Aquella mañana había acompañado a Ethan a la universidad. Él tenía una clase apenas llegamos, así que me orientó acerca de dónde podía llegar a encontrar a Alexei. Mi plan inicial era ir por las buenas al comienzo, y en caso de que no colaborase con el objetivo, pasaría a cambiar la estrategia e iría por las malas.
—Usualmente va a la biblioteca de la sección de leyes. Si no se encuentra en ese lugar, de seguro podrás hallarlo cerca de la sala común de la universidad— me explicó Ethan, cargando con un pesado lienzo blanco en sus brazos, que de seguro le habían encomendado para sus clases— Toma mi carnet de la biblioteca, pueden llegar a pedírtelo para ingresar—.
Dichas esas palabras y haciendo entrega de la pequeña tarjeta de plástico donde figuraban sus datos y una pequeña foto suya, mi acompañante me dejó solo en el hall de ingreso, disponiéndose a subir por las escaleras. Iba a ofrecerme a ayudarlo a cargar con todos los materiales que estaba llevando, pero decliné la idea. Tenía el tiempo limitado en ese lugar: debía apurarme lo más posible y dar con Alexei lo antes posible.
La biblioteca era una inmensa y silenciosa sala de dos pisos, con un ascensor de cristal en el medio, rodeado de una escalera caracol de madera, por lo cual había dos métodos diferentes para el ingreso. Si tenía que compararla con la biblioteca donde se hallaba el Club, ésta era muchísimo más moderna, y tenía en la planta superior una fila interminable de computadoras en diferentes escritorios, uno al lado del otro. Frente a las máquinas se hallaban altas estanterías repletas de libros, documentos y biblioratos con material de estudio e investigación.
Era realmente imponente este lugar, y más aún por la escasez de gente que se encontraba ahora mismo en el lugar. No había algo así como una recepción, por lo que simplemente ingresé sin mayor dilación. En la planta superior, unas tres o cuatro señoras tecleaban en sus computadores sin hacer la más mínima expresión, por lo que supuse que eran algo así como las encargadas de la biblioteca. Se veían un poco intimidantes, por lo que preferí ignorarlas lo más que pude y pasar desapercibido frente a ellas, dirigiéndome directamente hacia la sección de libros de leyes que se encontraba frente a la interminable fila de ordenadores.
Cuando por fin hallé la sección buscada, comencé a leer algunos de los carteles que indican subcategorías acerca de diferentes temas; me llamó la atención principalmente un apartado exclusivo de "Campo jurídico en personas con desórdenes psiquiátricos". Tomé en mis manos un estudio sobre una mujer que había matado a su pareja, un reconocido político de Manhattan; fue bastante azarosa la elección, pero me pareció interesante la temática, así que simplemente lo llevé conmigo a un sillón en el medio de la sala.
Me concentré en la lectura lo más que pude para esperar la posible aparición del chico. Había dado varias vueltas anteriormente así que, si no disimulaba ni un poco, probablemente las encargadas se percataran de mi doble intención. No obstante, cuando menos lo esperé, una voz se hizo presente detrás de mí— Al final, la mujer fue declarada inimputable por haber declarado que estaba bajo la acción de drogas. Sin embargo, el haber dejado caer pétalos de flores teñidos de negro encima del cadáver de su marido me parece algo, cuanto menos, premeditado. ¿Quién tiene como primer pensamiento, bajo la acción de estupefacientes, comprar una gran bolsa con flores teñidas?—.
Al darme la vuelta, lo vi frente a mí. El mismo cabello rubio cuasi blanco, las mismas gafas que usaba esa noche. Alexei se encontraba a tan solo unos simples pasos de mí. Era bastante predecible que él vendría a mí en caso de encontrarme. Según lo poco que había oído la noche de la gala, él creía que Venice me había confiado algún secreto.
Sin embargo, actué con naturalidad y le seguí la corriente para analizarlo un segundo— Creo recordar que las flores negras pueden significar arrepentimiento y luto, por lo que no me extrañaría que la culpable haya tenido un ataque y al despertar de ese estado, intentar arreglarlo de un modo primitivo—. Ante mi conjetura, el otro solo pudo mostrar una sonrisa de aprobación.
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Club de Horus
Teen FictionEl traslado desde su pequeño pueblo natal hasta la gran ciudad de Nueva York fue particularmente complejo para Jem Myers, un joven de dieciocho años cuyo sueño es convertirse en un aclamado psiquiatra. Su problema no fue precisamente la distancia c...