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Mateo debió notar mi expresión de irritación, porque inmediatamente agregó:

—Soy... sobreprotector. Ya sé que vos sos desconfiada y todo eso, pero posta en estos días que hemos compartido, yo ya te considero una amiga. Ese pibe... no sé, me preocupé porque los vi irse a la biblioteca solos —explicó.

—Quizá porque trabajo en la biblioteca. Mateo, aprecio que me considerés una amiga, pero no necesito que nadie me proteja. Trabajo aquí hace muchísimo tiempo y así voy bien —le aclaré.

—Está bien —resopló.

—¿Cómo te fue en tu cita? —inquirí.

—Muy piola. La mina es... hermosa. Me encanta —suspiró y yo solo pude sonreír—. No hablamos mucho, pero pude conocer un poco de ella, me contó un par de historias y me dijo que estudiaste con ella, lo cuál no me esperé en lo absoluto, en realidad no sabía si la conocías y bueno, ella me lo confirmó. No eras muy popular, ¿no? Digo, sos muy linda pero por lo que Carolina...

—¿Qué te contó? —pregunté a toda velocidad, preocupada por lo que me fuera a responder.

—Nada en especial, solo que no tenías muchos amigos. En realidad, dijo que eras muy aburrida y en eso estamos de acuerdo ella y yo.

Solté un suspiro aliviada al darme cuenta de que no había sido nada grave, y al caer en cuenta de sus palabras, golpeé su brazo a lo que él soltó una risita.

—No entiendo como pensaban eso de vos...

—En realidad lo era, era demasiado seria como para que ellos quisieran acercárseme...

De ellos, lo hicieron, pero yo estaba al principio, demasiado triste por lo de mis padres, y sabía que todos se acercaban a mí porque sabían lo del accidente. No quería que nadie me tuviera lástima, y exactamente, esperaba que Carolina no se lo hubiera mencionado a Mateo porque entonces sabría que solo se me acercaría por lástima.

—¿Cuándo vamos a ir a esquiar? Me muero por ir pero no quiero ir solo —me invitó.

—Mateo, mi agenda está llena de laburo, no creo que vaya a poder...

—Nah, dale, pendeja. Vine de vacaciones aquí a pasarla bien. Vamos juntos —hizo cara de perrito y me reí.

—Andá con Carolina, ella de seguro sí puede ir.

—No estoy invitando a Carolina, te estoy invitando a vos...

No debería ser así, pero esas palabras incendiaron mi pecho.

—Ah... bueno, no sé, voy a intentar.

—Igual no veo por qué te complicás, si tu tía es tu jefa...

—No es por mi jefa o mi tía, es porque necesito el dinero.

Esas palabras en específico parecieron despertar algo en Mateo, y como era él, seguramente fue su curiosidad.

—¿Para qué? —preguntó sin dudar.

—Para pagar mi universidad.

—¡Puaj! La universidad da igual. —Sonríe y yo ruedo los ojos.

—Para vos, no para mí —aclaré enseguida y él alzó los hombros.

—Como sea —le restó importancia— ¿y para algo más?

—Creo que no —dije y él alzó una ceja.

—¿Qué tal viajar, no te interesa conocer el mundo? —preguntó con la emoción bailando en sus ojos.

Hice una mueca. No. Solo pensar en la carretera para salir de este pueblo, me dan ganas de vomitar.

—No, de hecho nunca quiero irme de aquí...

—¿Y la universidad?

—Hay una sede aquí en el pueblo en donde enseñan gastronomía —sonreí con suficiencia.

—¿Gastronomía? ¿Qué es eso? ¿Estudian el gas?

Una carcajada escapó de mi garganta por más que traté de evitarla. Menos mal no estamos en la biblioteca.

—Es para ser Chef —le aclaré.

Él se rió también por lo que había dicho antes.

—Bueno, prometeme hacerme los mejores tacos en un futuro —dijo él y yo reí.

—Nadie necesita estudiar para hacer tacos, Mateo.

—¿Vos sabés hacer? —la forma en que le brillaron los ojos—. ¡Decime! Yo me estoy muriendo por comer tacos y no he encontrado un buen lugar por acá. Mi viejo sabe hacer pero no le gusta hacerme, dice que soy un fastidioso pero no me hace los tacos ni pa bajarme de encima. Igual mirá que yo para hacer unos tacos tendría que estudiar porque no me salen ni en pedo, y creeme cuando te digo que lo he intentado. ¿Vos sabés hacerlos? ¿te quedan bien? ¿los has vendido aquí?

Me quedé pasmada en el lugar tras la fuente de palabras derramadas por su boca en tan pocos segundos. No entendí nada.

—Eh... ¿qué si sé hacer tacos? Sí, me quedan buenos...

—Que bien, boluda. ¿Cuándo me invitás? No me digás que me tengo que volver a invitar solo como la última vez —se rió.

—Ni de joda. Luego miramos, pero no te atrevás a volver a entrar por mi balcón.

Sin darme cuenta, cumplí mi turno riéndome todo el rato con Mateo. La jornada laboral se me estaba haciendo muy ligera y Mateo más agradable de lo que quisiera. Sin embargo, aunque no se lo decía, le agradecía mucho su compañía.

En la noche, terminé de limpiar toda la cafetería antes de irme a cenar con mi tía, ambas en pijama para luego terminar de ver una película.

—Mañana descanso —avisó ella.

—¿Qué? ¿por qué? —pregunté frunciendo el ceño.

—Tenemos un nuevo empleado.

Sin más, se fue a su habitación dejándome sola en la sala. ¿Qué? Nunca habíamos tenido un nuevo empleado.

Me preocupé inmediatamente porque no sabía si eso significaba que mi sueldo bajaría para poder darle salario a otro. Sin embargo, una parte de mí se sentía aliviada porque quizá podría sacar tiempo para salir a esquiar con el morochito que me estaba alegrando un poco los días.






Holiiii!! ¿Qué tal? ¿cómo estuvo hoy su día?

¿Qué les pareció el capítulo de hoy?<3 las amo.

Trataré de subir al menos un capítulo diario<3

Snow ; TRUENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora