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—Entonces... adiós —dije mirándolo fijamente. Él tenía una sonrisa pintada en la cara, una sonrisa de pendejo enamorado que seguro tenía también yo.

—Adiós...

—Nos vemos mañana —agregué, extendiendo esta tortuosa despedida.

—Vendré muy temprano... a despertarte —dice y yo ruedo los ojos.

—No creo que podás levantarte antes que yo —alcé una ceja.

—Yo digo que sí...

Sin saber que más decir, solo nos quedamos mirando, hasta que tras un suspiro volví a despedirme.

—Ahora sí adiós...

—¿Y no me pensás dar un beso de despedida? —dijo Mateo.

—¿Qué? —pregunté medio descolocada.

Él pareció darle gracia porque se acercó y sin preguntas o palabras por el medio, puso sus manos en mi cuello para finalmente juntar sus labios con los míos y moverlos suavemente, de una forma tan pasional que me derretía en sus manos, terminó con un corto beso que me hizo abrir los ojos. ¿En qué momento los cerré?

—Mañana vendré temprano... —susurró.

—Eso ya lo dijiste —hablé de la misma forma.

—O... ¿por qué no me invitás a pasar y pasamos la noche juntos? —sugirió, poniéndome nerviosa al instante, sobre todo por su sonrisa picarona.

—¿Qué? No...

—Dale, son las once de la noche, para irme ahora y regresar unas horas, mejor me quedo aquí...

—Solo dormir, ¿no? —dije, él miró a un lado y volvió a mirarme con coquetería.

—¿En qué estás pensando vos? —inquirió.

—En nada —me apresuré a decir—, solo me aseguraba.

—Sí, claro, ya hemos dormido juntos y no ha pasado nada —dijo y yo empecé a abrir la puerta. En cuanto lo logré, sentí sus manos en mi cintura, haciéndome pegar un respingo, más cuando su aliento chocó contra mi nuca—, aunque ya es tiempo que pase, ¿no?

—Matu... —Un beso en mi nuca logró que me estremeciera, más al sentir su risita contra mi piel—, vas a despertar a mi tía.

—Mmmm, bueno —dijo alejándose—, solo porque está tu tía.

Rodé los ojos y lo hice entrar a hurtadillas junto a mí. La cafetería no estaba organizada, así que supuse que realmente ella se había ido. ¿Ni siquiera organizar la cafetería? Todo por estar detrás de su amiga.

Subí a la sala con Mateo detrás y encendí la luz sin pensarlo, y terminé por ahogar un grito ante lo que presencié. Mi tía se alejó de golpe de ella y mis mejillas se calentaron.

—¿Qué pasa? —preguntó Mateo preocupado poniéndose a mi lado, viendo a mi tía sentada en el sofá junto con su "amiga" Catalina.

Las había visto besándose, pero ahora ya no lo estaban haciendo, por razones obvias. Los recuerdos de todas las noches que mi tía salía contenta de casa porque iba a ver a su amiga vienen a mi mente, incluso las noches que Catalina se quedaba a dormir con ella.

—¿Eres lesbiana? —pregunté sin siquiera procesarlo—. ¿U-ustedes son novias?

Inhala, exhala. Inhala, exhala.

—Nena, puedo explicarlo —dijo mi tía levantándose.

El corazón se me estrujó al ver sus ojos mojados, y una pequeña molestia me invadió. Miré detrás de ella a la mujer que había visto un par de veces, mirarnos incómoda y quizá avergonzada.

Snow ; TRUENODonde viven las historias. Descúbrelo ahora