"Dance with the devil"

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(Bangchan)
Ya era el septimo día que llovía, algo poco común en Madrid. En un día de invierno como hoy, mi mente suele volver al pasado.
Recordar aquellos momentos felices, es lo que me da energía para seguir adelante.
Han pasado 77 años desde que comenzó mi extraña aventura. Ocurrieron muchas cosas buenas y otras no tanto. Pero todas quedan en mi mente como un entrañable recuerdo.
Observo el símbolo que llevo grabado en mi mano derecha. No tengo ninguna esperanza de borrarla, ni tampoco me disgusta tenerla. Es más, le tengo hasta cariño. ¿Estoy maldito? ¿Es la marca del diablo? ¿Me trae mala suerte? No... Esta marca es una prueba de la veracidad de mi historia. Mis buenos momentos y también mis malas decisiones.

...

Mi nombre es Chistopher Amadeus Chan. Nací en Australia pero por motivos familiares nos trasladamos hasta Madrid.
Mi padre murió un par de años después, motivo por el cual me convertí en el cabeza de familia a temprana edad. No le recuerdo mucho, pero mi madre suele decir que me parezco bastante a él. No tengo más familiares cercanos, así que nos quedamos en Madrid solos mi madre y yo.
Poco después de que me graduara, mi madre enfermó. Un pequeño y molesto tumor en la cabeza que me obligó a emprender el camino del trabajador. El tratamiento era bastante caro, así que por eso me motivé a trabajar duro.
Mi aventura comenzó poco después de cumplir los 20 años. En Octubre, me despidieron del trabajo y poco después de recibir esa noticia, me llamaron del hospital para informarme de que habían tenido que ingresar a mi madre.
Solo, con la lluvia calando hasta mis huesos caminando por las calles de Madrid. Me sentía desesperado, impotente, abandonado...
¿Qué podía hacer? ¿Cómo podía ponerme frente a mi madre sin trabajo y sin un futuro seguro?. Alcé los ojos y dio la casualidad de que mis pasos me encaminaron frente a una iglesia. La parroquia de Santa Gema situada en la calle de Joaquín Costa.
Desde pequeño, mi madre me había inculcado bien a la hora de creer en Dios y en la oración. En esos momentos, me sentía tan desesperado, que la idea de entrar y orar me resultó hasta esperanzador.
El reflejo de las vidrieras siempre me dejaba hipnotizado y a pesar de la poca iluminación que entraba por ellas, la luz de las velas de la iglesia era mas que suficiente para darle un toque mágico y nostálgico. Hacían que mi alma estuviese en paz.
Siempre me había dado un poco de grima ver la imagen del Cristo crucificado. Nunca pensé que fuese una manera de representar a alguien tan digno y santo como él. En realidad, todas las imágenes que tienen las iglesias me parecían igual de inquietantes, tristes y agonizantes.
Me acerqué al Cristo con cierto recelo, me arrodillé y comencé a orar.
¿Qué quería pedir? No lo sabía. En realidad si, pero me sentía tan perdido que no sabía por dónde empezar.
No sé cuánto tiempo pasó, pero me costó abrir los ojos. Al conseguirlo, de pie junto a mí, estaba una bella criatura.
Tenía un rostro hermoso y su aura me inspiraba mucha tranquilidad. ¿Es un ángel? Me pregunté. Vestía un traje fino negro, uno que decía por todo lo alto lo caro que era. Una camisa negra que podía apostar que era de seda y unos zapatos de color vino.
Sin duda lo que más me llamó la atención era el tatuaje que tenía en el cuello...
Mientras le observaba, nuestras miradas se cruzaron.
Sentí cómo mis mejillas se sonrojaban y nervioso aparté la mirada.
- Siento haber interrumpido tus oraciones
Me brindó su mano para levantarme. Era un poco más alto que yo y de constitución delgada, pero su mano era fuerte y mostraba carácter.
- No tranquilo, ya había terminado - contesté confuso de lo rápido que había confiado en él.
Observé con curiosidad cómo se rascaba ligeramente el tatuaje, como si le hubiese picado un mosquito. Dos chicos se acercaron a él. Igualmente bellos.
- Seungmin tenemos que irnos. El coche nos espera y hay que ir a recoger a Jeongin. Ya sabes lo molesto que es Hyunjin con los que llegan tarde.
Me hizo un gesto de despedida.
- Espero que nos volvamos a ver pronto - y dicho eso se marchó.

Cuando salí de la iglesia, la lluvía había amainado un poco. Me sentía un poco más ligero emocionalmente. Estaba positivo, así que decidí ir al centro a buscar trabajo.
Callejeando, llegué hasta la calle Libreros. Me pareció bastante curiosa, porque la calle en sí estaba llena de librerías. Era una calle discreta y poco concurrida a pesar de estar en todo el centro. Algo brilló a mi derecha y sorprendido de no haberme dado cuenta antes, apareció la cafetería "Requiem". Así, de la nada. Y no es que fuese un sitio discreto. Su puerta era negra con detalles dorados con un logo que me resultó muy familiar, más tarde me dí cuenta de que era la misma ilustración que tenía tatuado Seungmin.
Para acceder a ella tenías que subir unos escalones los cuales estaban decorados delicadamente con gardenias. A la izquierda de la cafetería hay un pequeño jardín donde se haya una pequeña caseta con una puerta roja. Ahí es donde vivo actualmente.
La cafetería tenía grandes ventanales, hacía que éste tuviese un aspecto delicado, luminoso y acogedor.
Mis pies inexplicablemente llegaron hasta la entrada y abrieron la puerta.
No había muchas personas en el interior y las pocas que había disfrutaban de su lectura mientras bebían tranquilamente sus cafés o estudiaban concentrados en sus materias, también algún que otro oficinista terminando como loco su proyecto.
Gustav, el señor que en su momento estaba tras la barra me sonrió.
- La lluvia ha vuelto con fuerza. Toma asiento y un café. Invita la casa.
Me negué, pero Gustav insistió tanto que me quedé. Me senté frente a uno de los ventanales mientras tomaba el café que me había preparado.
Cuanto más observaba el local, no me extrañaba que estuviera en esa calle. Parte de la cafetería, era una librería. Estaba lleno de estanterías, donde libremente podías elegir un libro y pasar la tarde ahí. Era bastante agradable. En el centro tenía unas escaleras en forma de caracol... me pregunté a dónde llevarían pero no había mucha iluminación.
Apenas di un sorbo al café cuando sorprendido lo escupí. Frente a mí estaba Seungmin, quien divertido me observaba desde la puerta y me saludaba con una gran sonrisa.
Entró, saludó amistosamente a Gustav y se sentó frente a mi. Tras él estaban los otros dos chicos que vi en la iglesia y... otras dos bellas criaturas.
Me sentía tan atraído hacia ellos, que me avergonzaba. El que parecía más mayor, tenía el cabello más largo y su aspecto era tan andrógino que perfectamente se le podría confundir por una mujer y el otro más joven irradiaba luz propia.
Era demasiado adorable.
- Señorito Seungmin no esperaba que hoy viniese, ahora les preparo un café.
Juntaron una mesa a la mía y ahí me acorralaron. Me sentía un poco cohibido entre ellos.
- ¿Qué hace un pajarito como tú en esta pequeña jaula? - me preguntó Seungmin
Lo miré confundido mientras éste intercambiaba miradas con los otros y reían juntos.
- ¿Cuál es tu nombre? - me preguntó directamente
- Christopher Amadeus...
- Amadeus..!!! ahora entiendo... "el que ama a Dios". Hyujin! Esto es una señal!
Hyunjin me observó con mirada seria. Su mirada arrogante me ponía nervioso, no había sonreído ni una sola vez desde que llegó. Entonces me fijé... en su sien derecha, tenía el mismo tatuaje que Seungmin y era el mismo logo que había en la puerta.
- Chris... ¿Eres feliz?
¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Se estaban metiendo conmigo? ¿Había entrado en un club secreto de mafiosos? ¿Por qué tenían ese tatuaje? Observé disimuladamente al menor de ellos ¿Él también estaba tatuado?
- Chris, no nos estamos metiendo contigo - dijo el más joven con una amplia sonrisa. Su rostro me tranquilizaba - No pareces alguien deprimido o... que quiera morir.
- Ya es suficiente Jeongin- interrumpió Hyunjin
Seungmin sonrió y con gesto amigable posó su brazo sobre mi.
- Estoy buscando ayudante para el viejo Gustav y me caes bien. ¿Te interesa el puesto?
- Por supuesto! - contesté sin pensarlo. Estaba recibiendo un trabajo tras haber perdido el otro. Tenía que estar muy loco si iba a negarme.
Una inquietante sonrisa apareció en los labios de Seungmin.
- Solo... hay una regla que tienes que cumplir - se acercó a mi oído - todo lo que veas y oigas "extraño" aquí... se queda aquí. Me encargaré de tus deudas y de tu madre... Ese será el pago de tu silencio.
Sentí cierta confusión y desconcierto cuando me dijo todo aquello, pero era un trato más que convincente, así que asentí.
- Jk, Jimin.... acompañad a Chris a la planta de arriba y dadle un uniforme. Bienvenido al Requiem... Donde yacen sus últimos días, las almas pecadoras...

 Donde yacen sus últimos días, las almas pecadoras

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Libre de pecados 1: Gardenia ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora