Llamada 97

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Lo único que podía vislumbrar era una absoluta oscuridad.

Por un momento se mantiene así, bajo la penumbra del sueño, sin sentirse totalmente perturbado o confundido por el silencio. Solo sabe que no hay nada que temer. Luego empezó a correr, sin rumbo aparente, hasta llegar a las profundidades de un bosque, y él no supo en qué momento, pero se le cortó la respiración.

Empezó a sentir frío.

Probablemente, estaba perdido, no estaba claro lo que estaba haciendo, pero sabía que tenía que encontrar algo, debía de buscar a alguien. ¿Quizás buscaba a Emma, a su abuelo o incluso entre tantas sombras podría encontrar a su hermano mayor? Mikey no estaba seguro.

Pero de pronto, juró que sonreía, y el sol se asomó entre los pinos, saludándolo y haciendo que sintiera un calor extenuante. Hubo algo, ese algo que era el origen del calor, que lo abrazaba y lo resguardaba. Y, ese mismo sentimiento, lo comenzó a asfixiar.

Todo comenzó a tornarse más oscuro que antes, si más se podía, y unas manos ajenas que ni siquiera vio venir se apoderaron de sus mejillas. Lo sostuvieron con suma fuerza, y percibió un aliento frenético chocando contra su rostro. La respiración contraria era como cuando tenía miedo, le recordó a aquella ocasión, cuando casi perdió a su mejor amigo, cuando tuvo pesadillas de pequeño, cuando... se fue a Manila y la posibilidad de no volver a ver a Takemichi estuvo ahí, rozándole los talones, burlándose de él.

Después aquella sensación opresiva desapareció, y fue reemplazada por unos labios que tomaron los suyos con suma delicadeza y lentitud, pero a la vez con tanta prisa que sentía que estaba acorralado. El sudor bajaba por su frente y sus músculos estaban relajados, sintiendo como si los rayos del sol le estuvieran quemando, como si estuviesen arriba de él.

Y así como vino, se fue, los rayos del sol se fueron alejando parsimoniosamente y todo quedó en completa calma.

Luego de un rato, Mikey abrió los ojos con lentitud y perezosamente le echó una mirada de reojo al bulto que estaba situado encima de él, confirmo todas sus sospechas. Una sonrisa pequeña se situó en su somnolienta expresión, y cariñosamente tomó a Takemichi de la cintura y lo acercó aún más a su cuerpo, buscando perderse en el placer de tener a su novio bajo su cuidado, tras hundir su nariz en la melena alborotada del azabache, intento volver a reconciliar el sueño.

Una lástima que el tono de llamada de su celular tenía otros planes para él.

Se quejó suavemente, y con cuidado de no despertar a Takemichi, extendió su mano derecha hasta llegar al aparato. Mikey asumiendo que era Emma preguntándose dónde estaba, contesto sin darle la oportunidad a la contraria de gritarle tan temprano en la mañana.

—Emma no te preocupes, estoy con Takemichi. Regresaré más tarde a casa.—habló Mikey arrastrando las palabras al mismo tiempo que soltaba un bostezo.

Oh, así que aún sigues en cama a pesar de que deberías de haber llegado hace más de media hora al ensayo.

Esa voz era muy masculina para ser de Emma, pensó Mikey despertándose por completo. Alejó por unos instantes su celular de la oreja, y después de detallar los kanjis de Kazutora en el contacto se percató de lo obvio. Además, se acaba de dar cuenta que eran las tres de la tarde.

—¿Teníamos ensayo hoy? —Mikey prefiere hacerse el desentendido que admitir un error, y si así lograba excusarse para faltar, mejor para él.

Mikey, te dije ayer que hoy teníamos programado otro ensayo.

Un sábado, qué jodida broma. El de mirada oscuro simplemente frunció el ceño confundido, preguntándose en qué momento le dijo aquello.

Y por otro lado, Kazutora a pesar de escucharse tranquilo desde el otro lado de la línea, de cierta forma había ese algo detrás del tono con el cual hablaba que le extraño en demasía a Mikey, y no estaba seguro si era su imaginación o no.

De todos modos, Mikey se encogió de hombros dándole poca importancia, en lo único que podía pensar era quedarse más tiempo con su novio. 

El azabache más bajo con sumo cuidado removió a Takemichi de su lugar en su pecho, lo cubrió con una manta y lo acomodo a un costado, y luego de asegurarse que su pareja seguía dormido, se levantó, buscó un vaso de agua en la cocina y se apoyó en la pared sin despegar su mirada oscura de las hebras azabaches que sobresalían de la manta.

—¿Sabes qué? Hoy no me siento muy bien, creo que me gané una indigestión.— musitó Mikey fingiendo malestar. Ignoró hábilmente a Kazutora sin dejarlo contestar ni por un segundo.— No iré, puedes descontarlo de mi salario, bye, bye~

Y cortó la llamada.

A los segundos nuevamente Kazutora lo estaba llamando, pero Mikey simplemente colocó su celular en modo vibrador y buscó qué comer en la nevera de Takemichi.

En el transcurso de la siguiente hora, Mikey se preparó un sándwich con todo lo que pudo encontrar hasta armar una torre de delicias solo para él, y viendo lo tan majestuosa y apetitosa que se vea su obra maestra, decidió que le tomaría una foto para después presumírsela a Takemichi, porque por nada del mundo piensa despertarlo, se ve tan lindo a sus ojos que podría considerar una crueldad hacer lo contrario.

Cinco de la tarde, según su celular, y diez llamadas perdidas de Kazutora. Obviamente, Mikey las va a pasar de largo, pero cuando estaba por entrar a la cámara, pudo ver en la casilla de notificaciones un mensaje nuevo. El azabache estaba seguro de que era del molesto violinista, pero bueno, solo para seguir molestándolo lo dejará en visto como venganza por arruinarle su sueño de belleza.

Pero apenas Mikey abre el mensaje, su corazón se congela al instante.

Kazutora (conectado)

4:48 pm No debí de haber sido yo quien te dijera esto, pero tampoco quiero que pienses que lo hice con la intención de lastimarte.

(Imagen adjuntada)

Mikey no podía despegar la mirada de la imagen. Eran Takemichi y Kazutora. Ambos envueltos en un beso.

4.50 pm Tu novio fue el que me besó hace días, aquí puedes ver una captura de las cámaras de seguridad. Lo siento.

—Qué mierda...

Los latidos desenfrenados de su corazón dolía en su pecho, y de alguna forma, la conmoción anterior fue disipada cuando sus ojos fueron atraídos por la mirada somnolienta que le regalaba un Takemichi encorvado y recién despertado.

Justo en ese preciso instante, Mikey pudo conectar varios puntos en su cabeza; las ojeras situadas bajo los hermosos ojos azulados de Takemichi, la palidez nada habitual en su suave piel, y el motivo del porqué su querido novio se veía tan perturbado. Todo cobraba sentido ahora, y sentía como picaban sus ojos de la impotencia por no haberse dado cuenta desde un principio.

Mikey va a matar a ese imbécil.

Mikey va a matar a ese imbécil

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Llamada Entrante | MiTakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora