𝐬𝐞𝐢𝐬

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Aquel día.

Los días continuaban pasando, y aún, parecía ser difícil que pudiéramos conllevarnos con todos esos voluntarios establecidos en la isla. Los reprimí, lo suficiente para que supieran y entendieran que éramos nosotros los superiores a ellos. Me miraban con temor, y eso, en alguna parte de mi interior, se sentía más que bien. Estaba cruzado de brazos, observando como esos chicos sostenían las armas que habíamos podido inmovilizar de los buques. Los voluntarios nos explicaban detalladamente cómo podíamos ejecutarlas a la mayor perfección, pero no era de mi preferencia sostener un arma, para mi, me movilizaba mejor con las hojas establecidas en cada extremo de mis caderas cuando sujetaba aquel uniforme, ajustada junto a mi equipo de maniobras tridimensionales. Desde aquí, podía ver cómo tumbaban las botellas de cristal, algunos tenían una puntería perfecta, pero otros solo intentaban. Aunque, para Connie Springer hacer el ridículo mientras que Sasha Brous tenía una puntería perfecta, era su especialidad. Observe mi camiseta manga larga grisácea junto a un pantalón negro, con zapatos del mismo color. Si, era extraño que no portara el uniforme de la legión mientras me encontraba aquí, pero en estos días, no sentía que debía ser así. Una parte de mi, ya no estaba consagrando a esta élite. Estaba cansado, necesitaba respirar. Ellos me miraban, esperaban mi aprobación, pero solo les asentía.

—Connie, enfócate. O si no, me encargaré de que Sasha se coma tu próxima merienda.—le dije, viendo como él tembloroso asintió.—Vamos.—le alentaba, viendo como disparaba, pero aún así, no logró darle a la botella de cristal.—Quítate.—le pedí, abrumado ante su mala práctica, cogiendo el arma en mis manos, para arrodillarme aún lado de Sasha, quien me observó temeraria por mi cercana presencia.

—¿Estás molesto capitán?—me preguntó Connie aún lado, pero simplemente me deje fluir para jalar el gatillo, y ver cómo ante mi ojo cerrado, pude centralizarme en la botella, logrando tumbarla con el disparo.

—¿Lo tienes?—le pregunté a él, pasándole el arma pesada a sus brazos, para impulsarlo a inclinarse con mi tacto brusco, y así, sujetar su cabeza y moverla hasta la botella.—Jean, ¿como vas?—le pregunté al que yacía a unos centímetros de ellos.

—Bien capitán.—me asintió, mirándome, para distanciarme de ellos, dejándoles en paz, ya había sofocado lo suficiente para que se concentrarán.

—¿Leandra?—me giré, llevando las manos a mis bolsillos, observando cómo Leandra estaba sentada en una esquina, observando a los voluntarios parecer establecer una carpa, su arma estaba en su falda.—¿Qué pasa? ¿Por qué no estás practicando con los demás?—le pregunté, viendo como sus azulados ojos continuaban mirando a los voluntarios.

—No lo necesito. Tengo buena puntería, si no lo crees, pregúntale a Adeline.—me respondió, levantando su mirada, pero con una seria expresión continué mirándola extraño por su actitud.—Levi, ¿puedo preguntarte algo?—camine a su lado, para así sentarme junto a ella, observando los voluntarios ayudarse entre sí.

—Yo lo has hecho.—le dije, entrelazando mis manos, colocando mis codos en las rodillas, dejando todo mi peso sobre ellas, escuchando cómo ella suspiró gruesamente, bajando la cabeza.

—¿Qué haces cuando tienes miedo?—me preguntó, la miré detenidamente, observando cómo cambiaba el entorno de su mirada, haciéndome ver cómo dirigía su mirada a donde estaban esas cuatros personas; Eren yacía aún lado de Adeline, quienes charlaban junto a Armin y Mikasa, pero claramente, Leandra miraba a Eren.

—No tienes porque tener miedo.—musité, viendo a Eren, quien por un momento, pareció mirar hacia acá, observando a la chica de cabello oscuro a mi lado, quien lo tenía sostenido en una trenza.—Una ves te enamoras, ya no hay vuelta atrás.—expresé, levantando la mirada ver a Adeline, quien mantenía ese semblante decaído.

𝐒𝐎𝐋𝐃𝐈𝐄𝐑 𝐖𝐈𝐍𝐆𝐒 ──𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora