𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒅𝒊𝒆𝒄𝒊𝒔𝒊𝒆𝒕𝒆

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Midoriya por su parte había llegado al atardecer al departamento familiar donde vivía junto con amada madre.
Aun encontrándose algo nervioso y ansioso debido a la peculiar despedida que había compartido con sus destinados.

Él ni siquiera se había detenido a ver sus expresiones, simplemente corrió en dirección al bus una vez hecho, y sin mirar atrás o sentarse del lado que apuntaría en dirección a la estación una vez el bus se pusiera en marcha, se dirigió hacía su hogar.

¿Qué habrán pensado Todoroki o Bakugo al momento de recibir un beso en la mejilla de su parte? ¿Se habrán molestado? ¿Se habrán cuestionado el por qué? ¿Les habrá dado igual? ¿Querrán volverle a ver a la cara una vez vuelva a la residencia al día siguiente por la tarde?

Eran demasiadas incógnitas, y por más de que podía comunicarse con ambos a través de su teléfono móvil, lo último que tenía era el valor para llevarlo a cabo.

Al menos lo que lo reconfortaba aunque sea un poco, era en sentimiento de familiaridad y confort que tanto Katsuki como Shoto habían compartido a lo largo de la tarde. Era como si hubieran dejado atrás momentáneamente las rivalidades o algunos hechos no-tan-amigables presentados a lo largo de esos meses. Ya sean durante el entrenamiento, en clase o en la misma residencia.

Y simplemente se enfocaran en disfrutar de la compañía del otro, en paz, y aprender de cada uno las diferentes facetas que eran tan contrarias y a la vez similares entre ambos.

Finalmente la puerta de madera delante suya se abrió, revelando a su madre, vestida con un delantal de cocina, ya que aparentemente se encontraba preparando la cena, esperándolo con ansias tras dos semanas de no haber visto a su pequeño cachorro.

-¡Izuku chan! Tardaste mucho, pensé que te había pasado algo... -Lo envolvió cálidamente con sus brazos, en un abrazo hogareño y protector.

-Lo lamento, hubieron algunos percances durante el viaje, y no pude llegar a la hora de siempre. -Inclinó un poco su cabeza, arrepentido.

Inko por su parte, olfateó el particular aroma que en ese momento se encontraba impregnado en las prendas de su bebé.

Eran algo... Llamativos, considerando su extrañeza.

-No te preocupes, Izuku... -Se alejó, apoyando ambas manos sobre sus hombros- Lo importante es que ya estás aquí, sano y salvo.

Nuevamente, recorrió con su mirada las facciones del menor, percatandose de cómo estas se encontraban más prominentes que antes, e inclusive su piel estaba algo seca y áspera.

Era algo atribuible a las condiciones en las que debía encontrarse diariamente, con sus entrenamientos, sus posibles prácticas de prueba y demás actividades. Pero, lograba chocarle un poco toparse con la realidad de que, Izuku estaba dejando de ser su pequeño cachorro. Y se convertía, poco a poco, en aquel héroe que desde pequeño anhelaba ser.

Una corta sonrisa se dibujó en sus labios, mirando directamente los vívidos y cálidos ojos de su hijo.

No podría estar más orgullosa.

-Ven, ven, entremos. Seguramente tienes mucha hambre tras el viaje. -Volteó en dirección al interior del departamento, había preparado una refrescante y apetitosa sopa de miso.

-Sí... No he comido desde la mañana así que tengo algo de hambre... -Olfateó el aire, mientras cerraba la puerta principal- Oh, ¿Preparaste sopa de miso?

-Sé que no es katsudon, pero he estado ocupada, y no pude ir a la tienda para conseguir el cerdo.

-Oh, no te preocupes mamá, todo lo que preparas es delicioso, sea o no katsudon. -Sonrió ampliamente, acercándose donde ella.

𝗔mor 𝗱e 𝗧res || 𝗕𝖺𝗄𝗎𝗧𝗈𝖽𝗈𝗗𝖾𝗄𝗎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora