28. Siempre

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- ¿Qué haces?

- Según Sara su disfraz no tiene el suficiente brillo para ser de una princesa así que estoy cosiendole lentejuelas y estas cositas que imitan diamantitos – dije mientras cosía.

- Ya veo. ¿Y Sara?

- Esta durmiendo. Son las once de la noche ¿Recuerdas?

- Cierto – dijo riendo – las extraño. Necesito que sea diciembre.

- Te amo bonito.

- Yo más. ¿Sabes lo que pensaba?

- ¿En escribirme una canción?

- Eso ya lo hice – afirmó.

- ¿Qué? ¿Cuál? Necesito saber cuál.

- Todavía no esta lista así que no la escucharas por ahora.

- Dime la letra aunque sea.

- Mi vida aún no. No quiero que la escuches aún pero te prometo que serás la primera en oírla.

- Bueno. ¿Qué es lo que pensabas entonces?

- Deberíamos irnos de vacaciones los tres. Algo que no esté organizado en el último momento.

- Me parece bien ¿A donde vamos?

- Donde quieras. Yo las seguiría hasta el fin del mundo.

No se supone que debería caer ante tal frase tan ¿cliché? Pero con él todo se sentía más mágico. Me podía decir la frase más básica y yo andaría encantada con eso.

Mientras yo seguía cosiendo comenzamos a planear esas vacaciones.

Villa terminó por convencerme de ir a Dinamarca donde hay un parque temático de Lego que "Sara va a amar". Claramente él quiere ir y usa a mi hija como su excusa.

- Dicen que puedes personalizar tu propio lego. Sara va a amar eso.

- Si, ella lo amara – dije riendo – amor – me miro – tú quieres ir ahí ¿verdad?

- ¿Yo? Para nada. Soy un hombre adulto de 25 años. Yo no quiero ir a un parque de un juguete de niños.

- ¿Seguro?

- Si. Yo quiero ir ¿feliz? Es que es un parque de legos ¿Quién no quisiera ir a un parque de legos?

- Lo supuse. Sara no es muy de legos.

- ¿Igual iremos al parque de legos? – preguntó sonriendo como si fuera mi hijo.

- Si iremos.

- Por eso eres la mejor – dijo guiñandome un ojo.

- A veces pareces un niño pequeño.

- Me lo dice quien lloro hace unos meses cuando Dvicio sacó una canción.

- En mi defensa, Valeria es un temón que toca mi alma – me defendí.

- Valeria es un temón. Lo admito.

- Estas perdonado – dije y él comenzó a reír – ¿Te gusta?

Levante el vestido de Blanca nieves para que pudiera verlo.

- Me fascina. Sara va a amarlo. Nunca te pregunte, no te molesta que Sara te diga papá ¿no?

- Inesperadamente me encanta. Siempre quise ser padre y que Sara me considere el suyo me derrite de amor – admitió y la que ahora se derretía de amor era yo.

Este chico apareció de la nada para demostrarme que no necesariamente tendría que estar sola con Sara toda la vida.

Juan Pablo Villamil

Nuestra suerte ~ Juan Pablo Villamil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora