13. El dinosaurio Juan

387 34 45
                                    

- Eres tan hermoso - dijo antes de besarme - carajo - murmuró cuando escucho su teléfono.

- Atienda y luego me besa - le dije riendo.

- Quiero que me beses luego - pidió tomando su teléfono - Hola ¿paso algo algo con Sara? ¿Ella esta bien? Claro, lo entiendo. Ya voy - colgó la llamada y me miró - ¿Recuerdas cuando te dije que te dejaría plantado por Sara? Pues necesito ir a buscarla.

- Claro. Lo entiendo. Dejaremos esto para otro día si quieres.

- O si quieres y te sientes listo te la puedo presentar.

- ¿Segura? - asintió - de acuerdo ¿Puedo saber porque vas por ella?

- Al parecer Sofia, su amiga, se cayó mientras jugaban de no se donde y se golpeó bastante feo. Así que quieren llevarla al hospital.

- Uy pobrecita.

Es oficial, conoceré a Sara. Estoy aterrado.

Se que si a Sara no le agrado, Ginger no va a querer seguir con lo nuestro. No es muy difícil agradarle a un niño ¿cierto?

Una media hora más tarde, vi como se acercaba junto con Sara, quien estaba con un vestido de la cenicienta y cargaba un dinosaurio verde de peluche. Que a decir verdad me parecía demasiado grande para el tamaño de la niña.

- Tengo que presentarte a alguien princesa.

- ¿Quien?

- Un amigo. Yo lo quiero mucho y espero que tú también lo quieras. Mira...

- Yo lo hago - le dije y asintió - me llamo Juan Pablo.

- Dinochaurio mami - dijo emocionada y la mire esperando explicación.

- Mi amor ¿Porque no le dices como se llama tu dinosaurio?

- Uan.

- ¿Se llama uno en inglés?

- No, se llama Juan pero le dice así.

- ¿Ere dinochaurio?

- No soy un dinosaurio - dije riendo - soy músico.

- ¿Tio Cheba?

- Si, mi amor. Como tú tío Sebas.

- Mami. Adiba.

- Ven aquí - la cargó para que ella se agarre a su cuello.

- ¿Qué le parece si le invito un helado? -pregunté. Sara me miró emocionada y asintió.

- Supongo que tendremos que ir por ese helado. Enserió Villa no es necesario que salgamos los tres si no te sientes listo.

- Claro que es necesario. Es tu hija, tu me gustas y si quiero que intentemos algo debo agradarle a ella.

- Con un helado te la ganas ¿no es cierto? - preguntó asintiendo y su hija la imito.

- Es adorable.

- ¿Yo? - preguntó Sara señalandose.

- Si, tú lo eres.

Sin duda era una persona diferente frente a su hija. No había rastro de la Ginger coqueta a más no poder. Así que me emocionaba ver este otro lado de Ginger.

- ¿De qué van a querer su helado?

- Pocate - dijo emocionada.

- Nosotras comeremos uno de chocolate.

- ¿Uno para las dos?

- Dos cosas Villa. Uno, no se va a terminar y dos, si le llego a dar toda esa azúcar no se va a dormir en tres años.

Nuestra suerte ~ Juan Pablo Villamil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora