Hora de festival de verano

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Faltaba muy poco para que regresaran a casa, y nadie quería desaprovechar un solo momento. Tras el desorden de las marcas, empezaron a ignorarlos en absoluto y pensar en qué podrían hacer ahora para aprovechar las horas que quedaban, dando vueltas alrededor de la playa mientras decían ideas en voz alta.

Suspiró, dejando de ver el mar y viendo a su profesor. Ahora podía añadir a sus recuerdos de la playa a una Koro-pelota irritante, asesinos, un hotel lleno de mafiosos y un montón de experiencias cercanas a la muerte. Ahora podía recordar junto a sus primos a sus compañeros de instituto, sus profesores, y su novio. Sonrió un poco, prestando atención de nuevo a la conversación del grupo.

—¿Una prueba de valor? ¿Ahora?—preguntó Nagisa ante la idea de Koro-sensei.

Levantó una ceja, y el profesor continuo—. ¡Sí! ¿Hay una actividad mejor que realizar en el solsticio de verano que esta?—respondió animado, estirándose.

—Koro-sensei, solo quiere seguir jugando, ¿verdad?—sonrió Karma, sentado en el porche del hotel.

—¡Bueno, les recuerdo que al contrario de ustedes, yo estuve encerrado durante un día entero en un cascarón! ¡En una isla tropical, de todos los sitios!—le gritó.

—Y nosotros nos pasamos horas yendo a buscarlo y arriesgándonos a morir y dormimos medio día, así que no entiendo su punto—señaló ella.

—Bueno, una prueba de valor suena divertido—apoyó Maehara la idea.

—¿Verdad?—le siguió Isogai.

Después de lo que había visto la noche anterior, no podía dejar de notar cómo cada vez que uno decía algo, el otro lo seguía. Si Maehara se movía, Isogai iba tras él, y viceversa. Siempre estaban uno al lado del otro. Y se miraban con todo el orgullo y el cariño del mundo. Antes lo pasaba como que eran mejores amigos, pero ahora podía ver más allá. Realmente se querían de una manera especial. Y le resultaba la cosa más adorable del mundo. Una pena que Japón fuera un país tan homofóbico.

—¡Pero no me gustan las cosas que dan miedo!—se quejó Kurahashi.

—Tranquila—la consoló Sugino—. Koro-sensei será el fantasma.

Por alguna razón, sentía que la prueba de valor realmente era una excusa para algo más, y siendo que Koro-sensei era de la manera que era, no le sorprendería descubrir que tuviera razón. Después de todo, el pulpo tenía la mala costumbre de hacer cosas raras en los viajes escolares.

En un momento, todos fueron trasladados a un lugar algo alejado del hotel, frente a grandes montañas que tenían cavernas creadas por el agua o el ser humano. Era muy oscura por dentro, y seguro debía escucharse amplificado el sonido de las olas y el agua golpeando las rocas, además de estar infestado de bichos y telarañas. Esperaba que nada fuera a pellizcarla o morderla o se enredara en su cabello.

—Hagan pareja chico-chica para recorrerla.

Ya veo lo que está pasando aquí.

Rodó los ojos, sonriendo un poco, y un brazo pasó por sus hombros. No tuvo que voltear para saber que se trataba de Karma, y lo abrazó de la cintura. Obviamente iban a ser ellos dos, pero ya que la clase era impar, se tomó la molestia de girarse a la ubicación de Okuda y llamarla.

—¡Hey, Okuda!—gritó, y cuando ella giró, le hizo señas con la mano—. ¡Ven con nosotros!

La chica se acercó, algo sonrojada—. ¿Están seguros? Puedo ir con alguien más.

—Nah, ven con nosotros—animó Karma—. Será divertido. Veamos cómo se las arregla para asustarnos a los tres.

—Bueno, ya yo sé cómo asustar a Karma—le guiñó el ojo a Okuda, riendo entre dientes.

Mitades Complementarias || Karma Akabane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora