Capítulo 17

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El jardín imperial luce resplandeciente bajo los rayos del sol, una atmósfera de total paz, los hijos del Sultán corren de un lado a otro con sonrisas en sus rostros

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El jardín imperial luce resplandeciente bajo los rayos del sol, una atmósfera de total paz, los hijos del Sultán corren de un lado a otro con sonrisas en sus rostros. Los ojos de la Haseki sultan se abrieron con demasía ante la precencia de aquella mujer.

Vistiendo un vestido azul, sus cabellos rubios, esos ojos marrones, esa estúpida sonrisa y aquel collar que debía ser suyo yace en su cuello.

- ¿Qué hace esa mujer aquí? - preguntó disimuladamente.

- Yo la invité ¿Tienes algún problema con eso? - la Sultana Atike se encogió de hombros.

La griega volteó a ver a la hermana menor de su majestad, incrédula de que haya hecho tal cosa.

- Sultana - la recién llegada hizo una reverencia.

- Bienvenida Princesa, te presento a mi hermana, la Sultana Geverhan - Atike dijo con una sonrisa.

- ¡Porque una mujer usaría una espada, si no es que trama cosas malas! - Ayse gritó desde su lugar.

Todas las miradas se posaron en ella, cohibida miró a su alrededor, parecía que todos la juzgaban, la mujer tragó con fuerza y en un suspiro ya no estaba en el jardín, frente a ella el Sultán Murad la observa con el más puro desprecio, la respiración queda estancada en su garganta debido al fuerte agarre en ella, podía ver los labios del Sultán moviéndose, sin embargo, no era capaz de oír palabra alguna como si estuviese en un trance se desvaneció.

Al abrir los ojos su mirada nuevamente se encontró con esos ojos marrones, el frío filo del metal en su cuello la mantiene inmóvil a la vez que la Princesa le tapa la boca para que no grite.

- Me vengaré, te haré pagar todo el dolor que me has causado. Te lo quitaré todo - un dolor intenso se expandió por su garganta mientras la daga se desliza por su cuello.

- Mejor consuelate abrazando a tus hijos - la rubia dijo con una sonrisa perversa.

Intentó gritar, pedir ayuda, rogar por clemencia.

Sus avellanas se inundaron de lágrimas cuando frente a ella se encuentran los cuerpos inmóviles de de Ahmed y Hanzade. Y gritó, tan fuerte como le fue posible, tan alto, tan estruendoso.

- Shh, calma, es solo un sueño - el hombre de cabellos claros habló en voz baja - Ayse, mírame - la sostuvo del rostro.

- ¡Mis hijos! ¡Mi Ahmed! ¡Hanzade! - la Sultana vociferó.

Con las mejillas húmedas y la respiración entrecortada, la mujer hace el intento de levantarse de la cama siendo detenida por el Sultán.

- Mírame, Ayse, concéntrate en mi, escucha mi voz - Murad pidió preocupado.

Solo una vez en si vida la vio tan descompuesta y fuera de si, nunca fue bueno consolando o siendo consolado, aún sin saber que hacer, abrazó a la mujer con fuerza, evitando de esa forma que se marchara o lastimara. Poco a poco el llanto se fue reduciendo.

La Haseki // Ayşe Sultan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora