𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚

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Siempre habrá un día.
Levi Ackerman.

Estaba recostado. No sabía con exactitud cuando me había quedado dormido en medio de este viaje hacia el continente más cercano a Marley, pero había descansado lo suficiente. Parpadeé, mirando el blanco techo. Podía escuchar constantes suspiros, unos que me alertaron y molestaron por la ausencia del silencio que deseaba tener para sentirme reflejado. Giré mi cabeza, visualizando como desde la cama en la que yacía, la alta mujer de cabello corto y rubio, temblaba de escalofríos en su propio sudor. Arquee la espalda, aún sentía mi cuerpo agotado. Estaba sin duda, maltratado. Me quede mirándola, la fiebre se la estaba comiendo viva. Baje la mirada, visualizando la cama. Debí haberme quedado dormido cuando me ingrese al barco, justamente luego de que aquella detonación se esclareciera. Me quede inmóvil, pensativo. Habíamos dejado atrás a alguien, y aunque aquel sombrío hombre me causara un ambiente pensado por nuestro choque de semblante, Theo Magath se sacrificó para que nosotros pudiéramos seguir adelante. Había un barco restante, con los suficientes suministros y recargas para que los Jaegeristas hubieran sido capaces de derivarnos, pero él valientemente lo impidió. Otra vez, alguien tuvo que sacrificarse. Era una pena, al menos para esos chicos que crecieron junto a él.

Restregué mi rostro, sintiendo el roce de aquel vendaje. Impaciente por la mejoría de mi cuerpo, lleve las yemas de mis dedos al inicio de la colocación, deslizando con suavidad los vendajes envueltos en mi boca. Sacándolos, tome una bocanada de aire que me hizo sentir aliviado. Lleve nuevamente mis manos, pudiendo sentir la textura de la cicatrización, incluso de las puntadas. Serían marcas incorregibles con las que tendría que vivir, incluyendo la ausencia de dos dedos y un ojo. Este era el costo de la vida de un soldado que se creía mortal, este fue mi alto precio cuando creí poder derivar al titán bestia con mi imprudencia. Giré mi mirada, observando a la izquierda como en la misma cama que yo, Adeline estaba recostada. Me tomo por sorpresa verla ahí, ella estaba con sus ojos cerrados, dormía, porque podía escuchar los suspiros que sobresalían de su boca. Su cabello estaba suelto, mientras que ya no portaba el equipo de maniobras tridimensionales. Baje mi mirada, observando su pierna derecha. Estaba vendada por completo e inmovilizada, había sido una desventaja el que le dispararan, pero la adrenalina había sido más fuerte que ella, lo resistió valientemente. No había sangre alrededor del vendaje, por lo cual entendía que la habían tratado con suma prudencia. Con eso, levante la mirada para observar su rostro con detenimiento.

Adeline estaba sufriendo. Pude notarlo en su mirada decaída, en aquel colapso de una fuerte crisis donde se debatía por lo correcto e incorrecto. Después de todo, nos estábamos olvidando que Eren era su hermano. Aquel quien fue su mayor propósito, se convirtió en un objetivo al que debían eliminar si fuese necesario. No estaba preparada, Adeline no iba renunciar a Eren. Y eso, me dolía. Tener que verla en esta situación, ver cómo se estaba culpando por no tener la fuerza correspondiente para desistir en esta misión, me dolía por completo. Aunque ocultara mis emociones, intentando de ceder con mi comportamiento tan frío, no podía ocultar el hecho de que era capaz de sufrir por ella. Adeline me volvía fuerte, como también debió. Ese era el poder del amor que habitaba en mi por ella. Gruesamente suspire, observando su cabello, el cual parecía de alguna manera estar volviendo a la normalidad. Ese color oscuro se denotaba en sus raíces, para mi, ella era hermosa sin importar cómo luciera. Dejando de mirarla, me senté en el borde de la cama, levantándome con dificultad en cuanto aún escuchaba a esa mujer suspirar gruesamente por sus escalofríos. Al verla, Yelena estaba despierta, mirando algún punto de la habitación hasta que se topó conmigo. Fríamente la miré, las gotas de sudor le bajaban por montones. Maldita sea, debía salir y buscar a alguien.

-Ya voy.-le indique, para procurar por ayuda, saliendo de aquella habitación, el barco no se estaba moviendo, deberíamos haber llegado.-Tsk, no pueden dejar de hacer ruido.-expresé, sujetándome de las barandas para caminar por aquel pasillo, hasta que distinguí la clara visualización de Armin por este mismo.

𝐒𝐎𝐋𝐃𝐈𝐄𝐑 𝐖𝐈𝐍𝐆𝐒 ──𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora