11. Aprender a quererte

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Ginger Amor

Cuando le dije que me podía hablar de su ex, no esperaba todo lo que dijo. No en el mal sentido. Simplemente no esperaba que me diga así tan abiertamente todo lo que pasó con su ex.

Me contó todo lo que pudo. Como la había conocido, como le había pedido que fuera su novia. Como se habían enterando de su enfermedad y como falleció.

Estábamos dentro de mi coche fuera de su hotel.

- Creo que deberia hablar de mi ex. Es lo justo.

- No es necesario.

- Quiero hacerlo ¿De quien quieres oír? ¿De mi último ex o el padre de Sara? – ojalá elija al padre de Sara.

- El que quieras.

- Conocí al padre de Sara en la escuela. Él había ido como estudiante de intercambio cuando yo tenía 16. En ese momento estaba con mi primer novio, nos habíamos vuelto cercanos muy rápido porque Sebastian y mi mejor amiga se habían ido a la universidad. Meses después termine con mi ex y él estuvo ahí – recordé – antes de que se vuelva a México, nos volvimos novios.

- Fue el típico que te consoló cuando sufrías y luego te enamoraste de él – adivinó y asentí.

- Exacto. Fue tal cual eso – exclame.

- ¿Puedo preguntar como fue con Sara?

- Él no estuvo en ningún momento. Apenas le dije que ella estaba en camino, me dejó y desapareció de mi vida. La última vez que lo vi tenía 5 meses de embarazo. No es que quiera que él esté en la vida de Sara por algo se fue de nuestras vidas. Pero a veces me pregunto si todo sería diferente – dije sintiendo una lágrima caer.

- No deberías llorar por eso – susurró limpiando la lágrima – pero si lo quieres hacer, hazlo.

- Se que no debería pero no sabes lo difícil que es. Para todo el mundo arruine mi vida. Tengo que fingir que no escucho los comentarios diciendo que mejor hubiera dado en adopción a Sara porque apenas puedo cuidarme a mi misma y que me importa más mi trabajo que ella.

- ¿Por qué la gente diría eso?

- Porque trabajo más que la mayoría de actores de doblaje. Estoy en muchos más proyectos que un actor de doblaje promedio. Así que no puedo estar pegada a Sara, como la gente espera – explique – pero trabajo mucho para que a Sara no le falte absolutamente nada – dije llorando – trato de ser la mejor madre que ella pueda tener.

- Estoy seguro que eres una gran madre y que si trabajas mucho es por ella – me consoló.

- Todo es por ella. En estos momentos estoy aceptando muchos proyectos porque quiero comprar una casa. Quiero que Sara crezca en una casa.

- Y esta perfecto, si eso es lo que quieres.

- Dios perdón. No eran mis planes contarte eso.

Él se río de esa forma en que solo los niños privilegiados, como él, lo hacen. La misma forma en que lo hace Sebastián. Como si supieran que así derriten a cualquiera y pudieran conseguir todo lo que quisieran riéndose así. La verdad es que es cierto, Villa puede conseguir la paz mundial y conmigo puede hacer lo que quiera si sigue riéndose así.

Nos quedamos hablando. Principalmente sobre nuestros planes a futuro mientras la radio seguía soñando.

"No sé nada de tu historia
Ni de tu filosofía
Hoy te escribo sin pensar
Y sin ortografía"

- Excelente canción. Me gusta el chico que la canta.

- Bastante guapo ¿no crees?

- Si, es muy guapo. Me gustaría tener una cita con él.

- ¿Otra más?

- ¿No dices tú que "Y si me dejas, tal vez todos los días"?

- Yo también digo que quiero aprender a quererte.

- ¿Quieres estudiar como se cumplen mis sueños?

- Me encantaria ¿Tú?

- Claro que quiero.

- Entonces hagamos esto...

- En las películas generalmente luego de esto, tienen una noche loca – dije riendo.

- La tendremos pero hoy me conformo con esto – tomo mi barbilla para poder besarme – creo que debería irme – susurró.

- Creo lo mismo – admití.

- ¿Nos veremos antes de que me vaya de México?

- Siempre que quieras.

Bajo del coche, no sin antes darme un último beso, y entró a su hotel.

Mientras conduzco tarareo y tamborileo con mis dedos el volante al ritmo de la canción.

"Y apareciste tú para cambiar mi suerte
Ya me esta encantado conocerte
Dime todo, nada en ti me aburre
Ya quiero quererte, soy adicta al amor"

- Uy alguien viene muy feliz – me dijo Simón cuando me abrió la puerta.

- Tu amiguito es increíble – admiti mientras entraba.

- ¿Cómo fue la cita?

- Maravillosa Nath ¿como se porto Sara?

- Como siempre. Hicimos maratón de películas Disney.

- Le pusiste Valiente ¿cierto?

- Obviamente.

Negué riendo mientras íbamos por Sara a la habitación de Nath.

- Vamos a casa princesa – susurré cuando la cargue con ella aún dormida.

Se aferró a mi cuello y fui junto a Simón a mi departamento, ya que él llevaba las cosas de Sara porque no me alcanzaban los brazos.

- No lastimes a Villa por favor. Ya sufrió bastante – pidió luego de dejar el bolsito en el sofá.

- No pienso hacerlo.

- Eso espero porque no quiero tener que andar juntando los pedazos de su corazón roto nuevamente – no estoy segura si me estaba amenazando. Creeremos que no.

- Se lo que pasó con Daniela si es a lo que te refieres. No te preocupes que no son mis intenciones romper su corazón.

- No me tomes a mal Jenny. Solamente...

- Solamente lo cuidas – lo interrumpí y asintió – lo entiendo. Hago exactamente lo mismo con Sebastián.

- No podría permitirme que sufra nuevamente un desamor.

- Quédate tranquilo que conmigo estará bien. Si te hace sentir más tranquilo pídele a Nath que te cuente mis penas amorosas. No digo que se compare a lo de Villa pero para que veas que no estoy para juegos – insistí.

- No, esta bien. Te creo. Nos vemos Ginger.

- Nos vemos Simón.

Llevé a Sara a su cama y me quedé un rato observándola. Lo único que me daba miedo de esto que intentaba con Villa era tener que presentar a Sara con Villa. Él me puede decir que no le importa que sea madre que aún así quiere intentarlo pero cuando realmente se de cuenta puede cambiar. Este tipo de cosas se demuestran con hechos, no con palabras.

Mejor dicho, todo se demuestra con actos y no con palabras.

Nuestra suerte ~ Juan Pablo Villamil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora