Otro suspiro soltó sintiéndose el ser más miserable de todo el mundo.
⎯ Mikey...
⎯ ¿Mmmp?
⎯ ¿Qué crees que estás haciendo...? ⎯ preguntó Emma, observando a su hermano preocupada y con una ceja alzada, extrañada del cómo lo encontró.
Emma al entrar a la sala lo primero que visualizó en el sofá fue la figura del azabache con las piernas alzadas hacia la cabecera y con la cabeza colgando hacia abajo junto con sus brazos extendidos hacia los costados, las hebras oscuras de Mikey rozaban ante cada movimiento pequeño contra el suelo debido la distancia corta que los separaba.
Mikey se mantuvo en la misma posición, con la mirada en el techo con indiferencia mientras que el quinto suspiro hacía presencia entre sus labios agrietados y finos.
⎯ Intento deprimirme.
⎯ ¿Qué? Pensé que hoy saldrías con Takemitchy ⎯ la mueca que surco en la expresión de Mikey no pasó desapercibida por Emma. ⎯ ¿Todo bien entre ustedes...?
⎯ El amor es tan complicado. No, mejor dicho, Takemitchy es el complicado.⎯ respondió abatido para después hacer un mohín y fruncir el ceño fastidiado. ⎯ Tengo la sensación que volví al inicio de partida...
⎯ ¿Y porqué no hablas con él? Así podrán aclarar toda duda disuelta entre los dos
El de hebras azabaches lo pensó con detenimiento para después negar tal decisión precipitada. Mikey sacudió sus manos exageradamente rechazando la idea de su hermana, y quedó por unos instantes en silencio.
Pensando qué hacer a continuación.
La chica bufó irónica para así acercarse a su hermano y levantarlo de allí a la fuerza.
⎯ No te quedarás allí lamentandote, mejor salgamos, acompáñame Mikey~
⎯ No. Estoy bien aquí, incluso iba a aplicar varias formas de deprimirme más rápido
Emma de nueva cuenta rodó los ojos para así terminar de jalar con mucha fuerza uno de los brazos del contrario y al hacerlo, Mikey debido a la gravedad terminó por completo en el suelo.
Aún así, ni se inmutó.
⎯ Mikey...
⎯ Emma dije que no ⎯ se acomodó en el suelo tranquilamente, para así cerrar los ojos por completo disfrutando de la superficie fría que rozaba su nuca, relajandolo al instante ⎯ el piso es una mejor opción, me quedo.
Mikey dispuesto a permanecer en aquella posición suspiró, pero al no escuchar más quejas de parte de Emma fue que decidió entrecerrar los ojos para averiguar que hacía la rubia entre tanto silencio. Vaya sorprensa se dió al encontrarla observándolo fijamente, con una sonrisa cerrada, y la sensación de escalofríos al mirarla le recorrió de pies a cabeza.
⎯ ¿Sabes qué? El piso es incómodo, salgamos.
⎯ No tienes que repetirlo dos veces, hermanito ⎯ comentó Emma con un un semblante renovado, vistoriosa tomó la mano de Mikey y lo guió hasta la salida de su hogar.
Pasada la hora, ambos hermanos se encontraban en una heladería mientras compartían un delicioso Brownie de helado. Emma degustaba su porción en la cuchara de plástico mientras que su mano izquierda estaba sobre su mejilla demostrando claramente lo encantada que estaba debido al sabor cremoso de la vainilla en sus papilas gustativas.
Por otro lado Mikey solo se dedicaba a verla de reojo al mismo tiempo que se apoyaba de sus codos en la mesa y sus manos reposaban en ambas mejillas, de vez en cuando saboreando su parte con lentitud.
La rubia notó nuevamente la nube gris que bailaba burlonamente encima de la figura de su hermano, reflejando sus emociones con claridad. Emma estaba dispuesta a decir algo para animarlo, pero algo detrás del azabache robó completamente su atención.
Y sus labios se movieron por sí solas.
⎯ ¿Ese no es Takemitchy?
Así como fueron pronunciadas sus palabras, el arrepentimiento surgió al mismo tiempo que Mikey volteaba rápidamente hacia atrás de él encontrándose con la figura a la distancia de su Takemitchy a la lejanía en compañía del supuesto amigo.
¿No qué estarían en Shibuya?
⎯ ¿Mikey...?
¿Por qué ese idiota estaba tan cerca de su Takemitchy...?
⎯ ¿Mikey, a dónde vas?
¿Acaso él iba a...?
⎯ ¡Mikey! ¡Oi, regresa!
Mikey no supo en qué momento ni cómo había pasado de estar sentado en la silla metálica a correr hacia el azabache y el pelirrojo.
Sólo sabía que apenas estuvo allí, no dudo en separar al pelirrojo de su amado con una gran y mostruosa patada.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
