Danielle era nueva en la escuela. La adolescente de estatura media alta tenía cabello negro, largo y lacio. Sus ojos eran grandes de color café. Era divertida, excelente jugadora de fútbol, segura de sí misma y sin miedo a expresar sus pensamientos.
Jenny era diferente. Una joven rica de Encino. Su padrastro estaba orgulloso de su hijastra. Ella era bonita, alta, de ojos azules, cabello largo, rubio y rizado. La mejor de su clase y cinta negra en karate.
Ambas de carácter fuerte, competitivas por naturaleza y capaces de conseguir lo que quisieran. Tan semejantes y diferentes que constantemente chocaban.
O eso pensaban los demás. Danielle y Jenny estaban enamoradas, pero las dos eran tan orgullosas que nunca lo dirían.
Por los pasillos había rumores sobre Danielle y Ali. Jenny no se arriesgaría a quedar en vergüenza frente a la escuela.
Por otra parte, Danielle no solía ser la persona tan confiada que aparentaba, si Jenny la rechazaba no sabría como manejarlo, no seria capaz de enfrentarse a sus compañeros luego de un rechazo.
...
La pelota iba de un lado a otro. Danielle quiso robarla, quiso dar una patada, pero no calculo bien el movimiento y golpeo a Jenny por accidente.
─ Jenny, ─ La rubia estaba en el piso. ─ Lo siento, dios te juro que fue un accidente. ─ Su ojo derecho comenzaba a ponerse morado.
─ Estoy bien. ─ Las amigas de Jenny trataron de levantarla, pero se mareo.
─ No lo estas, te llevare a la enfermería.
─ No es necesario.
─ Danielle tiene razón, ─ Dijo Susan. ─ Es mejor que te revisen.
─ Bien. ─ Jenny pasó un brazo por el hombro de la pelinegra. Sintió una mano colocarse en su cintura y caminaron despacio.
Nadie respondió cuando tocaron la puerta. Uno de sus compañeros les dijo que la enfermera estaba ocupada con las porristas.
─ La chica que iba hasta arriba de la pirámide resbaló y todas cayeron. Será mejor que entren para esperar a que llegue.
─ Gracias por avisarnos. ─ Bobby les sonrió.
Danielle la ayudó a sentarse al borde de la cama.
─ Espera aquí, trate de conseguir algo frío para tu ojo.
Danielle solo consiguió una bolsa de verduras congeladas, Esperaba que sirviera para bajar la inflamación.
─ No había hielo, pero esto es mejor que nada. ─ Agitó la bolsa. ─ En verdad lo siento. ─ Acercó la silla de la enfermera, se acomodó y con cuidado colocó la bolsa congelada al ojo.
─ Con un poco de maquillaje no se notará. ─ Las dos estaban muy cerca.
─ Tus orbes se ven más azules de cerca. ─ Jenny se sonrojo.
─ Gra ... gracias. Tu sonrisa también es más linda de cerca. Deberías sonreír más conmigo.
El corazón de Jenny latía rápido y Danielle bajó la vista a los labios rosados de la ojiazul, sabía que Jenny utilizaba un labial sabor sandia, le gustaría probarlo. Acomodo un mechón rubio detrás de su oreja y rozo sus labios con los de Jenny. La rubia quería más e intensifico el beso, Danielle jadeo por la sorpresa y disfruto del sabor a frambuesa, seguramente cambió de labial.
No querían que terminara, pero la falta de aire las obligó a separarse.
─ ¿Qué dices si nos vamos de aquí?
─ No, no puedo. ─ Contestó Jenny.
─ ¿Es por Aleph? ─ Jenny rio. ─ ¿Te burlas de mí?
─ No, pero no entiendo por qué mencionas a Aleph.
─ Son novios ¿no?
─ ¿Quién te dijo eso? Solo somos mejores amigos. ─ Danielle sonrió. ¿Qué hay de ti y Ali?
─ Terminamos.
─ Hola chicas. ─ La enfermera entró y se alejaron rápidamente. ─ Revisemos tu ojo. ─ Danielle observaba desde una esquina. Jenny se quejo un poco cuando le colocaron una crema especial para golpes.
─ ¿Estará bien?
─ Sí, pueden regresar a sus clases.
─ Gracias.
Danielle y Jenny caminaron a los casilleros. La pelinegra se recargo contra uno esperando a la ojiazul.
─ ¿Quieres ir por una malteada?
─ ¿Es para disculparte? ─ Jenny señaló el ojo morado.
─ No, es por que me gustas y quiero salir contigo. ─ La ojiazul de nuevo se sonrojo.
─ Te veo después de clases. ─ Jenny cerró su casillero, beso a Danielle en la mejilla y se fue.
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