Mi cabeza había dejado resonando durante toda la noche esas palabras que le había dicho Venice a Alexei, impidiéndome conciliar el sueño hasta altas horas de la noche. Al día siguiente, habíamos decidido reunirnos con todo el Club para hacer un balance general de los resultados de la gala de ayer. Al parecer, los empresarios que Ethan y Derek habían conseguido eran bastante confiables, pero aún hacía falta ponerlos en común y decidir qué hacer con ellos. Es por esa misma razón que tenía pensado despertarme bastante más temprano que lo usual, salir a hacer un poco de ejercicio y luego quedarme estudiando toda la mañana.
Sin embargo, y a pesar de lo planeado, esto no se dio de aquella manera, gracias a la repentina aparición del estridente timbre, pasadas las ocho de la mañana.
Supuse que la visita era probablemente un hombre del correo que se había equivocado de dirección, por lo que simplemente abrí, dejando desatendida por un segundo la taza de café que estaba bebiendo. Fue cuasi sorprendente encontrarme con Venice, totalmente pulcra y serena, como si se hubiese levantado hace tres horas solamente para estar perfecta en este mismísimo momento.
—Buenos días— dijo en un tono risueño de voz. Me dio un poco de vergüenza encontrarme en mi camiseta y shorts de pijama cuando ella lucía un vestido corto y pequeñas hebillas en su cabello que la hacían parecer mucho menor. —Buen día, ¿Qué te trae por aquí a estas horas?— pregunté desconcertado.
La contraria tomó la mochila que tenía colgada en su hombro y la abrió, para de ésta extraer un celular. Desde anoche no encontraba mi móvil por ninguna parte, pero supuse que era una consecuencia directa del cansancio (sin pasar por alto lo perplejo que me había dejado todo lo que ocurrió ayer).
—Es tuyo— me tendió el celular, y al mismo tiempo yo extendí mi mano para tomarlo, logrando que nuestras manos se rozaran levemente en ese ínfimo registro de encuentro— Lo encontré en la mesa central cuando nos fuimos y no te encontré de nuevo, así que quería dártelo hoy cuanto antes. Si estuviese en tu lugar, probablemente ni siquiera hubiera podido dormir por no tener mi móvil conmigo—.
La verdad es que mi celular no había sido la causa, pero sí había estado parte de la noche sin pegar un ojo. Mas claramente no iba a explayarme en eso, y tan solo decidí agradecerle de un modo gentil— ¿Has desayunado? Si te apetece, puedes disfrutar un lujoso y refinado desayuno a base de café instantáneo y un par de tostadas—.
Venice dejó salir una leve risa, como esperando que la invitara a pasar, por lo que asintió y entró a mi apartamento— Con permiso... El cuarto se ve más grande desde adentro. A decir verdad, me esperaba que sería mucho más pequeño— dijo asintiendo reiteradas veces con la cabeza— Además, he entrado al cuarto de Derek, y en comparación este es realmente mucho más organizado—.
—Eso es lo que sucede— comencé, mientras le servía una taza de café y la revolvía lentamente— cuando tu mejor amigo es de Sagitario, la palabra orden no se encuentra en su vocabulario—. Derek me había contado acerca de la afición de Venice a la astrología, por lo que aproveché el fanatismo de mi madre por el tema y usé a mi favor ese saber para hacer un chiste.
La chica, por su parte, se quedó bastante impresionada por la broma que yo había hecho y luego me dio la razón, tomando en sus manos la taza que le había preparado, quedándose de pie justo al lado mío— Sinceramente no creo ser una persona compatible con Sagitario, son demasiado... Fuego—. Venice había definido perfectamente a Derek en una palabra, lo que un poco me hacía sospechar acerca de si la astrología realmente podía predecir actitudes y tendencias humanas.
—Entonces, ¿Con qué signo crees que eres compatible?— me animé a preguntar. Ella dejó salir un suspiro, y bebió de su café antes de responder— Soy Cáncer, así que supuestamente necesito encontrar un inteligente y curioso Acuario. Lamentablemente, nunca he tenido demasiada relación con ninguno de ellos, así que me he tenido que contentar con gente de otros signos.

ESTÁS LEYENDO
Club de Horus
Ficção AdolescenteEl traslado desde su pequeño pueblo natal hasta la gran ciudad de Nueva York fue particularmente complejo para Jem Myers, un joven de dieciocho años cuyo sueño es convertirse en un aclamado psiquiatra. Su problema no fue precisamente la distancia c...