Hora de fin de clases

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Cada examen era como un nuevo campo de batalla, con aterradores monstruos amenazándolos, atacándolos, intentando derribarlos y hacerlos fallar.

Pero en cada nuevo campo de batalla, ella empuñaba su arma con decisión y se lanzaba hacia sus enemigos con fiereza, destrozándolos con su determinación, sus habilidades, y todo lo que había aprendido a lo largo de esos meses, de esas mañanas y tardes, en el aula o en su habitación. Nada podía derribarla con todos los conocimientos que había cultivado, y por eso, cada palabra, cada número, cada frase fue escrita con sencillez y elegancia, rapidez y soltura.

Había preguntas de nivel de preparatoria, lo que no era extraño, y era lo que esperaba, así que ni siquiera ese obstáculo pudo detenerla. No le preocupaba, no le importaba, no miró a otro lado mientras su espada atravesaba a cada monstruo como si fuera mantequilla. No había trampas, no había ventajas. Entre la clase A y la clase E no había ninguna diferencia en cuanto a exámenes. Fuera de esas aulas, más allá de estos test y hojas que se esmeraban tanto en rellenar, eran diferentes, unos eran alabados mientras otros pisoteados, unos tenían el derecho de hacer daño y los otros no podían defenderse ni ser defendidos.

Pero en los exámenes, eran las mismas preguntas, las mismas respuestas correctas, las mismas restricciones al corregir, las mismas reglas a seguir, el mismo sistema de puntuación... Eran iguales, tenían las mismas probabilidades de acertar o equivocarse. Y esa era la belleza de los exámenes. Esa era la belleza del sistema.

Que era fácil darle la vuelta. Fácil de deshacer.

Por eso, más tarde, cuando llegaron los exámenes ya corregidos, estuvo tranquila. Serena, calma, fresca. Incluso si no tenía la mejor media final y acababa detrás de Karma y Asano, estaría satisfecha, porque lo había intentado todo y explotado sus habilidades al máximo.

Abrió el primer sobre, el de inglés, y todos esperaban expectantes a que empezara a decir quién había sido el primero, el mejor. Fuwa se mantenía contra la ventana, anotando quién tenía más victorias entre las dos clases.

—El primer puesto de la clase E, y primer puesto de todo tercero, es...—apretó sus manos juntas, algo nerviosa—. ¡Nakamura Rio!

Aplaudió, y todos miraron a Nakamura mientras se abanicaba con el examen, completamente orgullosa de sí misma. Koro-sensei entregó todos los exámenes, y vio la nota del suyo.

Un maldito 99.

—¡No puede ser!—exclamó, algo frustrada—. Casi.

—Bésame el trasero, cariño—se rio de ella Nakamura.

Le sacó la lengua entre risas y volvió a su examen. Un error tan simple, tan ridículo y tan tonto. Había puesto “readed” siendo que “read” era un verbo irregular. Habrían sido los nervios, y ya se les estaba acabando el tiempo, así que escribió lo más rápido que pudo, y eso le había valido un 99 en lugar de un jodido 100. Suspiró, y volvió a ver a Nakamura. Pero, aun así, estaba orgullosa y feliz por su amiga.

—La siguiente es lengua. El primer puesto en la clase E, ¡Minazaki TN!—exclamó Koro-sensei. Ella saltó de su lugar para correr por su examen, con un chillidito alegre—. Con una calificación perfecta, compartes el primer puesto con Asano. Felicidades, TN-chan. He visto kanjis que no solías usar y una gran mejora en tu léxico. Ha sido maravilloso.

—Gracias, Koro-sensei—respondió, alegre, volviendo a su lugar.

El pulpo felicitó a Kanzaki, que también había mejorado bastante y había quedado segunda. Al pasar por su lado, acarició su cabeza y la felicitó también.

—Asano y sus notas. Nakamura le ganó por un mísero punto.

—Los llaman los Cinco Grandes, pero el grande es Asano.

Mitades Complementarias || Karma Akabane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora