𝐃𝐄𝐌𝐎𝐍𝐒

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Cerrada en su mundo, caminaba cabizbaja intentando evitar las miradas que se posaban sobre ella; miradas que la juzgaban de manera incontrolable.

Las miradas, los pensamientos, los prejuicios, todo eso ella conocía y a veces tenía miedo de lo que podría llegar a pasarle. Aún le cuesta controlarse.

Siguió su camino en silencio aún con la mirada baja oyendo cada uno de los pensamientos de aquellos que la rodeaban.

Se abría paso entre burlas y empujones por parte de las personas allí; intentaba controlar sus instintos y mirar a los ojos a esas pobres almas.

Mantenía el silencio y una serenidad incomparable que solo hacía que los demás la molestasen con más intensidad.

—¡Quítate huesos!—exclamó un chico haciéndola un lado bruscamente.

La chica se tensa y aprieta el puño intentando tranquilizarse, ella sabía que si seguía ahí, sería una tragedia.

Se apresuró a salir de ahí lo más rápido posible, evitando a personas y golpeando sin quererlo a otros. Entre todas esas personas, una decidió jugarle una broma y le extendió el pie logrando que tropezace y caiga de cara al suelo.

Las risas no tardaron en llegar, personas filmando el momento, otras burlándose directamente, unas riendo y el causante de aquella humillación, burlándose aún más de ella.

Se apretaba la cabeza con las manos intentando callar las voces en su cabeza, miraba a los lados intentando disipar esos pensamientos, sabía que ya no era buena idea seguir ahí.

Entre todos esos comentarios y burlas, aquellas energías cargadas de odio, en medio de todas esas risas, una linda joven se acercó a ella tendiendole la mano.

La castaña se quedó analizando tal belleza que había llegado a salvarla y salvar al colegio de una posible destrucción.

Tomó su mano y se paró quedando cara a cara con la misteriosa azabache de oscuros ojos.

—¡Déjenla en paz!—Exclamó hacia el chico que la había molestado.

—¿Qué importa Lee?—se acercó uno de ellos—Huesos es un juguete al igual que todos, tu eres afortunada de no ser el blanco de burlas por ese físico.

Nuevamente las risas volvieron y esta vez con mayor intensidad, burlarse de los demás era una de sus actividades favoritas.

La azabache bajó la cabeza y salió corriendo de ese lugar. La castaña la miraba con pesar a lo que decidió seguirla.

—¡Tú vienes conmigo!—dijo el chico tomando a la más alta del brazo.

Esta sabía de las intenciones de este por lo que simplemente dejó que las sombras se encarguen.

Cerró los ojos y se soltó del agarre, con rapidez lo tomó del cuello y lo pegó contra la pared logrando que se asustase por el repentino cambio de actitud de la castaña.

—Eres un miserable—Espetó para luego dejarlo caer inconsciente al suelo.

Salió del lugar yendo a buscar a la chica.

La buscó por todas partes, hasta hallarla aferrada a sus piernas en un rincón alejado del lugar.

Se acercó lentamente y se sentó al lado suyo imitando su postura. Estaba dispuesta a hablar pero solo calló por inseguridad.

Pasaron un momento en silencio observando el cielo, hasta que una decidió romper el cálido momento.

—Lamento que te hayan hecho sentir mal por culpa mía—expresó la más alta.

—No importa...—respondió la azabache—Siempre es así... ya estoy acostumbrada...

La castaña se mordió el labio y pensó si realmente valía la pena revelarse ese secreto.

—Sabes...—susurró—Eres bonita, no tienes por qué dejar que sus comentarios te afecten.

El aura de aquella chica había logrado calmar a aquel demonio que llevaba dentro suyo, ahora era su turno de ayudarla.

—Te aseguro que no te molestarán más—dijo.

—Lo siento—susurró la azabache—Sólo intenté ayudar.

La castaña puso una de sus manos en el hombro de su contraria y le sonrió—Lograste salvar la vida de un tarado que no se lo merecía—expresó—Eres especial para mí.

La azabache sonrió y miró fijamente a los ojos de su contraria; el terror se había apoderado de ella por un momento. La silueta de un ente revestido de negro y unos ojos rojos eran reflejados en los ojos de aquella linda chica.

YeJi sintió la energía de su contraria por lo que simplemente sonrió y con delicadeza tomó una de sus manos y la acercó a su rostro. La azabache no entendía que sucedía y el miedo la invadía.

—¿Puedes verlo cierto?—preguntó YeJi con serenidad.

ChaeRyeong asintió lentamente intentando entender que es lo que sucedía allí, en ese preciso momento.

—Aquí es donde mis demonios se esconden...—susurró YeJi—Ellos están tranquilos contigo...

ChaeRyeong estaba atónita al ver esa silueta negra a través de los ojos de la castaña; intentó mirar más allá, logrando divisar un montón de sombras salir de la espalda de la figura; se quedó callada y cerró los ojos un momento.

—¿Por qué me enseñas esto?—se atrevió a preguntar.

—Por qué ellos saben más cosas que yo...—respondió YeJi—Ellos saben de ti y tus demonios... ChaeRyeong, déjame ayudarte...

—¿Cómo sabes mi nombre?—preguntó asustada la azabache.

YeJi solo sonrió—Ellos me lo dijeron... No tengas miedo.

YeJi extendió su mano y un hilo de sombras emergió de esta; miró a ChaeRyeong y le sonrió—¿Confías en mí?—preguntó.

ChaeRyeong se mantuvo en silencio hasta que accedió.

De la nada las sombras la envolvieron y se aferró fuertemente al cuerpo de su contraria, esta sonrió y confío en sus demonios por primera vez en mucho tiempo.

Estos las teletransportaron a un lugar apartado de la ciudad, un lugar solitario que sólo contaba con una pequeña banca cerca de un precipicio con vista a la ciudad.

—Abre los ojos ChaeRyeong—habló la más alta una vez vió el lugar en donde se encontraban.

—¿Qué es esto?—preguntó ChaeRyeong.

—No tengas miedo—dijo YeJi—Estás a salvo con nosotros...

—¿Podrías explicarme por favor?—preguntó la azabache.

YeJi tomó su mano y la guió hasta la banca, ambas se sentaron allí y mantuvieron su mirada fija en la ciudad.

—Sólo déjate llevar por las sombras—susurró—No tengas miedo de ti...

ChaeRyeong cerró los ojos y sostuvo fuertemente las manos de su contraria. Sintió la calidez de un cuerpo envolverla por completo, sonrió un momento al sentirse libre de un gran peso.

—Abre los ojos—susurró YeJi.

ChaeRyeong obedeció y lentamente abrió estos.

YeJi observó sus ojos detalladamente; sabía que había resultado; sus ojos antes de un bonito color miel, ahora eran oscuros como la oscuridad que envolvía a ambas.

—Pase lo que pase; estaremos juntas en esto...—habló YeJi acariciando la mejilla de su contraria—No tengas miedo ChaeRyeong.

—Gracias por ayudarme con mis demonios YeJi...—respondió ChaeRyeong.

La recién nombrada sonrió y abrazó a su contraria haciéndola sentir segura. Y fue la primera vez que los demonios de YeJi encontraron un refugio; fue el momento en que ChaeRyeong encontró un hogar.

𝐘𝐄𝐑𝐘𝐄𝐎𝐍𝐆 𝐎𝐍𝐄𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora