Capitulo 11

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Salí del departamento y fui a cualquier bar que encontré en Google.

Para ser sincera no me gustaba manejar, así que pedí un Uber, eran las 7 de la noche y ya había oscurecido.

Y era perfecto, así no tenía que ponerme lentes o gorra, nadie me veía la cara.

Hacía frío, lo cual debería ser costumbre para mi ya que llevo viviendo años ahí, la ventaja es que llevaba unos jeans ajustados y no vestidos como siempre. En la noche se veían parejas acarameladas, abrazadas y besándose.

La soledad definitivamente ya no me estaba gustando.

Chicos y chicas agarrados de la manos caminando sonriendo. Que va, ellos eran felices, lo parecían y su cariño era emanable.

Nuestra vida soñada...

No, antes de todo yo nunca quise nada de esto, quería disfrutar al máximo mi vida y me parecía algo ridiculo tener pareja o una relación amorosa. Simplemente no quería encariñarme con nadie por esto, por no querer sentir esto.

Esto era todo lo que quería evitar, la llamada decepción amorosa, já, y aquí estoy, envidiando a gente desconocída por sus casi relaciones perfectas.

Dios llévame ya.

Caminaba y caminaba y caminaba.

Llegue al bar y me sente, pedí algo de tomar, el que servía en la barra era guapo.

No estarás pensando en...

No, obvio no, aunque no lo sé, todo puede pasar.

Pensaba en emborracharme esa noche hasta perder la conciencia y no saber ni cómo me llamo. Justo lo que hacía hace 3 años.

Había muchos chicos que me veían y sonreían, yo solo les devolvía la sonrisa ¿porque no divertirme?, ya había uno que otro chico que se había acercado a hablarme, pero no ah pasado nada con ninguno.

Aún sigo sin creer que ande bebiendo como antes, y que chicos me sonrían sin yo sentir algún tipo de incomodidad, era tan reconfortante.

Habían pasado exactamente 3 horas y ya andaba algo mareada, pero nada grave, pedí otro trago, el de la barra preparaba la bebida y me la entregó.

—La casa invita señorita—dijo con una sonrisa.

Realmente era atractivo.

Después de acabar con ese trago salí del bar y empecé a caminar, pedí un Uber y después de 15 minutos, llego y me subí.

Era un chico con gorra, no se le veía la cara, de seguro porque ya estaba oscuro y yo estaba algo mareada. Le di una dirección algo cerca del departamento y empezó a conducir.

Me empezó a doler la cabeza y a sentir punzadas en esta, pude ver que él Uber no seguía la ruta que le indique, y esta vez estaba segura de que no era por mi mareo ni mi imaginación.

—Oiga, la dirección que le di no es por acá—le dije.

—Lo se—contestó.

—Bájeme—le dije, estaba muy mareada, más de lo normal.

Él no me respondió.

—¿Que no oyó?, bájeme.

Tampoco respondió.

—¡QUE ME BAJE!—le grite para que después se me nublara la vista y perdiera todas las fuerzas de mi cuerpo.

Perdí el movimiento y estaba segura que no era por el alcohol, me habían dado algo.

Mi buen amor || Naim DarrechiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora