Johnny repaso una vez más su lista mental:
1. Decirle a Daniel lo bien que se ve.
2. Poner música romántica en el auto.
3. Llevarlo al primer bar que visitaron.
4. Iniciar la conversación.
5. Decirle cuanto te gusta.
6. Robarle un beso.
Tomo las llaves y salió con ánimo de conseguir el amor de LaRusso.
Daniel abrió la puerta, toda seguridad despareció cuando vio al pelinegro sonriéndole. Sus manos sudaron, sentía que las piernas le fallaban y su corazón latía muy rápido.
─ Johnny, hola.
─ Daniel, hola. ─ ¿Cuál era el primer punto? Ah, sí. ─ Te ves bien, mejor que otros días. ─ El pelinegro inclinó la cabeza. ─ Me refiero a que todos los días te ves muy bien, pero hoy estás más lindo. ─ Daniel rio.
─ Tu también luces muy bien.
─ Vamos al auto.
Johnny quería golpearse por echar a perder el primer punto de la lista.
─ ¿Cuál es el plan?
─ Déjame sorprenderte.
─ Siempre me sorprendes. ─ Johnny no estaba preparado para algunas respuestas, en especial porque Daniel acostumbraba a debatir sobre los lugares a donde irían. Pero esta vez le dio un cumplido.
─ Música. ─ Intento conectar el teléfono tal como se lo habían enseñado Robby y Miguel, lo repasaron cientos de veces.
─ ¿Quieres que te ayude?
─ ¡No! ─ Gritó. ─ Perdón, es solo que estas cosas me ponen de mal humor.
─ Encendamos el radio. ─ Johnny asintió y Daniel subió el volumen. El rubio pudo respirar tranquilo porque la primera canción que sonó fue una lenta y romántica. La luz del semáforo estaba por cambiar a rojo, en cualquier otra ocasión o con otra persona aceleraría, pero recordó lo que Miguel dijo "Al señor LaRusso puede molestarle no respetar el semáforo", así que desacelero hasta que el auto se detuvo. Daniel le sonrió agradecido, sus largas pestañas revolotearon y Johnny recordó la secundaria, cuando su pasatiempo favorito era arrinconarlo en algún lado solo para ver más de cerca esos enormes ojos cafés y sus bonitas pestañas. El claxon del auto de atrás lo saco de la ensoñación y Daniel lo movió. ─ Está en verde.
─ Oh. Si gracias.
─ Johnny, ¿Ocurre algo?
─ Nada, solo no quiero arruinarlo.
─ No hemos peleado en seis meses creo que vamos por el camino correcto.
El resto del trayecto fue silencioso.
Pocos minutos después Johnny se detuvo frente al bar. Daniel se asombro por el lugar que eligió, tan significativo y perfecto. Daniel lo agarro de la mano y lo llevo adentro.
Por la hora había mucha gente, algunas parejas o grupos de amigos divirtiéndose después del trabajo. El pelinegro observó por todo el lugar hasta que detectó una mesa vacía al fondo y jalo al rubio hasta ahí.
Pidieron una Coors y una margarita, esta vez sin burlas de promedio.
─ Anthony está muy emocionado. ─ Otro punto de la lista que no cumplía, lo mejor era improvisar. ─ Nunca lo vi tan emocionado por practicar karate.