No es que me sintiera muy cómoda en cuanto ambos nos desnudamos, pero aun así no era tan vergonzoso como lo hubiera imaginado.
Mateo abrió la llave de la ducha y el agua tibia comenzó a correr desde mi cabeza, mojando todo mi cuerpo. El alivio fue inmediato. Quería estar ahí por horas y horas. Pronto se acercó a mí para poder disfrutar también de la lluvia tibia de la regadera; puso sus manos en mi cintura y la verdad es que no fue incómodo.
—Sabés que no soy de aquí...
Suspiré.
—Mateo. Si querés decirme algo, es mejor que me lo digás de una vez en vez de dar tantos rodeos —exigí.
—No tenés de qué preocuparte, te dije que lo vamos a resolver...
—Pues tenemos que resolverlo ya, sino, ¿cuándo?
—Mañana... hablémoslo mañana...
Sus labios buscan los míos y creo que es un intento de disolver mis pensamientos, y se lo permito, solo porque me encanta esta sensación.
(...)
"Trueno".
Los resultados saltan en mi celular y me doy cuenta de que tiene una cuenta verificada, sin embargo, no tiene una foto publicada.
¿Las archivó?
¿Por qué?
Porque quiere ocultarlo, pero ¿por qué?
Mientras me visto en el espejo me pregunto qué fue lo que le gustó a Mateo de mí. Debe tener tantas chicas a su disposición y yo...
"Soy linda".
¿Pero qué tanto para él? ¿Qué tengo que esas chicas no?
—¿Adónde vas? —pregunta mi tía.
—A cenar con Mateo —le aviso.
—Está bien, te quiero —se despide y salgo de la cabaña.
No sé que va a pasar ahora, no sé qué me va a decir. No sé como reaccionaré si me sigue mintiendo.
El restaurante no está muy lejos, y llego allí en un par de minutos. Él ya se encuentra allí, tiene una pequeña sonrisa en su cara.
—¿Todo bien? —pregunta.
—Excelente —respondo entrando con él para sentarme en el cálido lugar. Luce muy hogareño, con un estilo parecido al de la cabaña, aunque acompañado por más elegancia.
El mozo nos trae el menú y Mateo no lo mira ni siquiera. Incómoda fijo mi mirada en el menú pensando en qué voy a comer, y me preocupo un poco al ver lo costoso que es.
—Pide lo que quieras, yo pago —dice como si hubiera leído mis pensamientos.
Una interrogante se forma en mi cabeza enseguida. ¿Cuánto dinero gana? Es decir... tiene una carrera profesional, una cuenta verificada, y el auto de su papá se ve bastante costoso. No me había percatado de eso.
Se ofrece a pagar mis palomitas y ahora mi cuenta porque tiene dinero... ¿Entonces por qué trabaja en la cabaña?
—¿Lo que yo quiera? —pregunto alzando los ojos del menú para mirarlo.
Sonríe. —Lo que quieras.
—En ese caso, quisiera... —Bajo mis ojos buscando el precio más alto en el menú y cuando lo encuentro señalo el plato, solo para ver su reacción—. Este —le indico con el dedo.
Mis ojos intrigados lo miran a él a la espera de una reacción de sorpresa o molestia, pero él lee el nombre del plato y asiente.
—Okey, pediré lo mismo —dice y suprimo mi sorpresa.
¿Tiene mucho dinero? Bueno, de verdad que no me interesa, pero me sorprende. Es decir, era mi compañero de trabajo y ahora resulta que es adinerado.
De nuevo me pongo en la balanza. Sabe que no tengo dinero, ni fama, ni tengo algo físico que me haga más especial. Mi cabello es simple, mis ojos más, y mis curvas apenas y se notan. ¿Qué quiere de mí?
No quiere mi dinero (porque no tengo), no quiere mi fama (porque no tengo). ¿Querrá mis tripas? La puta madre. ¿Será como esos adinerados psicópatas que buscan víctimas por ahí? No, no me habría salvado en el lago. ¿Quiere un simple polvo? No.
La pregunta cambia.
¿Qué quiero yo de él? ¿Su dinero? ¡No! ¿Su fama? Tampoco. ¿Sus tripas? Tal vez...
¿Por qué quiero a Mateo?
Mis ojos lo repasan y veo que está mirando fijamente la mesa, pensativo. Detallo sus ojos, cejas... su nariz con su piercing, y el lunar en su mejilla. Sus labios...
Es guapo. ¿Lo quiero por eso? Por eso y porque me parece encantador... cuando se ríe y parlotea hasta quedarse sin aire, porque le gusta hacerme reír.
Sus ojos se alzan y me miran. Por la forma en que me mira.
—¿Qué? —cuestiona con una sonrisa tímida haciendo que mi corazón se acelere al instante.
Además su voz, su voz es hermosa. Por eso debe ser rapero, debe oírse muy bien.
—Me gustas mucho... —admito mis pensamientos.
—Vos me gustás más... —dice y agarra mi mano.
—¿Por qué? —no puedo evitar preguntar.
—Porque sos preciosa, porque... no sé, cada que te veo mi corazón se acelera, porque mi cuerpo te reclama y me ruega que te mantenga en mis brazos, porque me siento bien cada que estás a mi lado. Sos divertida, tranquila, sencilla y me encanta. Estás enfocada en tus sueños y tenés claro lo que querés hacer...
Sonrío sin poder remediarlo, sin embargo, su gesto decae. Su sonrisa desaparece para mostrar una expresión seria. Su mirada baja y vuelve a subir para encontrarse con la mía.
—Dije que lo solucionaríamos...
Oh no...
—Y... espero que digás que sí...
—¿Qué? —pregunto nerviosa.
—Quiero que vengás conmigo a Buenos Aires.
Holiii.
Mateo, tas loco?
Espero les haya gustado este cap tanto como a mí<3. Las amo.