Extra 2

2.4K 119 6
                                    

Logan

Terminar con Jessica me dejó por el suelo en el instituto, y no me duele en lo absoluto darle fin a esa relación, pues la verdad nunca me gustó, pero necesitaba ese nivel de popularidad que esa relación me daba. He estudiado toda mi vida en este instituto, pero no era muy popular ya que nunca se me dio hacer amigos o socializar, más cuando mi padre murió, porque siempre estaban conmigo por lastima o para hacerme "compañía" y así no estar muy mal por su muerte, pero pues la verdad es que mi padre casi nunca estaba conmigo por estar con el trabajo, así que ni lo extrañaba, ni lo extraño.

Después de unos años, precisamente cuando cumplí los diecisiete, decidí que tenía que cambiar un poco de ambiente, cosa que me hizo repetir de año, por las malas compañías. En eso un profesor habló con mi madre para que me metiera al equipo de Fútbol Americano, desde el principio me pareció una pésima idea, pero resulté adentro y como capitán, sorprendentemente era muy bueno. Justo cuando entré al equipo y cumplí dieciocho, empecé a tener un poco de popularidad, pero también, al instituto entró una pequeña chica de cabello castaño, que creí era mucho menor que yo por su estatura, y resultó ir en mi el mismo año que yo, llamó mi atención de inmediato.

Era inteligente, tímida, hermosa, al principio siempre estaba con Morgan, una chica que conozco porque alguna vez compartimos clase, pero después se empezó a juntar con las hermanas Olivia y Emma. Nunca me dio alguna mirada, y eso que en esos momentos mi popularidad iba por los cielos, las chicas me perseguían, ninguna se resistía a mi, bueno, hasta que me di cuenta que ella de verdad nunca me miró, tampoco iba a los partidos del equipo, a sus amigas algunas veces las veía, pero nunca a ella.

Y después de un año también empecé a perder miradas de otras chicas por lo que terminé la "relación perfecta" con Jessica, la cual había comenzado hace como cinco meses por mucho, ella me engañó con un universitario y todos lo sabían, no me iba a dejar humillar de esa manera.

Iba saliendo de los baños de los hombres después de un entrenamiento que tuve para ya irme a casa, pero no antes sin hacer lo que hago todos los días, lo tomé de costumbre desde que lo hice una vez sin culpa, solo iba en mi auto cuando...

—Es que no tienes ojos para ver por donde caminas—dije con fastidio cuando una pequeña silueta tropezó conmigo. Era ella, estaba enfrente de mi con su ceño fruncido y algunas hojas en el suelo. En ese momento me arrepentí de la forma en que hablé.

—Si los tengo ¿O tú tampoco tienes para que veas los míos?—se señaló los ojos.

Imposible no verlos, si siempre se llevan toda mi atención cuando están en mi campo de vista.

—Lo siento, no quería hablarte de esa manera, solo salí cansado del entrenamiento—me encogí de hombros, tratando de remediar lo que hice.

—¿Y? Me importa en lo más mínimo que salgas cansado de ese estúpido entrenamiento, o sino mejor salté del equipo y así ya no vas a salir cansado, y también se te quita ese aire de superioridad de una vez por todas—escupió con fastidio.

¿Aire de superioridad?

—¿También saliste cansada de algún entrenamiento? ¿O qué?—pegunté por su actitud.

—Yo no pierdo el tiempo en esas cosas. Ahora me voy a hablar con una pared, así tengo una conversación con sentido—sin siquiera despedirse se fue por el pasillo hacia su casillero.

Nunca había tenido alguna interacción con esa chica, y podemos decir que la primera vez no fue la mejor, quizás haya una próxima vez y no sea tan...mala. Salí del instituto acompañándola hasta su casa sin que se diera cuenta, era algo que se había vuelto costumbre, las calles son peligrosas y más si en ellas va una chica hermosa y sola. Cuando entró a su casa tomé marcha hacia la mía, ya mañana será un nuevo día.

***

Salí temprano en la mañana para ir a su casa y acompañarla al instituto sin que se diera cuenta, incluso, llegamos tarde porque se detuvo a consentir a un perrito en la calle, varias veces se detenía en la calle para consentir a los perritos callejeros, le encantan los perros.

Las primeras clases pasaron con normalidad, no pasó nada interesante en ninguna de ellas, solo estaba esperando que llegara la clase de Química que compartía con ella. Llegamos al salón con Ethan y ella ya estaba con Morgan sentadas cada una en su puesto, así que nosotros también nos sentamos.

—Buenos Días, por favor hacer grupos de dos personas y escoger un líder—habló el profesor sentándose.

Ethan y yo nos hicimos en grupo, y yo quedé como líder de esté.

—Ok, haremos esta dinámica, me dirán el apellido del líder de cada grupo—anotó los apellidos de cada líder, y ella era líder de su grupo—Entonces yo llamo a un líder y él me dirá un número del 1 al 10 y así quedarán conformados los grupos de 4 personas ¿ok?

—Ok—respondimos todos.

—Señor Davis un número—me dijo.

—5.

—Ok les corresponde con el grupo de la señorita Campbell—No. Me. Lo. Creo. Es el mejor día de mi vida.

De una u otra manera teníamos que volver a hablar y espero que no nos vayamos a llevar tan mal.

—Si señor—trate de que mi voz no sonara tan alegre.

Cuando la clase acabó hablamos con ellas dos para quedar en nuestra casa y hacer el trabajo, estará en nuestra casa ¿Qué más le puedo pedir a la vida? Tendré que hacer algo para que podamos llevarnos bien o más que bien.

Eso hizo que un bombillito se prendiera en mi cabeza, el universo me dio la oportunidad de estar cerca de ella, y el plan que se me ocurrió hará que nos acerquemos, y de verdad espero que todo me salga bien. Nunca llegué a imaginar que haría esa propuesta, y menos a ella.

Antes de salir del instituto la detuve en los casilleros para empezar a dar marcha a mi plan.

Manos a la obra.

No puedo aceptarlo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora