Sofía:
Desperté acostada entre voces llamándome, incluso llegue a oler algo muy fuerte cerca de mi nariz que mis 5 sentidos se encendieron y empecé a toser.
—Dios al fin—gritó Sabrina.
—Gracias al cielo—dijo Martha, la abuela de Sabrina.
Yo solo las miraba confundida, de pronto volvieron las dolencias.
—Sofi, ¿que te pasó?—preguntó Martha.
—Yo...yo no...—trate de contestar.
—Creo que él té ya está listo, iré a traerlo—dijo Sabrina.
Había demasiada luz y no podía ver bien.
—Tranquila niña, su hermano ya viene para acá—me dijo Martha.
—¿Como...como llegue aquí?—pregunte ya que casi no recordaba nada.
—Eso quisiera saber yo mija, como llego y donde estuvo, pero lo bueno es que ya está aquí, solo deje que su hermano vea lo que le hicieron y esos malnacidos lo lamentaran—me dijo Martha acariciando mi cabello.
—¿Donde está Jay?—pregunte aún tosiendo.
—Está con el señor Darrechi—me contestó.
Vi que tenía una venda en el abdomen, si, justo donde ese tipo me hacía enterrado levemente una navaja. Puse mi mano en mi ojo y lo pasé ligeramente para sentir una punzada de dolor, luego lo pase por mi labio que también dolía.
Mis piernas y brazos tenían ligeras cortadas que ya había sido limpiadas, mis mejillas tenían un color rojo algo fuerte. No había ni una parte de mi cuerpo que ese idiota no hubiera herido.
—Señora, dejaron también su bolsa—dijo Martha extendiéndome mi bolsa.
Medio me senté en la cama por el dolor y empecé a sacar lo que había dentro, la cartera estaba intacta y no faltaba nada, el teléfono estaba apagado y lo prendí. Al encenderlo tenía más de 10 llamadas de Darian, 7 de Jean y...19 de Libardo.
Un montón de mensajes preguntando dónde estaba o si estaba bien.
—Ya le eh avisado a la señora Darian de que usted llegó—exclamo Martha y Sabrina entró con una taza de té.
—Tenga, esto hará que se calme su dolor, según mi abuela es más efectivo que los medicamentos—dijo Sabrina extendiéndome la taza.
—Y es verdad—afirmó Martha.
Agarre la taza con cuidado y con esfuerzo ya que todavía no recuperaba todas mis fuerzas, estaba literal hirviendo pero Martha me obligó. Sabía amargo, literal sabía horrible pero me lo tomé todo.
—Llame al doctor por si acaso—comentó Sabrina.
—No es necesario yo...—objete.
—Claro que si señora, usted tiene que estar bien por Jay—me regañó Martha.
Empezaron a tocar alarmada mente la puerta y Sabrina dijo que iría a abrir. El miedo de que fuera alguien de esos tipos y que había vuelto.
No.
No. Por favor.
—En el cuarto de allá—se oyó a Sabrina gritando desde la entrada de la casa.
La puerta fue abierta por Naim quien venía agitado, con el cabello desordenado y el traje todo arrugado. Me vio y suspiró para después acercarse y ponerse frente mío y abrazarme.
Dolía algo pero era raro. Que él llegara en ese estado y me abrazara como si le importara, y fue justó por el, fue su culpa lo que me pasó.
Se separó sonriendo y vio mi cara quien al parecer al inicio no noto, me miro preocupado, mirando y analizando mi cara y cuerpo, quería pasar un dedo por mis mejillas pero yo sostuve su mano antes de lo hiciera.
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Mi buen amor || Naim Darrechi
Romance•~Segunda temporada~• Muchas veces la decepción es la que rompe al amor ,y el amor rompe la decepción. Todo cambió aquella tarde donde él le confeso que la odiaba, pero no se lo dijo en serio, se lo dijo para protegerla. ¿Porque? Porque la amaba en...