"Tonight is the night I die"

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He de confesar, que aquella noche apenas pude dormir. Mi mente no paraba de darle vueltas a lo sucedido. ¿Seguía vivo? ¿Era todo una pesadilla? ¿Había tomado la mejor decisión? ¿A qué se refería Seungmin cuando comentó sobre "las cosas raras"? ¿Quiénes eran realmente?
Iré describiendo poco a poco según el orden por el que les conocí.
Seungmin resultó ser el dueño de la cafetería. No era una normal y corriente como habréis imaginado y obviamente, las plantas de arriba no eran tan agradables como la que describí en un principio...
Dejad que os explique: cada uno de ellos era dueño y señor de una y tenían una barrera protectora que sólo atraía a "los elegidos". Algunos venían por propia voluntad, otros venían engañados por ellos y otros... eran atrapados por sus pecados.
Yo comencé trabajando junto a Gustav en la planta de abajo la cual también tenía su barrera mágica. No todos pueden entrar a menos que tengas un aura especial... o seas una de sus víctimas. Por eso me extrañó tanto no recordar que había un sitio así en aquella calle.
Disculpadme, creo no haber comentado que ellos son los 7 pecados capitales.
Para entonces, al principio, ingenuo de mi creía que eran algún tipo de mafia o banda criminal... así que por ese motivo, nunca me atreví a preguntarles por ello. Gustav me informó ese mismo día de quienes eran, pero dado a la surrealista que sonaba todo, mi cerebro no lograba procesar lo que escuchaba. Ya que iba a trabajar ahí, un poco de "spoiler" era necesario.
- Sé que es complicado, pero  no son malos chicos, solo... especiales - me decía con paciencia - tenemos que cuidarlos, en sus manos está el cielo o el castigo eterno.

Seungmin era el pecado de la pereza. Nunca pensé que la pereza en sí fuese un pecado ¿Quién no ha sido perezoso alguna vez en su vida? Pero luego pensándolo fríamente, es un pecado retorcido, porque te incita a caer en todos los demás. Si no eres fuerte y caes en la pereza, es fácil dejarse llevar...
No era el líder, tampoco tenían un líder en concreto en realidad, pero si mantenía la cordura en  el grupo. Era un tipo callado y poco sociable, pero a veces podía sorprenderte como lo hizo conmigo la primera vez, mostrando su lado más amigable. Su semblante siempre tenía ese toque melancólico que te hacía preguntarte qué diantres había en su cabeza y uno de sus talentos, aunque no lo hacía en público, era que literalmente cantaba como los ángeles.
JK y Jimin rara vez se separaban de él ¡ojito con amenazarle frente a ellos! Si por ellos fuera, darían su vida por él. Por lo visto fueron unos ángeles que estaban a su servicio en el cielo y se portó tan bien con ellos que fueron incapaces de abandonarle cuando lo condenaron... pero esa es otra historia que os contaré otro día.
Nada más terminar mi turno el primer día de trabajo (es decir, el mismo día que me contrataron) me instalé en la casita que hay bajo la cafetería, el de la puerta roja que os comenté. Gustav también vivía ahí y por decirlo de alguna manera, era como un mayordomo para ellos, le tenían mucha confianza, sobretodo Seungmin.
Me enseñó bien y fue muy paciente conmigo hasta el último de sus días. Fue el padre que no pude disfrutar.
Mi madre también se vino a vivir conmigo, pero parecía totalmente ajena a todo lo que pasaba, como si le hubiesen hecho un hechizo para que no supiera nada de su procedencia... al menos vivió feliz y tranquila con los mejores cuidados.
En mi segundo día, conocí al resto de componentes. Ángeles caídos, hermosos pero letales.
Observé a Seungmin. Era mi jefe, así que tenía curiosidad de ver para quién trabajaba. Recuerdo como solía acariciar su colgante. Era un orbe de color azul celeste que parecía tener luz propia. Decía que mirarlo le tranquilizaba y le ayudaba a pensar y tomar las mejores decisiones.
Cada pecado tenía el mismo tatuaje, pero en sitios distintos. Él, como comenté al principio, lo llevaba en el cuello. También tenían un singular pendiente negro. Un ala negra que les servía de recordatorio de su procedencia original.
No puse mucha atención a la conversación que tenían, pues temía que escuchase algo que no  debería. La reunión la realizaron en una pequeña sala a la vista de todos, pero lo suficientemente privada como para que nadie se enterara de qué ocurría.
Eran pasadas las 12 y yo me encontraba recogiendo todo para cerrar el establecimiento cuando su reunión terminó y comenzaron a levantarse. Como era costumbre, cada uno iba a su sala particular...
Seungmin decidió no ir a su sala enseguida y se acercó a la barra a pedirme  un  café solo bien cargado con dos terrones de azúcar.
- ¿Le pasa algo señor? - pregunté con precaución - ¿Hoy no tiene ganas de trabajar?
- No me llames señor, Chris... - bostezó y con una media sonrisa respondió - Soy el pecado de la pereza, no creo que mi comportamiento esté fuera de lo normal.
Asentí riéndome de mi ocurrencia.
La puerta se abrió y una muchacha se acercó a él. Sus ojos estaban llorosos. Se notaban marcas en sus muñecas ligeramente cubiertas. Seungmin la observó y soplando un polvo azulado, cambió el semblante de la muchacha la cual sonrió como si fuera la persona más feliz del mundo.
Tomando su mano ví cómo la dirigía a la planta de arriba, no sin antes girarse hacía mí y hacer un gesto de "silencio" mientras sonreía pícaramente.
Había escuchado algo acerca de él... y es que aparte de llamarle "Príncipe de tronos", también lo apodaban "el inquisidor" o la forma más bonita "el encantador de sueños"

Libre de pecados 1: Gardenia ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora