Prólogo

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— Ayse — la nombrada miró con confusión a la mujer de cabellos negros — ¿Te sientes bien? — la mujer preguntó con cierta preocupación por la joven frente a ella

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— Ayse — la nombrada miró con confusión a la mujer de cabellos negros — ¿Te sientes bien? — la mujer preguntó con cierta preocupación por la joven frente a ella.

— Por supuesto, es solo que yo... — la joven miró a su alrededor con desconcierto — ¿Dónde estoy? — dijo con miedo parándose de su asiento.

— ¿Madre creo que se ha golpeado la cabeza? — una rubia habló mirando con extrañeza a la concubina de su hermano.

— Ayse toma asiento y hablemos - la mujer mayor pero de gran belleza ordenó.

— No quiero estar aquí, no quiero, tengo miedo — Ayse habló con lágrimas en sus ojos, miró a las mujeres en el lugar antes de correr hacia las puertas y salir de los aposentos.

— ¡Madre! — la rubia llamó a su madre con terror en sus ojos, no entendía lo que sucedía con la mujer.

— ¡Haci! — llamó a su eunuco de confianza.

El hombre dio pasos apurados hasta estar frente a la mujer.

— Busca a Ayse, esta confundida y asustada, traiganla ante mi tan pronto como la encuentren — ordenó.

— Así será Valide Sultan — el hombre se reverenció para luego abandonar el lugar.

Las horas pasaban y no había noticias de la joven concubina, la Valide nerviosa de no saber su paradero caminó hasta el harem.

— ¡Atención la Madre Sultana está aquí! — anunció un agha.

Todas la mujeres del lugar se pusieron de pie e hicieron dos filas haciendo reverencia a la madre del Sultán. La mujer recorría con la vista a las señoritas del lugar hasta posar su vista en una en específico.

— Şemsişah hatun — su voz sonó con calma y autoridad.

La nombrada dio un paso al frente con la vista puesta en el suelo.

— Acércate — ordeno la Valide, la joven camino hasta estar frente a la mujer más poderosa del harem — Tenemos que hablar.

Dicho esto dio media vuelta para salir del lugar, la joven aterrada miró a su alrededor como si alguien saltaría en su ayuda. Una vez estaban en los aposentos de la Valide, la mujer se volteó hacia la concubina y favorita de su hijo.

— ¿Dónde está Ayse? — preguntó con autoridad.

— No la he visto Sultana, nadie la ha visto el día de hoy — respondió con fingida calma.

— Con que no sabes, bien — la mujer rió sin gracia mientras tomaba asiento en su trono — Todos sabemos que intentaste envenenarla, después de despertar había estado actuando extraño, se escondió como un cachorro asustado y tu eres la culpable de eso — la señaló — Si Ayse no aparece para mañana a esta hora, tu vida terminará.

La amenaza había sido dicha ya no había vuelta atrás para Şemsişah hatun quien sabía a la perfección de lo que era capaz la gran Sultana Kosem.

— ¡Piedad! No quise hacerlo pero ella me obligó — rogó poniéndose de rodillas.

— Búscala y tal vez perdone tu crimen.







***

— Hermano — la joven hizo una reverencia

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— Hermano — la joven hizo una reverencia.

— ¿Qué te trae por aquí Atike? — el joven de hermosos ojos azules preguntó.

— Se supone que no debo decir esto pero no puedo seguir callando — dijo con pesar.

— ¿Qué sucede Atike? — el joven colocó sus manos sobre los hombros de su hermana menor.

— Es tu favorita Ayse, nadie sabe donde está, mi madre a mandado gente a buscarla por todo el palacio pero no la encuentran y hace horas de eso.

— ¿Por qué mi madre no me dijo nada? — preguntó con el ceño fruncido.

— No quería preocuparte, sabe cuán importante es para ti — dijo la menor para excusar a su madre.

El joven se alejó de su hermana — Esta bien, yo la buscaré — dijo antes de pasar por su lado comenzado así su búsqueda por la chica que roba sus suspiros.










***

Los llantos desgarradores sonaban en todo el lugar, el Sultán se terminó de adentrar en aquel pequeño cuarto que usa para guardar cosas que se niega a botar

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Los llantos desgarradores sonaban en todo el lugar, el Sultán se terminó de adentrar en aquel pequeño cuarto que usa para guardar cosas que se niega a botar. Con pasos calmos hacia el cuerpo de la mujer en un rincón del cuarto.

— Ayse — llamó a su nombre de forma suave.

La joven se sobresaltó y con horror volteó a ver quién estaba en aquel lugar que consideraba su escondite perfecto y su lugar seguro. La muchacha miró al joven con su grandes ojos avellanas, se puso de pie.

— Murad — su voz salió en un susurro, dio un paso hacia atrás — No te acerques — pidió con el miedo bailando en sus ojos.

— No te lastimaré, tranquila — dijo de forma suave para no alterar más a la chica de lo que ya estaba.

— Tengo miedo — dijo con honestidad.

— No debes temer, menos a mi — se acercó a la joven hasta sostener sus sonrosadas mejillas llenas de lágrimas — Siempre cuidaré de ti — dijo con una pequeña sonrisa sobre su rostro.

Aún viendo el estado para nada atractivo de la chica sintió que sus ojos en ese momento estaban presenciando la cosa más bella en el mundo. Los ojos rojos e hinchados, las lágrimas secas y frescas sobre las mejillas sonrosadas debido al llanto. Le parecía adorable. Besó los labios dulces y suaves de su amante como ya tantas veces lo había hecho, podía sentir su corazón latir con rapidez, mordió de forma no tan delicada el labio inferior de la chica, la cual soltó un quejido ante ello.

— Llora para mi Ayse — besó una de las lagrimas de la joven — Nadie te puede verte llorar a excepción de mi o te castigaré — besó la comisuras de sus labios — Me encargaré de siempre secar tus lágrimas.



La Haseki // Ayşe Sultan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora