Red Lights

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(Hyunjin)
Estaba un poco nervioso, porque sinceramente, no había tenido esta clase de deseos anteriormente. Bueno, es verdad que con Moonriell si, pero no me dejaron desahogarme, cuando estuve dispuesto a todo, me la quitaron.
Así que ahora que parecía que podía saciar mis deseos carnales, sentía un poco de pánico.
Con cuidado la senté en mi escritorio, apartando de un manotazo lo que había encima. ¿Y ahora qué? Nuestras miradas se cruzaron... estabamos llenos de deseo, lo sentía en su mirada y seguramente la mía indicaba lo mismo, pero a la vez... sabíamos que no queríamos parecer ansiosos... queríamos disfrutar de este momento con calma, saboreando cada pequeño detalle...
Ella me sujetó con ambas manos mi rostro, acercándome al suyo, otro beso más... esto sobrepasaba mis límites. Sentía cómo en mi interior mi sangre ardía.
- creo que no voy a poder conformarme con solo ésto.... - confesé avergonzado de cómo mi parte inferior se movía excitado.
Ella sonrió tímidamente. ¿He dicho que eso me encantaba? Se tumbó en el escritorio, tapándose el rostro sonrojado, mostrándose sumisa a mi.
- no creo que yo tampoco pueda - musitó
Resoplé nervioso mientras me ponía encima de ella "contrólate" pensé para mis adentros.
Comencé a besar su ombligo al descubierto levantando poco a poco su sudadera. Sentía como su piel se erizaba a mi tacto. Verla a mi merced me excitaba mucho más ¿Que podía hacer con este torbellino de sentimientos? ¿Sería capaz de controlarme?
Me quité la camiseta. Los sudores de la clase anterior ya habían secado, pero el calor volvía a acumularse más y más. Ella me miró de reojo, pero apartó la mirada más sonrojada aún.
- hace calor - hice amago de ir a quitarle la sudadera, y ella se dejó sin mirarme. Sus pechos quedaron al descubierto. En ese momento me quedé en blanco, ciego por el deseo la bajé los pantalones y besé cada parte de su cuerpo sin pasar por la parte más sensible, quería mi parte favorita para lo último, pero antes de que llegara, ella se levantó.
Me agarró del cinturón y tiró de el.
- tendremos que estar en igualdad de condiciones - sonreí mientras miraba cómo desabrochaba mis pantalones y tímidamente acariciaba mi abdomen y lo besaba.
Estaba totalmente erecto y verla desde esa perspectiva mientras me besaba con aquellos labios me estaba poniendo peor.
-Quiero entrar - supliqué
La tumbé suavemente en el escritorio de nuevo y comencé a acariciarla ahí. Estaba tan mojada que al intentar penetrarla resbalaba tanto que no se introducía mi miembro.
- perdón - se disculpó
¿Por qué era tan tierna? me coloqué sujetandome mejor y entonces entró.
Su calidez me envolvió. Estaba tan en mi punto que no sabía si moverme o no, quería disfrutarla bien y no acabar antes de tiempo, pero ella comenzó a mover su caderas... Respiré hondo y comencé a seguir su ritmo. Sin duda el mejor baile de mi vida.
Pensando que quizás no ver su rostro podía hacer que aguantase más, salí de ella.
Me miró confundida, pero siguió mis intrucciónes en silencio y se puso de espaldas a mi apoyándose en el escritorio. La volví a penetrar sin dudar, pero era imposible ¡toda ella me desconcertaba! Así que me dejé llevar, saliendo antes de terminar dentro suyo.
Mis piernas temblaban y me senté agotado en el suelo. Ella hizo lo mismo. Nos miramos y
comenzamos a reirnos. Verla sonreir, ver nuestra complicidad, ver cómo compenetrabamos a la perfección. Podría casi decir con seguridad que era mi alma gemela...
Iba a besarla, pero estaba tan sudado que me dio un poco de vergüenza. Pero como si leyera mi mente ella se acercó a mi y me lo dió.
- ¿vamos a darnos una ducha? - la pregunté mientras intentaba limpiar de su espalda mis restos.
- deberíamos - me contestó entre risas
Entramos en las duchas de la escuela, no se porqué la seguí. Podríamos habernos duchado en duchas separadas, pero ella tampoco me impidió que lo hiciese.
La visión de ella bajo la ducha no ayudaba a que me tranquilizase, es más me daban más deseos de poseerla, de nuevo, porque lo tenía claro, ella era... solo mía.
La abracé por la espalda mientras el agua caía sobre nosotros, besándo léntamente su cuello, sentí como su piel se erizaba y un escalofrío recorría todo mi cuerpo.
Me coloqué frente a ella. Todas las palabras sobraban, solo nuestras miradas decían todo. Suavemente besé sus labios, mientras mis manos recorrían su silueta... la acorralé contra la pared, sonreí pícaro y la levanté. Ella se agarró a mi cuello acariciando con cariño mi cabello húmedo. Volvimos a juntar nuestros labios, momento que aproveché para entrar de nuevo en ella.
Escuché su tímido gemido mientras me recibía una, otra y otra vez. La sensación de ser uno con ella me encantaba, nuestros cuerpos comenzaban a moverse más y más rápido.
- ah... Hyunjin...
Su voz me volvía loco y que dijese mi nombre en ese preciso momento mucho más. Me moví cauteloso y antes de acabar en su interior salí, manchándo de nuevo su cuerpo. Por suerte estábamos en la ducha.
- perdona... - dije casi sin aliento.
Ella se limitó a besar mi frente y a ponerse bajo la ducha. La abracé con cariño y juntos, nos ayudamos a limpiarnos todo.
Pensé en Mooriell... y luego en Brooklyn.
El recuerdo de Moonriell del amor que sentía por ella era muy tierno y puro. Y cada vez que la recordaba me producía mucha calma. Ella era alguien a quien ansiaba proteger a toda costa su inocencia, mientras que Brooklyn... desataba en mi todo "lo salvaje" de mi interior. No digo que fuese algo malo, al contrario, me producía un equilibrio que creo que con Moonriel no hubiese logrado.
La dejé en su casa... no sin antes abrazarla por un rato. Sin palabras, solo nuestras miradas y sonrisas...
- ¿No te dejas secuestrar verdad? - la pregunté una vez que pude soltarla
- ... No creo que sea una buena idea aún... - se ruborizó - apenas... bueno, ni siquiera estamos saliendo. No me lo has preguntado...
Puse los ojos en blanco. Teníamos tanta complicidad que ese tipo de cosas no se me ocurrió.
Me reí y cogí sus manos.
- ¿Qué debía decir? ¿Quierés salir conmigo? ¿Quiéres... ser mi novia?
Me golpeó el brazo avergonzada.
- No te metas conmigo solo porque no eres humano...
Volví a reirme a carcajadas.
- Está bien... Está bien, mi pequeña flor del infierno... - acaricié su rostro y volví a robarla un beso - Más te vale recordar, que tu eres mía... y yo... soy tuyo.

Libre de pecados 1: Gardenia ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora