—El mismo saco marrón, el mismo mensaje pactado... ¡Incluso el mismo modelo de reloj de pulsera! Realmente esta es una coincidencia terriblemente inoportuna...—.
Esas fueron las palabras de Mía Chester, una de las chicas integrantes del misterioso "Club de Horus", en el cual había arribado luego de una sucesión de hechos desafortunados.
El grupo estaba conformado por seis personas en total. Primero estaba Miles, quien había fundado el grupo y actualmente lo comandaba; seguido de su novia Mia, una joven de rizos rubios hasta la altura del cuello y ojos verdes, que se notaba poseía una gran actitud positiva ante todo, pecando un poco quizás de ser algo infantil. Luego, hallábamos a Livia, una seria y apacible muchacha de cabello castaño lacio y tez blanca que me transmitía un poco de miedo ya que permanecía callada la mayor parte del tiempo, intentando analizarme, como si fuese un halcón observando a su presa antes de atacarla. Tras sus gafas se ocultaba una fulminante mirada que, debía admitir, me imponía un incipiente miedo.
Por otra parte, encontrábamos a Ethan, un delgado y pálido joven con expresión incómoda, que se notaba negativo y algo sarcástico ante la desesperación del grupo por mi llegada. Sin embargo, y aunque sus rizos despeinados color azabache pudiesen intimidar un poco, no parecía alguien de quien tener que preocuparme demasiado. Lo mismo ocurría con Venice, la última chica perteneciente al grupo, que intentaba mediar y apaciguar a todos, calmando a quienes de vez en cuando se enojaban para con mi presencia. Esa chica de corto cabello color café con pequeñas mechas en tono fucsia era la única que empatizaba conmigo, y declaraba que yo no tenía la culpa de estar ahí, y que por ende, no debían enfadarse y echarme toda la responsabilidad de este problema.
Miles dejó salir un suspiro cansado al terminar de oír las palabras de la chica— Entenderás Jem, que ahora te encuentras en aprietos, tú no puedes saber de este grupo si no fuiste convocado. Es una...— e hizo una leve pausa para mirar un poco disgustado a Derek, para luego volver en sí— una desafortunada coincidencia...—.
Poco había entendido acerca de cuáles eran los fundamentos del grupo, ni el por qué era tan secreto, pero en estos momentos aclarar oscurecía aún más, así que cuanto menos supiese y menos hablara, más chances había de salir airoso.
—Yo no entiendo cual es la necesidad de hacer tantos problemas... Si le damos un poco de dinero probablemente mantendrá el hocico cerrado— Ethan se encogió de hombros totalmente relajado, estirando un poco sus brazos, como si de un gato se tratase. Mas éste volteó su mirada hacia la derecha cuando Livia se pronunció, acomodando sus gafas con sus mano— El dinero es un bien de cambio, ¿Qué seguridad tenemos de que se quedará callado? Puede prometer algo, aceptar el dinero y luego traicionarnos...—.
Se notaba desde lejos que ella era bastante más perspicaz que el resto del grupo. Se mordía el labio pensativa, mientras volvía a sentarse en su sillón de una plaza, seguramente analizando las mil y un formas de salir de este problema.
Por su parte, Derek evitaba todo contacto visual, tanto conmigo como con Miles. Sabía que ambos estábamos algo molestos, o al menos frustrados, con su accionar, por lo que se mantuvo callado a un lado de la sala, revisando su móvil de a ratos.
—Deberíamos primero darle una chance de defenderse, ¿No creen que se están comportando un poco agresivos con él? ¿O acaso se olvidan de que llegó aquí por error?— Venice se puso de pie al enunciar lo anterior, gesticulando con sus manos mientras subía el tono de voz— Si esta persona es allegado a Derek, no habría porqué creer que nos podría traicionar, no tiene ninguna razón para hacerlo. Además, es un pueblerino: si es un idiota despistado tampoco hay riesgo, no tiene conocidos que puedan sacarle ventaja—.
Me dolió un poco en el ego la última parte de su discurso, pero hay que reconocer que tenía un punto. La única persona con quien me relacionaba en la gran ciudad era Derek, por lo que había probabilidades nulas de que yo usase esa información a mi conveniencia.

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Club de Horus
Fiksi RemajaEl traslado desde su pequeño pueblo natal hasta la gran ciudad de Nueva York fue particularmente complejo para Jem Myers, un joven de dieciocho años cuyo sueño es convertirse en un aclamado psiquiatra. Su problema no fue precisamente la distancia c...