Capítulo 18

916 71 10
                                    

🌛 Déjame tocarte, desnudarte y besarte hasta el cansancio 🌜


Clavé con fuerza las uñas en la palma de mi mano, sin importar el escozor, seguí presionando. Di una mirada a los niños a mis espaldas, duermen plácidamente sobre la gran cama; indiferentes, ignorantes de lo que ocurre a su alrededor, volví mi mirada hacia el frente, la ira creciendo como un remolino dentro de mi.

Quería gritar pero despertaría a los niños.

Quería destrozar la maldita habitación pero asustaria a los niños.

Restregué con fuerza mis ojos, no quiero llorar, no quiero que la desesperación me embrague, no quiero y no puedo sucumbir ante mis miedos.

Todas las piezas para mi destrucción llegaron, comenzaron a moverse y avanzan en la misma dirección.

Me puse de pie para posteriormente tomar la bata que reposaba sobre el almohadón y con ella cubrir mi cuerpo, caminé hasta la puerta, la abrí ligeramente, observé a los aghas con sus túnicas rojas.

— ¿Saben si ya llegó nuestro Sultán? — pregunté.

— El Sultán aún no regresa — contestó uno de ellos con la vista sobre el suelo.

Asentí para posteriormente cerrar la puerta. Apoyé mi frente en la fría madera, estaba agotada, exhausta.

Tomé una bocanada de aire, me alejé de la pared y con una mano sacudí mis cabellos. Estaba estresada.



...

Soltó un suspiro tan pronto sus ojos se posaron en las personas sobre su cama, quitó la capucha sobre su cabeza para posteriormente quitarse el turbante, dejando sus cabellos dorados salir de manera alborotada. Caminó hasta la cama en completo silencio, una oleada de paz invadiendo su ser después de un día bastante agitado.

Luego de dar una última mirada a las personitas sobre su cama, se dirigió al sofá donde aparentemente pasaría la noche y allí acostada en una posición ciertamente incómoda se encuentra Ayse. Se sentó con lentitud en el sofá, con cuidado de no despertarla, se acomodó a su lado.

Sus cabellos enrulados se encuentran esparcidos por todos lados, tan sedoso y brillante, sucumbió ante la tentación, sus dedos sostuvieron un mechón de sus cabellos, un suave aroma desprendiendo de ellos.

Como un niño en busca de calor, se acopló a ella, hundiendo su nariz en la entrada de su cuello, pasando su brazo izquierdo sobre la cintura de la fémina.

Solo bastó un segundo para caer ante morfeo.





***

La música se mezcla con las variadas y los murmullos en el harem, en el centro del lugar la Valide sultán se encuentra sentada sobre su trono, a su alrededor sus hija menor y nuera se encuentran

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La música se mezcla con las variadas y los murmullos en el harem, en el centro del lugar la Valide sultán se encuentra sentada sobre su trono, a su alrededor sus hija menor y nuera se encuentran.

La Haseki // Ayşe Sultan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora