Hora del partido de pelota.

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Habían pasado unos días desde que habló con su madre. Esa noche, le explicó pacientemente sus sentimientos y lo que no le gustaba de su padre, igual que lo que había estado cambiando en ella a causa de esto: sus notas, sus hábitos, y su humor. Su mamá se lo tomó bien, y a la mañana siguiente escuchó a sus padres discutir en la habitación de al lado, lo más civilizadamente posible. Entonces, sus horarios habían vuelto a la normalidad, y ahora dormía bien sus ocho horas y comía debidamente en la hora del almuerzo.

Su padre había ido a disculparse por golpearla y desordenar sus cosas una vez llegó de su trabajo, diciéndole que intentaría acostumbrarse y acoplarse a la manera de crianza de su mamá, y ella lo perdonó a regañadientes, no muy convencida de lo que decía.

Su vida parecía volver a su estado original, aunque no se lo creía del todo. Su padre seguía raro, y nada en él había cambiado y solo le quedaba estar alerta a cualquier tontería.

El verano comenzó, y empezaba a hacer calor en consecuencia, por lo que su cabello, normalmente revuelto en su espalda, ahora estaba recogido en un moño alto, y en vez de la chaqueta del uniforme, llevaba un chaleco color crema. El sudor corría por su espalda, y se lamentaba de que pronto tendría que echarse más desodorante del usual solo para evitar oler mal.

Salió del campus junto a Nagisa, Sugino y Karma tras un día entero de clases divertidas e intentos de asesinato.

—Al fin acabó la época de lluvia—dijo Sugino, estirándose con un suspiro de satisfacción.

—Está empezando a hacer calor y todo—le siguió el peliazul.

—Esta es la época de las actividades al aire libre. ¿Qué les parece ir a hacer algo por ahí?

—Podríamos hacer alguna travesura en la calle—propuso TN, con una sonrisa maliciosa.

—¿Qué les parece salir a pescar?—intervino Karma entonces.

—¡Pescar está bien! ¿De qué es temporada?—preguntó Nagisa, entusiasmado con la idea.

Si es lo que estaba pensando, y tratándose de Karma...—. Temporada de gamberros.

—¡Eso es, TN-chan!—felicitó el pelirrojo, y sonrió maléficamente—. ¡Podemos usar a Nagisa de cebo a ver si pescamos algunos para sacarles el dinero!

Rio ante su entusiasmo y negó con la cabeza. Ella sabía de la temporada de gamberros, pero los pescaba de manera diferente. Ella en sí misma era un carnada perfecta, así que solo se paseaba por ahí y a penas llamaba la atención y la seguían, los llevaba a un callejón y ahí se sacaba los pasos prohibidos. Después de dejarlos con los ojos morados, ellos le daban su dinero y se marchaban corriendo.

—No sabía que había temporada de gamberros—dice Nagisa, con una gotita corriendo por la parte de atrás de su cabeza.

—¿Qué hacemos entonces?—pregunta otra vez Sugino.

—¿Qué te parece la playa?—propone Nagisa.

—¡Me gusta!—apoyó ella, dando un saltito—. Podríamos ir un día de semana, ya que los fines debe estar a reventar.

Notaron que el moreno se detuvo, así que pararon tambien. Se giró para ver lo que el chico miraba, y descubrió que solo era el equipo de béisbol. En ese momento, el que parecía ser el capitán, lanzó la pelota, y sonó fuerte cuando esta impactó contra el guante de otro de sus compañeros. Imagina que te dé en la cara por accidente. Te deja como Voldemort. El chico se dio cuenta de la presencia de los cuatro, y llamó la atención del equipo llamando a su amigo.

El muchacho se acercó a la reja al mismo tiempo que los demás, siendo saludado con emoción por todo el equipo.

Se miraron entre ellos con una sonrisa al ver que al menos el ojiazul no era tratado de mala manera por su antiguo equipo. Puede que fuera el único que no era discriminado por todas las personas del campus. Ella bostezó, estirándose perezosamente.

Mitades Complementarias || Karma Akabane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora