El club de los Frikis Parte 1

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Seamos sinceros, en el instituto todos nos enamoramos de los más bonitos. O al menos la mayoría.

Era imposible no tener un amor platónico. Incluso una vez llegué a suspirar por un profesor.

Todavía no sé qué le veía en ese entonces, ahora que lo recuerdo no era para nada guapo.

Incluso una vez me atreví a dejarle una nota de amor bajo su cuaderno de asistencia. Aunque más allá de ello no llegó.

Estaba en mi último año y mi grupo no eran precisamente los populares.

Para ser sincera los encontraba demasiado aburridos. Con su ropa cara, su aspecto físico perfecto, sus familias perfectas, en fin, todo sacado como un cuento de hadas.

Pero yo sabía que los cuentos de hadas no existen por lo menos en la vida real. Eso es algo que aprendes cuando ya cumples cinco.

Cuando un día te das cuenta que tu padre se va porque conoció a una mujer más joven que tu mamá, y de pronto se les acabó el amor.

Mi padre como típico hombre sin imaginación, buscó lo más cercano que tenía para ponerle los cuernos a mamá. Por supuesto con su secretaria. La típica narcisista que se viste para ser el centro del mundo.

Tuve mucho tiempo en mi niñez para jugar sola mientras mi madre sobrevivía a la depresión.

Al parecer ella seguía enamorada, de hecho, lo estaba de toda la vida. Eso pensaba entonces.

Cuando todavía estaban juntos, le encantaba mostrar sus fotos de la Juventud, y de verdad que ambos eran muy guapos. A mi gusto mamá todavía lo es. Pero con la forma en que se ha descuidado a sí misma, se ver mayor de lo que realmente es.

Mi padre para tratar de comprar mi afecto, siempre me regalaba muñecas en mi cumpleaños. Llegué a tener casi toda la colección de Barbies que había disponibles en ese tiempo.

Pero conforme empezó a alejarse más y más de mí los regalos dejaron de llegar. Y también cesaron las visitas.

Su turbio romance con la secretaria frívola no duró mucho, cuando ésta consiguió otro trabajo dónde le pagaban mejor y su nuevo jefe era más guapo.

Papá como era de esperarse volvió a casa con el rabo entre las piernas, pero mamá era demasiado orgullosa. Prefería que su corazón derramara hasta su última gota de sangre antes que perdonar la traición.

Yo no pude compadecerme de él. En realidad, creo que el karma siempre que devuelve toda tu basura. ¿Pero cada quien se lo busca no?

Hasta ahora no sé nada de mi padre, creo que se mudó de ciudad, llevo años sin tener ningún contacto con él. Pero no me afecta. Yo tengo mi propio mundo y en verdad, él y sus gustos superficiales no pegan para nada.

Que les puedo contar de mi infancia. Nunca dejé que mi mamá me vistiera de princesa, tampoco tuve la delicadeza de adaptarme a talleres de baile o ballet.

Me encantaba jugar con mis amigos y disfrazarnos de monstruos. Halloween era el día más esperado para nosotros, estábamos todo el mes previo compitiendo entre nosotros a ver quién se veía más horrible.

Nos obsesionamos con las películas de suspenso y terror. Aunque nuestras madres no querían, siempre íbamos al sótano de alguien y las veíamos sin permiso.

No éramos una pandilla muy grande, pero éramos los suficientes para formar nuestro propio Club.

En los veranos arrastrábamos a un sitio eriazo maderas y todo tipo de cosas que nos sirvieron para construir nuestra logia secreta.

Me enamoré del feítoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora