Estaba más que feliz, termine de armar la maleta y la cerré, había hecho la cuenta regresiva para este día y por fin había llegado, vería a mi madre de nuevo y aunque suene raro, también vería a Steven.
Desde aquella tarde, donde yo me fui de su despacho, no lo volví a ver, Adam me comunico que Steven había tomado un vuelo a Los Ángeles por unos negocios pero que el viaje a Texas no se cancelaba, pero de todos modos eso no me quitaba la felicidad de poder volver a ver a mi madre.
Arrastre la maleta por todo el pasillo y por las escaleras, la deje al lado de la puerta principal y camine rápidamente a la cocina.
-Magie, me voy- dije a modo de despedida.
-Cuídate, ¿sí?-
-Eso haré, adiós-
Bese su mejilla mientras le daba un rápido abrazo y volví a la puerta principal, mi maleta ya no estaba pero sabia que de seguro Adam la cargo en el maletero.
-¿Estas lista Alice?-
Asentí con la cabeza y el me abrió la puerta trasera del BMW, entre sin dudar, Adam subió en el asiento del conductor y a su lado subió Martin.
-Buen día señorita Hill-
-Buen día Martin-
Durante todo el trayecto yo observaba a través de la ventanilla como poco a poco nos alejábamos de la cuidad aunque podía escuchar como Adam y Martin platicaban sobre un partido de fútbol.
Mis ojos se abrieron al ver lo que tenia frente a mí, una pista de aterrizaje donde en el medio se encontraba un gran avión con unas letras notables "Seymour Planes".
El avión era un lujo por fuera como por dentro, los asientos eran unos cómodos sillones color crema, Adam y Martin platicaron sobre algo que no pude escuchar con los pilotos y luego de darse un saludo con choques de manos vinieron hacia donde yo me encontraba aunque se sentaron en los sillones de al lado.
Las primeras horas de viaje fueron entretenidas, leí, le pedí un jugo exprimido a la azafata que Steven contrato y platique con Adam y Martin. Las horas siguientes dormí y desperté cuando el avión se movió a causa de las turbulencias.
Miro a mi lado y Adam con Martin están en un profundo sueño, bostezo y refriego mis ojos, me acomodo mejor en mi asiento y tomo mi celular, como era de esperar no había señal ni entraba a Internet, esto seria aburrido..
Houston, Texas, hogar dulce hogar, mi corazón late más fuerte de lo común y por un pequeño momento me siento yo misma, veo una de las puertas de entrada y me veo a mi misma hace un año y medio atrás, con una remera azul, un short y unas botas marrones. Sonriendo a los hombres que me piropean, me sigo con la mirada y veo como desaparezco entre la gente. Adam me llama y vuelvo a la realidad, dejando de lado a mi visión de hace un año atrás.
Una gran camioneta negra nos esperaba fuera del aeropuerto, subimos y esta conduce por una larga avenida.
Llegamos a un lujoso hotel, lo recuerdo, muchas veces cuando solía pasar por aquí, con mi hermano jugábamos a ser dueños de todo el edificio y solíamos escabullirnos dentro aunque siempre nos encontraban.
-De acuerdo, lo esperare aquí- resople.
Steven había llamando dando órdenes de que yo no tenía permitido ir a ningún lado hasta que el llegara, era una tortura, quería salir corriendo y escaparme de todo esto, saber que estoy en la misma cuidad que mi madre es desesperante, cuando el picaporte de la puerta se comenzó a girar y la puerta se empujo trate de no saltar del sillón donde me encontraba sentada, Steven vestía un traje negro con una camisa blanca y una corbata negra, sus zapatos relucían demasiado, y su cabello, su cabello estaba hermoso, como siempre, dándole un toque de sensual y de jefe autoritario, sin darme cuenta mi corazón comenzó a latir más fuerte de lo normal pero trate de disimularlo mordiendo la parte interior de mi mejilla.
-Alice-su voz era suave y cálida produciendo que me recorriera una corriente eléctrica.
-Steven-
-¿Cómo estuvo el viaje?- preguntó pero mi atención estaba dirigida a su manera de aflojar la corbata que llevaba puesta, trague saliva y aparte mis ojos de el.
-Bastante bien, ¿y tu trabajo?-
-Nada a lo que no esté acostumbrado-
El se acerco a mí y unió nuestros labios, mis ojos se abrieron en sorpresa, no me esperaba ese acto de su parte. Quería apartarme pero no pude resistirme, el beso fue corto pero bastante deseoso, el continuo desacomodándose su corbata y vertió un poco de whisky en un vaso de un grueso vidrio.
-¿Por qué haces eso?-
El elevo la ceja y me miro.
-¿Tomar whisky?-
-No, besarme-
-¿Por qué no hacerlo?-
-Porque no somos nada, solo actuamos delante de la gente, creo que es una buena justificación-dije sarcásticamente pero el chasqueó con su lengua
-Pues actuemos entre nosotros-
Puedo jurar que él me guiño un ojo y se dio media vuelta entrando en uno de los grandes dormitorios, lamí mis labios y me levante del sillón frustrada. ¿Quién se creía que era? Lo había esperado toda la mañana y el solo se va.
Estaba decidida a irme cuando él salió del dormitorio, ya no tenía su reloj de oro ni la corbata negra.
-Tu madre nos está esperando-
-¿Hablas enserio?- pregunte dejando mi orgullo de lado.
-Hable ayer con ella- respondió el y rió viendo mi emoción.
Salimos del hotel y Steven me abrió la puerta de acompañante de su Ferrari, el se sentó en el asiento del conductor y acelero por la avenida, mi corazón latía cada vez más fuerte y mi respiración era muy desordenada, trate de calmarme cuando estuvimos en la carretera del norte, mi casa se encuentra en las afueras de la cuidad, en una pequeña y hermosa granja.
Cuando Steven se estaciono me quede inmóvil, quería moverme pero mi cuerpo me lo impedía, la culpa me invadió, yo abandone a mi madre cuando más me necesitaba y ahora le miento sobre Steven.
-¿Te encuentras bien?-
Mire a Steven y asentí con mi cabeza aunque sentía todo lo contrario.
-Bien, entonces vamos-
Baje temblorosa del auto. Camine poco a poco, la entrada estaba cambiada, la habían reformado con todo un camino rodeado de flores de todos los tipos y colores, los arboles tenían formas y mi casa estaba pintada de un verde claro, mire a mi costado y pude ver mi hamaca hecha con una rueda de un camión y dos sogas. Sonreí melancólicamente y seguí caminando.
Toque la puerta, Steven estuvo siempre a mi lado, de pronto la puerta se abre y mi madre está del otro lado, no pude evitar lanzarme sobre ella sollozando...
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Más que mi jefe
RomanceElla está cansada de disimular el dolor. El está apunto de colapsar. Ambos con pasados duros y difíciles de olvidar. El dolor y la tristeza necesitan ser domados para reencontrarse con la felicidad. ¿Podrán ambos domar su pasado? ¿O seguirán est...