena relación muy pronto. Tal vez solo deba darle tiempo a que se acostumbre a mi presencia.

—No te preocupes, cuidaré de ella.

—No la vayas a cagar, Drake, y esta vez lo digo en serio — termina por tomarse el jugo de naranja de un solo sorbo y sale corriendo con sus cosas colgadas al hombro.

No fue mi error que mi madre se equivocara con las medicinas, porque estaba seguro cuando revisé su bolso que esas eran las correctas. El Dr. Lake me mostró su historial médico, más nunca habló sobre ese cambio de medicina que aseguró Mabel que hizo hace más de seis meses. Ese doctor me da mala espina, además de que no me gustó cómo se dirigió con tanta confianza a Mabel. Por encima se le nota lo mucho que le atrae mi sobrina.

Deseos Prohibidos[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora