Mateo
─Ya nos vamos ─le avisé a Carolina, mientras Amber me esperaba, apoyada en una pared unos metros atrás.
─¿Tan pronto? ─preguntó.
─Sí, la verdad es que estoy cansado ─dije y ella asintió haciendo una mueca.
─Espero que regresen a la próxima fiesta ─dijo ella y sin previo aviso se acercó para abrazarme, entonces depositó un beso en mi mejilla─, además ─agregó cuando se alejó de mí─, creo que tenemos algo pendiente...
Sonreí ante su insinuación. Sí que teníamos algo pendiente. Carolina me llevó antes a una habitación con la intención de coger seguramente, yo también quería pero mientras la besaba solo podía pensar en lo que podría estar haciendo Amber allá sola con ese pibe, o quién sabe... Ella no había ido nunca a una fiesta y me preocupaba. No fui capaz de hacer nada con Carolina, pero claro que me gustaría hacerlo a futuro.
Me despedí sin mirar al pibe que había incitado a fumar a Amber y regresé con ella para que nos fuéramos al fin. Tomé su muñeca y tras salir de la casa comenzamos a caminar.
Afuera el frío se sentía aún más. Tenía ganas de regresarme y meterme bajo la primer manta que encontrara, sin embargo, Amber no se iba a querer quedar allá y tampoco la iba a dejar irse sola. Por supuesto, tampoco era una opción pedirle de regreso mi sudadera. Tampoco mentía al decir que a ella le quedaba muy bien. Se le veía grande, lo suficiente como para hacer lucir su cuerpo más diminuto.
─¿Querés que te abrace? ─preguntó ella mirándome apenas de reojo. Al parecer había notado mi frío.
Sonreí de medio lado y sin responderle solté su muñeca para jalarla de la cintura y estrecharla a mí.
─Sí, así esta mejor ─dije y pocos segundos después sentí como correspondía mi abrazo.
La calidez en mi cuerpo era gracias a la sudadera, pero la que se extendió por mi pecho era gracias a sus pequeñitos brazos.
─¿Cuántos años tenés? ─pregunté.
─Diecisiete ─dijo y yo alcé las cejas.
─Ah, sos re ilegal ─dije y ella rió.
─Es joda, tengo dieciocho ya ─dijo sonriendo.
─Eso significa que podemos hacer lo que queramos ─dije alzando y bajando las cejas varias veces, pícaramente.
─Sí claro ─dijo irónica antes de soltarme, pero yo la estreché más.
Ya estábamos cerca de la cabaña.
─¿Te gustan los raperos? ─preguntó.
Mi corazón frenó un segundo antes de reanudar su marcha.
─¿Ah? ─pregunté nervioso.
─Por tu camisa. ¿No es un rapero? ─preguntó entrecerrando los ojos.
─Ah... sí, que sé yo, mi papá me la compró y a él le gusta mucho el rap ─dije haciéndola reír.
─Ya. Esta tarde me salió un video de batallas de rap. ¿Has visto alguna vez una...?
─¿La viste? ─la interrumpí angustiado.
─No, no tuve tiempo porque llegaste...
Y menos mal que lo hice.
─Ya.
─Entonces, ¿has visto o no? ─insistió.
─He oído un poco, es una... basura ─dije y me reí para mis adentros al encontrarme hateando mi mundo.