"Earned it"

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(Hyunjin)
Le tengo alergia a los gatos.  Sin embargo aquí estoy esperando... hay un gato blanco que suele desaparecer días, incluso semanas, pero siempre vuelve a mi ventana. Pero cada vez los intervalos de su ausencia son más largos... hasta llegué a preguntarme si dejaría de venir algún día.
Hoy me parezco a Seungmin. Estoy perezoso. Tengo que dar clase a las 10:00 y aún seguía en mi sala. Me pregunté si hoy era necesario dar la clase o no... pero mi sentido responsable del deber me impedía faltar. Mis admiradores y pupilos me esperaban.
Soy Hyunjin, uno de los siete pecados capitales... Tengo el derecho de hacer lo que me de la gana ¿no? Suspiré con desgana.
Limpié mi estancia y bajé las escaleras. Había un ligero olor a sangre en el ambiente que me resultó desagradable. Era de un espíritu vengador sin ninguna duda. Son los peores. Le habrán capturado JK y Jimin.
Las 06:00, los demás estarán a punto de salir de sus salas ¿Debería esperar a Jeongin? Ese pequeño sinvergüenza aún le cuesta controlar a su bestia.
Anteayer Seungmin contrató a un nuevo chico. A Gustav le falta poco, así que no me negué, aunque su olor es muy celestial... igual que ese crío con el que suele salir Jeongin.
Es un candidato perfecto para ser "el sacrificio", en eso estuvimos de acuerdo todos, ya que nos afectó en nuestros respectivos tatuajes... pero hemos decidido esperar. Algo no nos cuadra.
Decidí no esperar y marcharme a casa. Me gusta mi casa, es una azotea en pleno centro de Madrid. A pesar de que considero a los humanos una especie inferior, reconozco que son bastante creativos y hacen obras espectaculares... como mi casa.
Me eché un poco en la cama, me duché y a la hora me preparé para dirigirme a mis clases. Cuando llegué, ya estaban mis alumnos esperándome y ahí entre todos ellos estaba ella. ¿Quién es ella? Yo la considero un castigo de Dios.
Acababa de incorporarse a las clases y podría jurar que me dio un paro cardíaco al verla. Por suerte tengo el don de la inmortalidad pero... ¿Por qué se parecía tanto a ella? Pensar que seguía con vida... Obviamente no lo estaba, pero esa chica...
- ¿Cuál es tu nombre?- la pregunté apenas sin mirarla.
- Brooklyn- contestó ella.
"Si me vuelvo a reencarnar, me gustaría llamarme como una ciudad"...mi cerebro se estancó en ese recuerdo. ¿Era posible que mi pequeña se hubiese reencarnado?
La observé disimuladamente mientras daba la clase, aunque apenas podía concentrarme.
La canción de "Earned It" seguía sonando mientras mis alumnos me seguían. Era una nueva coreografía así que iba con calma... ella estaba perdida. ¿Debería ayudarla?
Me acerqué a ella bajo la atenta mirada de sus compañeros. Había olvidado que me adoraban y podría revolver el cotarro si fijaba mi atención en alguna persona en especial, sobretodo si esa persona era una chica. Pero mis pies se movían solos.
Me planté frente a ella y sujeté su muñeca.
- Si mueves de esta forma la muñeca, te será mucho más fácil y conseguirás que te salgan los movimientos mucho más fluidos - me situé detrás suyo aspirando su embriagante y dulce olor, bajando mis manos sobre sus caderas- ahora abre un poco las piernas... así de esta forma. Así es mucho mejor ¿Verdad?
- Vale...- respondió ella. Vi como sus orejas se sonrojaban y la solté avergonzado.
La música había cesado. La clase nos miraba...¿Qué era lo que había hecho?
-Bien...la clase ha terminado por hoy. Nos vemos el Viernes.
Me fui a mi despacho y miré las fichas de los nuevos alumnos. Buscaba el suyo. Lo encontré.
No sabía bien qué era lo que quería encontrar... Pero leí su ficha una y otra vez.
Me recosté en el asiento y cerré los ojos... ella hacía que recordase el pasado.

Mi nombre era Belial y era un ángel de la primera jerarquía. Un arcángel.
Solía codearme mucho con Lucifer y Astaroth cuando aún estaba en los cielos. Nos consideraban los ángeles más hermosos del cielo, aunque también los más gamberros. Sabíamos que las visitas a la tierra eran prohibidas pero aún así, Lucifer encontró un atajo y solíamos escaparnos...
Cuando ocurrió la primera rebelión, Lucifer fue capturado y condenado. Nunca me delató pero se llevó a muchos ángeles con él, yo hubiera deseado haberme ido con él.
Para ese entonces, Astaroth fue mandado a instruir a los " tronos" y yo me quedé solo.
Mientras hacia mis escapadas por la tierra me crucé con ella... mi dulce y pequeña Moonriell.
Parecía una muñequita con su kimono y el pelo largo recogido con una cinta roja.
- ¿Por qué te quedas ahí mirando?- me preguntó
Sorprendido de que pudiese verme me acerqué a ella.
- ¿Puedes verme?
- ¿Con quién sino estaría hablando?
- Con los espíritus del bosque....
La muchacha sonrió y me tomó de las manos, cosa que me tomó por sorpresa.
- Señor espíritu tiene las manos frías y es el más bonito que he conocido hasta ahora.
- ¿Bonito?
- Si, casi siempre son poco agraciados y me asustan, aunque no se acercan a mi porque dicen que estoy maldita.
- ¿maldita?
- Desde que nací, un brujo que le tenía rencor a mi padre me maldijo y desde siempre enfermó con facilidad. ¡Creo que por eso soy capaz de ver a los espíritus! Pero señor, usted de verdad es muy hermoso.
Sonreí divertido y apenado a la vez, era la primera humana con quien conversaba e interesaba. Jamás había escuchado sobre personas malditas...
-Mi nombre es Belial y... soy un ángel.
- ¿Un ángel? con razón es tan hermoso... - volvió a coger mis manos- ¿Eso quiere decir que va a llevarme al cielo? Por favor... Aún es muy pronto. Déjeme terminar unas cosas y le prometo que me iré con usted sin rechistar.
- No vengo a llevarte pequeña... solo paseaba. En realidad ni siquiera debería estar aquí.
- Entonces...¿puede ser mi ángel de la guarda?
La muchacha me miró con aquellos grandes ojos y asentí como bobo. Me tenía atrapado.
Para entonces Moonriell tenía unos 13 años. Vivía en un templo en Hokkaido. Era huérfana.
Yo cumplí mi promesa y cada semana ella me esperaba en el Jardín secreto donde nos conocimos.
La vi crecer poco a poco y cuando me di cuenta, mis sentimientos hacia ella también cambiaron. Lo sentí cuando me cogió las manos aquella vez...

-  ¡Belial! - exclamó ella- ¡Nos junta un hilo rojo!
Observé nuestras manos entrelazadas y vi un ligero reflejo de un hilo rojo que nos juntaba ambos meñiques.
- En nuestra tradición el hilo rojo del destino nos une a nuestra pareja...- sus mejillas comenzaron a sonrojarse- ...quizás el destino que nos une es distinto al romántico que pienso yo...pero soy feliz estando unida a ti.
Después de 7 años... Aquella jovencita se había convertido en mi todo y me había enamorado de ella de la forma más pura y era consciente de que ella también sentía lo mismo por mi.
Entrelacé mis dedos con los suyos,  la miré a los ojos y suavemente presione mis labios contra los suyos. Era la primera vez que besaba a alguien y sentí escalofríos por todo mi cuerpo. Sin atreverme a mirarla, apoyé mi frente junto a la suya.
- quizás si que pienso igual que tu...
- Pero eso... ¿no sería un pecado para ti?
Separé nuestras cabezas y acaricié su rostro sonrojado. Con todas sus imperfecciones humanas había logrado conquistarme...
- No me importa si pecando de esta forma logro estar contigo...
Volví a besarla y ella reaccionó agarrándose a mi cuello. La levanté sin dejar de besarla dejándola en una roca y poniéndola más a mi altura...
-Belial... - una voz conocida me llamó - te llaman de arriba...
Era Gabrielle, quien sin mirarnos esperaba mi respuesta... era la mensajera favorita de dios. Palidecí... y sentí pavor al pensar qué podría ocurrirle a Moonriell y entonces lloré.
Gabrielle se marchó.
- ¿Es mi hora? - preguntó
La abracé con fuerza y volví a besarla pensando en cómo era posible que no lo hubiese hecho antes. Viendo que era incapaz de responderla, se alejó empujándome levemente.
- si...fuese a reencarnarme, me gustaría tener un nombre de ciudad.
- pero tu nombre es precioso. Tienes nombre de ángel.
- pero la luna es solitaria... si volvemos a encontrarnos... ¿cuidarás de mi de nuevo?
Mis lágrimas no paraban y ella cariñosamente me las limpiaba.
No era justo. ¿Qué pecado cometía? ¿Era pecado amar? ¿ Por qué quería Dios arrebatarmela?
No pasó mucho tiempo cuando me enteré de que mi pequeña murió. Desde ese día prometí que si volvía a encontrar a alguien, no me contendría aunque eso implicase traicionar a dios. Me volví altivo, vanidoso e incluso disfrutaba corrompiendo a los demás ángeles.
Ella no llegó al cielo y si llegó nadie me informó.
Mi primer y único amor jamás se consumió.

Libre de pecados 1: Gardenia ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora