Hora de la acción

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—Bueno. ¿Qué puñetas van a hacer?

Todos tomaron sus posiciones alrededor de Koro-sensei, ocupando toda la capilla. La decisión y la adrenalina corrían por sus venas, y el orgullo por haber creado un plan tan bueno por sí mismos.

—Primero veremos el video que ha hecho Mimura—explicó Isogai—. Luego, los alumnos con las notas más altas le quitarán sus tentáculos prometidos, y esa será nuestra señal para que nos lancemos a asesinarle. ¿Qué le parece, Koro-sensei?

—Estupendo—aseguró, alegre.

Sugaya le agradeció a Mimura su trabajo, mientras Nagisa se aseguraba de que el profesor no tuviera algo que pudiera impedir que le asesinaran.

—No se contengan—dijo el pulpo—. ¡Vengan a por mí con todo lo que tengan!

Con eso, todos tomaron seguridad y coraje, se apagaron las luces, y el video empezó. En él, primero se mostró el aulario de la clase E en primer plano, mientras se narraba la historia de su clase, y cómo el profesor era su objetivo. Luego, dijo que se centrarían en admirar la naturaleza misteriosa de la vida artificial.

El profesor parecía ir y venir, seguramente intentando descifrar su plan. Sus compañeros empezaron a moverse, cambiándose de lugares y saliendo y entrando de la capilla. El pulpo comentó la buena calidad del video, cuando aparecieron Maehara y Okajima en pantalla, a un lado de Mimura, que señaló que sus compañeros tenían algo importante que decir, siendo nada más y nada menos que...

Su soborno falló.

Y de fondo, al profesor disfrazado de escarabajo, con la cara rosadita, encima de una montaña de revistas pornográficas, con una de ellas entre sus tentáculos.

Enseguida soltó una risotada. Había escuchado algo al respecto por parte de Nagisa y Sugino, pero la imagen era mucho más graciosa que en su cabeza. Koro-sensei chilló y entró en pánico, absolutamente avergonzado, mientras las imágenes pasaban una detrás de la otra, cada una más cuestionable que la anterior. Y así continuaría otra hora.

Entraban y salían, se movían, incluso cuando el profesor ya no les estaba prestando atención realmente, más sumido en su vergüenza y pena por haber sido descubierto y expuesto delante de unos treinta niños.

En uno de esos cambios, a ella le tocó salir también, ya con los pies mojados. La marea había subido, Koro-sensei no lo había notado, y pronto sería la hora de asesinar. Todo por lo que habían luchado, esforzado, sudado y trabajado, finalmente se llevaría a cabo. Pronto, Koro-sensei sería asesinado, y la tierra sería salvada.

Se dirigió a Karma, que ya estaba en su lancha, preparado para arrancar una vez sonaran los disparos. Ella sostenía su propia arma en su mano derecha, tocando su collar con la izquierda. Ya casi era la hora. Estaba algo nerviosa. Esperaba que funcionara.

—¿Me guardas los zapatos?—le preguntó a Karma, en voz baja.

Este asintió, y ella se los quitó rápidamente y los lanzó a la lancha. Era muy incómodo tener los tenis y las medias mojadas. Además, con los pies descalzos podía disfrutar más del mar. El agua estaba fría, pero igualmente le resultaba agradable, y la distraía del momento crítico en el que estaban. No quería imaginar cómo se sentirían Chiba y Hayami, de quienes más dependía la operación.

Mitades Complementarias || Karma Akabane Donde viven las historias. Descúbrelo ahora