Llamada 51

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Mikey inhaló todo el aire que sus pulmones le pudieron proporcionar para así exhalar, soltando todo de golpe, relajándose de inmediato.

Sus músculos tensos se llegaron a relajar un poco, pero seguían rígidos y temblorosos. Se mantuvo en aquella posición desde que llegaron del cementerio y aún así, el sentimiento de culpa y de tristeza no lo abandonaba.

Mordió su labio inferior buscando la manera de suprimir su dolor, pero en vez de disminuirla, aumentaba. Mikey se negaba a llorar, aunque el mundo se desmoronara frente a sus ojos, no podía llorar. Y así fue, no se permitió dejarse ser vulnerable y simplemente se quedo allí, en la habitación que alguna vez fue de su hermano mayor al mismo tiempo que sostenía su gorra degastada entre sus manos mientras pasaba las yemas de sus dedos por la tela azul marina.

El azabache se encontraba sentado en la cama de aquel espacio, con la mirada baja, rememorando en su mente recuerdos que eran inevitables el visualizar ante sus ojos. Era como una película, se veía a sí mismo hace cinco años mientras caminaba codo a codo junto a Shinichiro y a pesar de haber transcurrido tanto tiempo, no dejaba de doler, el dolor no se iba.

Luego de un tiempo prudente en ese lugar casi vacío, con las pertenencias de un joven soñador obsesionado con fumar entre cajas y polvo, fue que se levantó de su lugar dejando sobre la cama la gorra que tenía en sus manos con anterioridad para así aproximarse a la entrada del garaje, volteó a mirar por última vez de reojo las cuatro paredes y sintiendo que logró dejar un poco del peso que cargaba en sus hombros atrás.

Mientras caminaba por el patio de su hogar, detallando con la mirada cada flor, piedra y pequeño charco también jugueteaba con su mano derecha sus hebras azabaches distraídamente, despeinando y peinando las mismas con sus dedos, hundiendo sus uñas de vez en cuando en su cráneo disfrutando del tacto. Apenas llegó a la sala central de la amplia casa tradicional, y luego de caminar unos pasos más logró llegar a la cocina donde se encontraba su hermana.

⎯  ¿Y el viejo?

Emma volteó a verlo un poco desorientada, y luego de procesar un poco la pregunta dada por su hermano fue que le mostró una sonrisa amplia, Mikey al verla de igual forma le regresó el gesto, siéndole inevitable el contagiarse de aquella hermosa sonrisa de su amada Emma.

⎯  El abuelo está arriba, creo que esta colocando las velas... ⎯ murmuró lo último con cierto deje de tristeza e inmediatamente lo cambio a uno más animado. Tomó uno de los platillos servido en la mesa y se lo extendió al contrario.⎯ ¿Quieres una? Las hice especialmente para ti Mikey.

Mikey mostró una sonrisa cerrada, agradeciendo tener a Emma allí, de una u otra forma aquello lo mantenía aún cuerdo entre tanta tempestad. Y justo cuando iba a tomar una de las galletas que le eran extendidas, el timbre de la entrada sonó deteniéndolo.

Emma apartó el plato de inmediato.⎯ Atiende tú, seguro que la visita te alegrará~

⎯ La presencia de Izana nunca me alegrará, no importa cuantas veces lo intentes, no nos soportamos ⎯ comentó con molestia, y antes de que el plato estuviera muy lejos de su alcancé agarró una galleta para así ver como Emma colocaba la misma en la mesa.

La rubia rodó los ojos divertida⎯ Aún no entiendo su disgusto entre sí, son hermanos.

⎯ Hermanos adoptivos.⎯ corrigió rápidamente Mikey, mordió un pedazo de la galleta ⎯ Ez digerente.

⎯ ¡Mikey, no hables con la boca llena!⎯ exclamó molesta, el timbre nuevamente sonó.⎯ sólo ve ¿Quieres?

Mikey de golpe se comió, masticó y tragó la galleta.⎯ Lo comí, pero aún así me ofende muchísimo.

Dio media vuelta sobre su eje y caminó hasta la entrada. Ahora que lo meditaba, en la mesa habían cinco platos servidos. Mikey sin detener el ritmo de sus pasos comenzó a contar con los dedos de su mano derecha la cantidad de los integrantes de su familia y llegó a una conclusión apenas tomó la perilla de la puerta.

Estaba seguro que sólo serían cuatro personas en el almuerzo. Entonces, ¿Por qué un plato extra?

Y apenas la puerta fue completamente abierta del todo, su mirada oscura se cruzó con unos orbes azules que lograron anonadarlo en el proceso.

En un principio se mantuvo quieto, mirando fijamente los ojos contrarios y luego extendió su mano derecha hacia la mejilla contraria sintiendo al contrario estremecerse ante su tacto. Después con su pulgar comenzó a dar leves caricias en aquella mejilla que poco a poco se calentaba.

⎯ Mmmp... Se siente real... ⎯ murmuró Mikey pensando que quizás, aún estaba soñando. Y en un movimiento rápido tomó ambas mejillas con la misma mano que utilizó anteriormente, obteniendo una expresión graciosa del Takemichi frente a él, sintió ternura al verlo así.⎯ Muy real...

⎯ ¿Mikey? ¿Qué le estas haciendo a nuestro invitado? ⎯ preguntó Emma apareciendo a sus espaldas, bastante curiosa de lo que sus ojos observaban.

El azabache al escuchar a su hermana soltó a un Takemichi nervioso, y lo señaló reflejando diversión en su semblante.

⎯ Neh, ¿no fui el único que comió lo que no era azúcar?

Nuevamente rodó los ojos igualmente divertida para después dirigirse a Takemichi, quien se encontraba sobandose sus mejillas ahora adoloridas. ⎯ Ignoralo Michi, puedes entrar.

⎯ P-Perdonen la intromisión... ⎯ murmuró tímidamente, luego al ingresar le dirigió una mirada rápida a Mikey como saludo y la desvió después a la rubia con una sonrisa pequeña.⎯ Gracias por invitarme, Emma-chan.

⎯  El gusto es todo mío, ¿Cómo estuvo el trabajo?

⎯  Bueno... E-Estuvo bien...

Y mientras había un pequeño intercambio entre Emma y Takemichi, Mikey estaba rígido en su lugar, con los parpados cerrados y una sonrisa ladina en su expresión sin emitir palabra alguna.

Mikey.exe ha dejado de funcionar.

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Llamada Entrante | MiTakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora