Prólogo: La señora Arelín y su hija Jaede

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La señora Daele Arelín, habitante del planeta Wizgokou en la Galaxia Zura, vivía en el hermoso y verde bosque llamado Rowlkieng, y ha vivido allí desde que se embarazó por vez primera.
Digamos que ella no era normal para los habitantes del planeta Tierra, pues, es una bruja…, y no como esas feas y horrorosas brujas malvadas de cuentos de hadas, no, una bruja con excepcional belleza.
Vive, sí, en el bosque Rowlkieng, cerca del pueblo Wow, un pueblo de Magos; allí podrías encontrar a la gente más extraña y misteriosa que pudieras imaginar.
La señora Arelín se dedicaba en cuerpo y alma a cuidar de su única y pequeña hija: Jaede. Una niña bajita, de pelo negro (que en ocasiones se tornaba castaño) y brillantes ojos color marrón, hermosa como su madre.
La niña casi nada sabía sobre su padre, pues su madre sólo le contaba cosas sobre el tiempo que pasaron juntos antes… de que él se ausentara, por así decirlo. Daele no consideraba que la hubiese abandonado. Y a Jaede le extrañaba que su madre usara su apellido de soltera todavía, aunque no conocía el apellido de su papá. Aun así, a su padre, Jaede no lo necesitó, gracias al esfuerzo de su amada madre y por todo lo que ésta hacía por su pequeña y dulce hija.
La señora Daele Arelín era hermana mayor de la señora Naere Gaderiln. Ambas mantenían contacto pese a vivir en regiones distintas de Wizmanir, Daele viviendo en la región de Rowlkieng y su querida hermana viviendo en la región de Ymparus.
Se visitaban, no muy a menudo, pero lo hacían.
Incluso sus hijas —escasas veces— convivían como ellas de niñas. Porque la señora Gaderiln tenía una pequeña niña un año mayor que Jaede, llamada Nereida.
Asimismo, estas hermanas vivían en la misma situación: criando a una niña pequeña, sin marido, viviendo solas en un bosque y sin más apoyo que ellas mismas. Porque tenían un hermano, Érele, pero parecía que se había olvidado de ellas desde hacía mucho, por una razón que desconocían tanto Daele como Naere.
Jaede vivía felizmente junto a su madre, en la gran casa del bosque que, según palabras de su madre, era del papá de Jaede. Vivan en plenitud y mucha paz. Sobre el dinero no había problemas. ¿Por qué?, simple: la señora Daele solía ir al banco del pueblo a sacar dinero de una cuenta que parecía tener fondos infinitos, propiedad del desconocido papá de Jaede.
Una tarde, con un cielo tormentoso, la madre a su hija le dijo:
—Cuando ya no esté… no deberás tomar mucho dinero de la cuenta del banco. Sólo para lo indispensable. Porque aunque parece que el dinero no se acaba y puedes sacar casi todo el que quieras, no debes excederte, cariño… Cuando ya no esté —repitió con un tono funesto.
—Mamá, tú siempre estarás conmigo —había dicho una Jaede de apenas trece años—, no digas eso.
—Siempre estaré contigo —musitó Daele abrazándola y besándole la blanca frente, lo que provocó que su hija esbozara una placentera sonrisa.
—Quédate conmigo.

Los años pasaron como un suspiro que Jaede disfrutó muy bien. Y bien sabe Jhavâh Güoh —el creador del Universo— que no todo dura para siempre… ni siquiera la vida mortal. Fue entonces que en el año 10990 —del calendario zuriano; año 2020 en el planeta Tierra— Daele enfermó de algo muy raro, incluso para los Magos Sanadores, lo que provocó que fuese muy difícil tratar la enfermedad.
Jaede, a sus catorce años ya cumplidos, no entendía bien eso. Y para estar mejor cuidada, aparte de sentirse más segura por Jaede, Daele decidió mudarse a la casa de su hermana (cosa que le disgustó en secreto a su sobrina Nereida).
Ahí vivió sus últimos días…
Murió una mañana de primavera, a inicios del siguiente año, sentada al aire libre, observando el cielo cerúleo, como esperando la llegada de un ser amado que no hubiera visto desde hace muchos años… catorce años…
Jaede lloró demasiado aquel día. Jamás se había sentido tan triste, y se hubiese sentido sola si tía Naere no hubiera estado cuidando de ella, tratando de consolarla a pesar del inmenso dolor que ella misma también sentía por la pérdida de su hermana. Aun así estuvo para su sobrina, como si se tratara de su propia hija. Porque desde ese momento se hizo cargo de Jaede; le enseñó a cocinar, a ir de compras sola, a hacer algunos quehaceres del hogar y también le enseñó varias cosas de magia que le servirían en el futuro, ya que Jaede nunca asistió a ningún colegio y todo se lo enseñaba Daele en casa.
Todo aquello le disgustó a Nereida, una vez más en secreto; aunque detestara que su madre le enseñara ese tipo de cosas, puesto que prefería aprenderlas sola y demostrar que era capaz.
No obstante, para sorpresa de ambas niñas, Naere igual enfermó y… poco después falleció.
Jaede pensó que ahora, aunque tristes, podrían vivir juntas, ella y Nereida, sin embargo, ésta la echó, protestando por la presencia de Jaede en esa casa como una vil invasora, como alguien que llegó para arrebatarle el lugar que a ella, Nereida, le correspondía por ser hija de Naere y Tidón Gaderiln. Y sin más, Jaede hizo lo que pudo para volver a la región de Rowlkieng, con ayuda de los hechizos que venían en los libros que tía Naere le regaló antes de morir en otoño del año 10991 (aún año 2020 en el planeta Tierra).
Todo lo que su madre y su tía le hubieron dejado le fue de gran ayuda —y lo seguiría siendo, por mucho— porque con el Libro de hechizos de Zura Jaede salió de más de un problema.
Desde entonces, Jaede ha vivido sola en su antigua casa en el bosque cercano al pueblo Wow, en Wizmanir, sin más compañía que una foto de su difunta madre, donde sonreía felizmente.
Sola…, sin padre, sin madre y sin tía…, viviendo sin familia.
Jaede ha vivido así desde el mes de biriux.
Puso en práctica todo lo que le enseñaron, logrando vivir en paz y tranquilidad; aunque había noches en las que se sentía sola…, después de todo lo estaba de verdad.
¡Pero eso puede cambiar!

Gaderiln -Taflau- I. Jaede y la Flauta MágicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora