Capítulo 12

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— Mi Sultán — coloqué mis manos sobre los hombros de Murad para posteriormente recostar mi cabeza contra la suya — Me preocupa la Sultana Hafsa

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— Mi Sultán — coloqué mis manos sobre los hombros de Murad para posteriormente recostar mi cabeza contra la suya — Me preocupa la Sultana Hafsa... — dije con pesadumbre — Es muy pequeña y esta sola la mayor parte del tiempo — deslicé mis manos hasta su pecho.

— Tiene a su Daye. Mi madre se asegura de que las nodrizas cuiden bien de ella y de mis demás hijos — contestó con seguridad.

— Lo sé pero no es lo mismo, necesita el calor materno — pronuncio con suavidad.

— Estas insinuando... querer hacerte cargo de Hafsa como lo haces con mi Rukiye — su mano izquierda se colocó sobre mi derecha — Pensaba que Şemsişah te desagradaba como para que te interesaras en sus hijos — dijo en un tono burlón.

— Como lo veo, no son los hijos de Şemsişah sino los hijos de la dinastía osmanli, los hijos de mi Sultán y yo como su compañera — susurré a su oído — Deseo ayudarle — finalice dando un leve mordisco al lóbulo de su oreja.

— Mis hijos son la dinastía — entrelazó nuestros dedos — Tienes a Hanzade, Ahmed y Rukiye bajo tu cuidado, son demasiados jóvenes, necesitan ser atendidos en todo momento — sabia que no sería fácil convencerlo pero no me daría por vencida.

Obtendré su aprobación esta noche, para cuando salga el sol, los Príncipes y las Sultanas estarán bajo mi cargo; seguiré el ejemplo de la Sultana Kosem pero no cometeré su mismo error. Las cosas han cambiado y las cartas de juego igual. Besé su espalda desnuda para luego arrastrar mis dientes por la piel hasta su hombre donde cuando suavidad ejercí algo de presión finalizando con un ligero beso.

— Ayse... — su voz salió ronca.

— Mi Sultán, solo deseo ayudarle — hablé a su oído una vez más.

Su mano apretó mi muñeca e intenté alejarme cuando este tira de mi cuerpo hacia delante, ocasionando que la sábana de color blanco se termine deslizando de mi cuerpo. Tiró de mi hasta dejarme sentada en su regazo, sus ojos azules me miran con fijeza y le retengo la mirada, sin embargo, una sonrisa traviesa se posa en su rostro y lo siento deslizar la sábana que cubre su anatomía inferior.

— ¿Debería estar preocupado? Porque intentes tomar posesión sobre mis hijos ¿Qué es lo que tu linda cabecita piensa? — cuestionó retórico.

Apoyándome de sus hombres pise mis piernas a cada lado de su cadera.

— Solo deseo ayudarlo, usted el Sultán del mundo y yo soy su esclava, su mujer y madre de sus hijos ¿Por qué Abmed debe crecer separado de sus hermanos? Dígame; deme una razón para que los Príncipes no crezcan bajo los mismos parámetros — cuestioné mientras lo siento entrar en mi.

Un suspiro dejó mis labios al sentirme llena una vez más ¡Oh Allah que clase de castigo es este! Si boca busca la mía casi con desespero y sus manos se colocan en mis caderas, marcando un ritmo constante y fuerte.

La Haseki // Ayşe Sultan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora