Capítulo 41

468K 24.1K 2K
                                    


Lily estaba sana, como si nada hubiera pasado, mi primera reacción fue correr a abrazarla, aunque no muy fuerte ya que se encontraba frágil, pude ver a Steven, luchando por no llorar de felicidad, el solo levanto a su hermana en sus brazos y la sostuvo por mucho tiempo, todo era lagrimas y felicidad hasta que el doctor nos interrumpió, aunque ella estaba bien, necesitaba descansar para que le pudieran dar el alta.

El doctor nos explico que Lily había caído en coma debido a las pastillas que había tomado, no entendí que pastillas ni porque las había tomado, hasta que le pregunte a Nicole, ella me explico que en el colegio Lily se había sentido mal, entonces las enfermeras del colegio le dieron algunas pastillas que contenían una sustancia a la que Lily era alérgica, entendí todo.

Esa noche no nos fuimos del hospital, ni siquiera trate de dormir cuando Steven me pidió que lo haga, aunque sea sobre su pecho, necesitaba saber que Lily estaba bien, que esto no era un sueño del cual puedo despertar en cualquier momento.

Al mediodía del siguiente día sentía como el cansancio se apoderaba de mi pero trate de frenarlo tomando mi décimo café, la cafetería estaba mucho mas llena de lo común, eso quiere decir mas gente enferma o herida, duele saber como de un minuto a otro podemos perder al ser que mas queremos.

Tome otro sorbo de mi café cuando alguien se sentó en la silla de al lado, Steven, su pelo estaba desordenado como si recién se hubiera pasado la mano sobre el, vestía un polo azul y un jean que se adapta bien a su cuerpo, dejando desear mas de lo que se debería.

-Gracias por estar aquí-

-Creo que esa frase se esta convirtiendo habitual en ti, sabes que no me iría-

-Lo se, solo que nunca antes nadie ha estado tan preocupado por mi familia y en verdad lo aprecio-

El entrelazo sus dedos y me miro fijo, es algo que suele hacer cuando dice la verdad o quiere escuchar atentamente.

-De nada Steven, ella es una gran pequeña, me he encariñado mucho-

Su sonrisa me recuerda a los buenos momentos que viví, amo que lo haga.

-El doctor dice que mañana ya tendrá el alta, mi madre se encuentra histérica-

-Es de entender, ha sufrido mucho con todo esto, no debe ser fácil pensar que podrías perder a un hijo-

El aire me falto mientras los recuerdos volvían a mi y me levante bruscamente de la silla.

Su rostro transmitía desconcierto y sorpresa pero yo necesito salir de aquí ahora mismo.

Me doy media vuelta y busco una salida, es como si estuviera perdida en un laberinto sin salida, todas las voces se mezclan en mi cabeza al igual que todos los olores medicinales.

Otra vez no, otra vez no, por favor, mis ojos se llenan de lagrimas ante la desesperación mientras pierdo el aire, doblo por un pasillo e ignoro la ayuda de las enfermeras, no necesito su ayuda, necesito salir, tomar aire y alejar todo de mi.

Mi nombre suena a lo lejos y se que Steven esta buscándome, aunque trate de llamarlo, nada saldrá de mi boca.

Mi corazón se acelero al ver las grandes puertas de salida, corro como puedo hasta ella y salgo fuera, todo esta cubierto de nieve y cae una llovizna que aumenta de a poco.

Corro hacia el otro lado hasta llegar al estacionamiento, lo atravieso corriendo y me alejo del hospital, por suerte es un hospital aislado del gran transito de New York, en parte porque es privado, me dejo caer sobre un árbol y entierro mi cabeza entre mis rodillas, me abrazo a mi misma tratando de tranquilizarme, logro recuperar el aire y detener las lagrimas, pensaba que esto no volvería a mi pero volvió, como cuando uno es chico y se lastima la rodilla, cuanto menos piensas en ello menos duele pero cuando te descuidas el dolor vuelve muy intensamente.

Más que mi jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora