Nueve

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            No soy tonta, sé perfectamente que mi energía no me da para llegar a mi aquelarre, gasté mucha viniendo hasta aquí, así que abrí un portal a una casa abandonada cerca de la manada, lo suficientemente cerca como para que mis energías de...

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            No soy tonta, sé perfectamente que mi energía no me da para llegar a mi aquelarre, gasté mucha viniendo hasta aquí, así que abrí un portal a una casa abandonada cerca de la manada, lo suficientemente cerca como para que mis energías den y lo suficientemente lejos para que los lobos no me encuentren. Pasaría al menos dos días en la cabaña, y luego viajaría hacia mi aquelarre. No puedo tomar un avión, se perfectamente que los malditos vampiros están buscándonos por todos lados, y me niego a ser cazada nuevamente, así que esta cabaña es mi mejor opción para recuperar energías.

En el bosque cazo un conejo, y enseguida armo un pequeño fuego para poder asarlo, no es una hamburguesa con doble queso, pero es mucho mejor que la asquerosa comida que nos daban en ese espantoso calabozo. Después de comer me encierro en la cabaña y allí decido pasar la noche, durmiendo tranquila por primera vez en días.

Al despertar recorro parte del bosque, intentando no meterme en problemas, mientras busco algunas hierbas y plantas que necesito para una nueva pócima, necesito salir rápidamente de este lugar y para eso necesito recuperar mis energías al 100%, no es lo mismo hacer un portal dentro de una misma ciudad, a un portal a otro país.

Tres fueron los días que terminé quedándome en esa cabaña abandonada, la soledad nuevamente estaba volviéndome loca. Por eso ni bien pude recuperarme, hice un portal que me llevaría directamente a mi aquelarre, al Aquelarre de Kanye, donde lo que queda de mi familia de sangre vive, y también mi familia de corazón. Es que todos en el aquelarre somos familias de una forma u otra.

-¡Aila! ¡Por el amor de la Diosa! ¿Dónde te habías metido? – los brazos apretados de Kamilah me están sacando todo el aire de mis pulmones, ¡que fuerza tiene esta chica! ¿Cómo ha venido tan rápido a mí? Ni siquiera terminé de abrir los ojos cuando ya me estaba apretujando.

-¡Kamilah! ¡Me estás asfixiando! – Me quejé y ella dejó de apretarme tanto - ¡Suéltame mujer! – Dije apartándola de mi cuerpo - ¿Dónde está el resto?

-Todos estábamos muy preocupados por ti Aila, ¿Cómo vas a desaparecer así? Ni siquiera una llamada para decirnos que estás bien, ¡que desconsiderada!

-¡Estuve secuestrada Kamilah! – Corto su palabrería – Vamos con todos, para que sepan que estoy bien y para contarles todo – ella me mira sorprendida para después asentir.

Reunimos a todo el aquelarre alrededor de una gran hoguera, irónico que nos guste tanto el fuego cuando a tantas de nuestras hermanas han quemado en la hoguera. Bufo al recordar como siempre nuestro pueblo ha sido perseguido, no somos malignas, al menos no la mayoría de las brujas, pero los estúpidos humanos siempre le tuvieron miedo a lo desconocido.

-¡Aila, hija! – los amorosos brazos de mi abuela me envuelven, dándome la bienvenida que necesito, al fin estoy en casa.

-Nonita – le susurro en su oído mientras la aprieto a mi cuerpo.

Una Bruja para el BetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora