"You should see me in crown"

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Orgullo, belleza y poder... son las tres palabras que se me vienen a la cabeza a la hora de describir a Hyunjin, "el príncipe vanidoso".
Su aspecto andrógino fue lo que más me impactó cuando le conocí por primera vez. Su largo cabello sedoso, esa piel perfecta y tersa. Era como una de esas esculturas griegas de antaño, perfectamente esculpido por los dioses.
No hacía falta que le dijesen lo bien que lucía en un traje u otro, lo sabía, lo decía y lo disfrutaba.
En cuanto a personalidad, recuerdo que no me produjo una buena impresión. Sus fríos y altivos ojos parecían estar mirando a todos con superioridad, pero luego no era tan mala persona como esperaba.
Bueno.... seguía siendo repelente la mayor parte del tiempo, pero una vez que te consideraba de confianza, tenía algún que otro detalle agradable.
Mientras no ejercía de pecado, Hyunjin disfrutaba haciendo de maestro de baile. Cosa que hacía extremadamente bien. No era raro verle rodeado de sus estudiantes. Quienes lo miraban con ojos llenos de admiración. Aunque no trataba a nadie de forma especial o amistosamente, fuera de su círculo...
Obviamente él tenía ese aura especial que atraía a las personas, sobretodo a esas de carácter orgulloso... a quienes disfrutaba humillando sin piedad. Era mejor no intentar retarle o llevarle la contraria si no querías que te condenase al tormento eterno.
El segundo día que comencé a trabajar en la cafetería, él entró y se sentó en el mismo lugar donde me acorralaron. Fijó su fría mirada en mí y como si le diera asco, se levantó y subió a su sala.
Las salas eran especiales como bien comenté, porque era donde recibían "el castigo" los pecadores (o cansados de vivir que buscaban un lugar donde morir sin sufrir...) que caían en sus redes.
Si algún cliente subía con ellos, difícilmente volvía a verlos bajar. Hubo una vez que sí llegué a ver la sala de Seungmin y no porque quisiese, pero no, no era nada agradable pasar por sus pasillos.
En ocasiones se oían gritos desgarradores que hacían que se me erizara la piel y huir de ahí sin pensarlo. Cuánto de crueles eran, no podía asegurarlo, pero sin duda Hyunjin era uno de ellos, junto a Lee know.
En una ocasión una de sus víctimas logró escapar de su jaula.
Corrió por el pasillo y logró bajar por las escaleras, o más bien, tropezó y rodó por las escaleras. Estaba desnudo, claramente adolorido, lleno de raspaduras y empapado en sangre. No me paré a pensar en si era su propia sangre o no.
A pesar de que le había arrancado el cabello y uno de los ojos, se notaba que era un hermoso joven. ¿Qué pecado había cometido para sufrir tal castigo? Era una imagen cruel y espantosa y por poco me apiadé de él.
¿Pero cómo es que nadie le ayudó? Fácil, la magia del lugar.
Cualquiera que pase el umbral de las salas, desaparece del mundo, así que por mucho que logren salir de ahí, nadie les verá, porque se habrán convertido en almas perdidas.
Gustav y yo sí podíamos verlos por el pacto de sangre que hicimos con los pecados. Como dije, no era algo agradable de ver, pero sin duda era peor ser la víctima.
La majestuosa aparición de Hyunjin hizo que mi corazón se detuviese por un momento. Era la primera vez que lo veía en su forma real.
Tras él había unas impresionantes alas negras que amenazaban con desplegarse.
Su piel se había vuelto mucho más pálida casi traslúcida con tonos violáceos haciendo un efecto holográfico. Sus ojos se habían vuelto grises con una corona alrededor rojiza...
A pesar de lo que podáis pensar con esta descripción, el rostro de Hyunjin seguía siendo igual de hermoso. Estaba muy confuso con aquella aparición, no sabía si huir o intentar quedarme inmóvil y hacer como que no pasaba nada.
Su presa intentaba huir, pero era en vano.
Hyunjin realizó un movimiento de muñeca con la cual construyó una pared impidiendo a su presa llegar a la salida.
Incapaz de apartar la vista, ví cómo unos hilos rojos salían de los dedos de Hyunjin atravesando cada miembro de su presa, quien finalmente acabó descuartizado.
La sangre amenazaba con desparramarse por todos lados, pero por arte de magia se quedó flotando en el aire. Hyunjin llevaba en sus manos un recipiente la cual abrió y por arte de magia succionó toda la sangre. Los trozos que quedaban del cuerpo se volatilizaron y convirtieron en polvo el cual Gustav lo limpió como si fuera algo normal... como si nada hubiese pasado.
Yo no tenía tanto aguante ese día y desaparecí por un momento a vomitar.
Recuerdo cómo le pregunté a Gustav cómo había aprendido a tolerar todo aquello, pero no había ningún secreto, con el paso del tiempo uno acaba acostumbrándose. Por suerte, mientras fuesen sus víctimas, no había que limpiar...
Hyunjin salió de su sala más tarde. Obviamente con su aspecto humano y cabello perfectamente recogido. Se puso frente a mi en la barra. Me observó como siempre lo hacía, directo y con superioridad.
- Mírame - me ordenó
Obedecí sin rechistar aunque sin levantar mucho la cabeza
- ¿soy hermoso? - me preguntó de repente.
Confundido y sin estar seguro de qué responder, asentí con la cabeza sin articular palabra. Lo era, lo es... no había ninguna duda.
Comprendí que había respondido bien. Supongo que al verlo con su aspecto real le preocupaba mi reacción y al decir que aún así seguía siendo bello, era suficiente para él.
Sonrió y pidió una copa de vino.
- Brindemos Christopher... - levantó su copa - que Dios nunca te dé su bendición y jamás seas más hermoso que yo...
No había clientes, así que no había problema. Tenía frente a mí a un Hyunjin distinto de la primera vez que lo conocí. Seguía sin ser cercano, pero era mucho más agradable.
Así es como conseguí trabar amistad con el príncipe vanidoso.

Libre de pecados 1: Gardenia ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora