Llamada 86

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—Me pregunto si debería de llevar algo más, ¿Quizás, un dorayaki?

El azabache cansado y pensativo, exhalo un gran bocado de aire. La carrera de hace unos minutos hizo que algunas hebras oscuras se pegaran en su frente por el sudor acumulado. Cambió la posición de la bolsa plástica, que tenía en su interior medicamentos, de su mano derecha a la izquierda. Después de un breve descanso, retomo su caminata al departamento de su pareja.

Cuando Mikey se percato de que estaba a una cuadra de llegar, sonrió ansioso, como siempre demasiado emocionado por ver a Takemichi. Y en todo el trayecto no dejó de pensar en la posibilidad de vivir juntos. 

Pensando más en el tema, comenzó a divagar. La manera más sencilla para cumplir su deseo sería mudarse al departamento actual del azabache, pero, desafortunadamente, el enamoramiento de Mikey no lo ayudaba a ignorar el ambiente al que su novio llamaba hogar. Ahora que la cueva de su pareja se proyectó en su mente, Mikey se dio cuenta de que debería de hacer algo al respecto.

Pero, por otro lado, Mikey también era un vago para la limpieza.

Cualquiera que sea el desenlace, sería el problema del Mikey del futuro, por mientras él velaría por la salud de Takemichi. Eso era mejor a estar preocupándose por cosas que aún no suceden.

Aunque, el compartir un hogar juntos sucederá tarde o temprano.

Sacudió su cabeza, intentando despejarla aunque sea un poco y enfocarse en lo que estaba haciendo. En ese preciso momento en el que había llegado al otro extremo del cruce peatonal de la zona, Mikey tuvo un mal calculo al esquivar a una persona y accidentalmente chocó con el hombro ajeno, el movimiento brusco ocasionó que la bolsa que sostenía se le cayera al suelo.

Se disculpó quedamente y se arrodilló a recoger sus pertenencias mientras se aseguraba de que todo estuviera en buen estado. La persona con quien chocó de igual forma se arrodilló al mismo tiempo, dispuesto a ayudarlo, pero justo cuando Mikey decidió regresarle la mirada y comentar que no hacía falta que le ayudara, se encontró con unos orbes amarillos, los cuales se hallaban presentes en la mayor parte de sus preciados recuerdos de su afamada adolescencia, olvidados con el paso de los años.

Sin embargo, en ese momento los recordó de inmediato. Todo le llegó de repente como si hubiese sido apenas ayer el día en que se fue.

El ambiente que los rodeó a ambos al reconocerse fue sumamente incómodo, y ninguno pudo articular una respuesta inmediata para salir de aquel aprieto.

El ambiente que los rodeó a ambos al reconocerse fue sumamente incómodo, y ninguno pudo articular una respuesta inmediata para salir de aquel aprieto

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Llamada Entrante | MiTakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora