Un Omega Más

Melisa Hale

Una fría y lluviosa tarde de otoño, nació Melisa Hale, una hermosa alfa, que era la réplica exacta de su mami, a excepción de sus ojos, que eran verdes como los de su papi.

El parto fue relativamente rápido, claro que el Omega no pensaba así, pero después de horas dolor, gritos, amenazas y maldiciones, nació la pequeña princesa, que con su primer llanto, hizo a todos inmensamente  felices.
Stiles acariciaba a su cachorra, que dormía plácidamente sobre su pecho, Derek, que no se había separado de su Omega, aunque a veces sintió miedo de que esté lo asesinara, no había dejado de llorar, ni un momento.

Claudia entro a la habitación de su nieto y sonrió grande. Su niño tenía los ojos cerrados, con una sonrisa en los labios, mientras acariciaba a su bebé, y el alfa acariciaba tiernamente su cabello.
C: Hijo, ve a tomar algo, no queremos que te deshidrates.
Dijo con diversión. Stiles rió bajito y Derek rodo los ojos.
D: Gracias Nana.
Dijo con sarcasmo, beso a sus dos amores salió de la habitación.
Claudia se sentó junto a la cama.
C: Se parece tanto a ti, mí niño amado, que siento como si el tiempo hubiera retrocedido.
Stiles apretó con cariño la mano de su madre.
S: Gracias mami, por no abandonarme.
Claudia sonrió, y beso su frente. Y el Omega sollozo. La bebé se removió incómoda, había sentido las emociones de su mami.
C: Y ya decidieron que nombre le van a poner, porque me niego a llamarla princesa.
Dijo mientras tomaba a su bisnieta en brazos.
Stiles se acomodo en la cama y miro a su abuela, una mujer ejemplar que le enseño valores y también lo amo incondicionalmente.
S: Nana, te presento a Melisa Hale.
Claudia lo miro sorprendida, para volver a mirar a la bebé, que en ese momento mostró sus bellísimos ojos verdes y sonrió. La pobre omega no aguanto más y rompió en llanto mientras besaba a su pequeño tesoro.

Melisa, era la abuela alfa, de Stiles, lamentablemente ella murió cuando el Omega tenía diez años.
Cuando Melisa murió, Claudia enfermo de dolor y tristeza, y Stiles que era demasiado inteligente para su propio bien, sabía que su Nana moriría pronto, y el se quedaría sólo, porque hace tiempo había entendido que su madre jamás volvería. Por eso el pequeño Omega, todas las tardes al salir del colegio, robaba flores a las omegas amargadas del pueblo y las llevaba a la tumba de su abuela alfa, el pequeño pasaba horas allí, pidiéndole a Melisa que no le quitará a su Nana.
Una mañana el pequeño Omega, despertó temprano, debía preparar el desayuno, darle la medicación a su Nana e irse al colegio, pero para su felicidad, Claudia estaba esperándolo con el desayuno listo.
Esa tarde el pequeño Omega, robo las flores más hermosas para su abuela Melisa, esa tarde le agradeció por no llevarse a su Nana y le prometió que a su primera hija le pondría su nombre.