Mitades Complementarias || Karma Akabane

Hora del talento

P.O.V. Karma.

Rascó tras su oreja y bostezó perezosamente. Llevaba desde el día anterior confundido. Apenas pudo dormir por culpa de la tonta de su mejor amiga, y es que... ¿Cómo se atrevía a verse tan...apetecible...debajo de él? ¡Maldición! ¿Cómo se había atrevido a verse tan bien? ¿A dejarlo subirse sobre ella? ¿A confundirlo así? Gruñó bajito y miró el piso, evitando pisar las líneas que dividían las baldosas. Todo había pasado tan repentinamente, y lo había dejado confundido. Lo había hecho notar un par de cosas, y sentir otras, ¡y él no estaba acostumbrado a eso! ¡¿Cómo iba a lidiar con algo tan grande como esa situación?!

Se despeinó completamente con su mano desocupada, frustrado, y después la dejó caer a un costado de su cuerpo. Suspiró, y se dijo que solucionaría pronto su...asunto; antes de que se hiciera más grande. Escuchó un tintineo alegre cerca, y por un momento pensó que sería un gatito perdido, así que empezó a buscarlo con la mirada. Supo que estaba equivocado cuando sintió un peso extra en su espalda. Soltó su bolsa y sostuvo a la persona a cuestas, escuchando una risa familiar y el tintineo justo al lado de su oreja.

—Hola, TN—saludó, sonriente.

—Buenas~—saluda también, animada.

Ella se remueve para que la deje en el suelo de nuevo, y la deja ir felizmente, perdiendo el tacto cálido en su espalda. Recoge su bolsa, fingiendo que no había estado pensando en ella hace unos minutos. Finalmente, su mejor amiga entra en su campo de visión, viéndose tan alegre como de costumbre. Buscó el cascabel en su cuello, pero no lo encontró. Frunció el ceño.

—¿Buscas esto?—señaló su oreja, y sacudió levemente la cabeza.

El sonido venía de allí. Era un pendiente largo, que se sostenía de la oreja con un aro, después una cadena con una pelotita, y al final, otra bola un poco más grande, de cascabel. Era bonito, y de plata. Su mejor amiga se había hecho una trenza con el mechón de pelo que cubriría la zona, y lo había pegado a la coleta alta que llevaba de peinado, luciéndolo elegantemente.

—¿De dónde lo sacaste?—preguntó, retomando el camino al instituto, con ella a su lado esta vez.

—Un amigo pidió uno de más sin querer, y decidió dármelo a mí. ¿A que es genial?—le dió un golpecito al cascabel, haciéndolo sonar de nuevo. Él asintió en respuesta.

—¿Conozco a ese amigo?

—Lo conocerás hoy. Es uno de los pandilleros de los que te conté ayer—sonrió alegremente—. Es de los que me ayuda.

—Vaya~. Ahora no podrás tomarme por sorpresa—sonrió con burla.

—Pff, ¿alguna vez he podido hacerlo? Siempre estás alerta. Salgo más sorprendida yo que tú—le dió un empujoncito en protesta, haciendo que sonriera.

(…)

P.O.V. TN.

—¡No se distraigan!—exclamó Karasuma—. ¡Predigan los movimientos de su objetivo! ¡Si pueden hacerlo, bloquearán todas sus líneas de escape!

Se lanzó contra Isogai, esquivando a su vez a Maehara. El chico intentó desestabilizarla con una patada, pero agarró su pierna y la levantó hasta conseguir tirarlo al suelo, girándose hasta tener al pelinaranjo en su campo de visión, pero el chico ya iba contra ella y cayeron ambos al suelo. Tomó la muñeca ajena y luchó para que no la apuñalaran, viendo a Isogai levantarse a su lado.

—Déjate vencer—dijo el chico, presionando más.

—No está en mis códigos hacer eso—desvió las manos ajenas, y el cuchillo se clavó en el suelo, a un lado de su cabeza.