Recuerdos dolorosos Segunda parte- Parte 20

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— No puedes culparme por tu cobardía Declan, si me hubieses dado la oportunidad de explicar las cosas tanto tu vida como la mía hubieran sido muy distintas. Tú todavía tienes a tu padre, ya eres un adulto, y con el dinero que tienes, puedes hacer de tu vida lo que quieras. Si te molesta estar rodeado de mujeres frívolas, entonces deja de acostarte con prostitutas.

>>Pero yo, ¿qué tengo Declan? La única familia que tenía era mi madre, y ella me dio la espalda para siempre, se avergüenza de mí, de su hija ramera.

>>Vivo de sueldos que no me alcanzan, también trabajando en algo que yo no elegí, y también me vi en la obligación de adaptarme a una realidad que no quería, a convivir con gente que no quería. Pero por sobre todas las cosas. Esta tremenda soledad.

>>Tú eres hombre, puedes tener a las mujeres que quieras, enamorarte de quien quieras, y aunque tenemos la misma edad, hay un abismo de diferencia entre tú y yo. Mientras los hombres de tu edad y con tu posición son el mejor partido que una mujer pudiera desear. Yo ya ni siquiera sirvo para tener un hijo.

>>Salvo John, los únicos pretendientes que he tenido han sido unos inservibles que no me valoraron. Tenemos la misma edad, pero la tuya por ser hombre está en su pleno apogeo. Podrías casarte con una veinteañera si lo quisieras. A mí la sociedad ya me desechó. Si no estoy casada y con hijos significa que como mujer mi vida fracasó. Y así me tratan. No existe comparación entre tu final y mi final.

Declan escuchaba detenidamente todo lo que yo decía.

— Entonces dime ahora. ¿Era verdad que me amaste aún con mi aspecto?

— ¿No te parece Declan que ya es un poco tarde para preguntar? —lo miré cansada

— ¡Necesito que respondas! — elevó su tono

— ¡Y yo que te vayas! — respondí molesta

— No me voy a ir hasta que no hables. — se empecinó

— Si no piensas moverte más de aquí, vas a dormir en el sofá y vas a pagar la mitad de todos los gastos y ni pienses que te dejaré tocarme. — le dije en tono burlón — Por lo demás ya me escuchaste. Sepulta de una vez el pasado.

— ¡Bruja desgraciada! – se enojó Declan— y me besó con fuerza mordiendo mi labio para desquitarse.

— ¡Drácula de mierda! – le dije al sentir mi labio lastimado y le di mi mejor puñetazo en el ojo.

La verdad no os hará libres, solo te dejará un labio lastimado y un ojo negro.

Luego de que nos calmamos miramos el reloj y nos dimos cuenta que debíamos apurarnos para llegar al trabajo.

Cuando entramos en la oficina todo el mundo se paralizó.

No podían creer que el accionista entrara con semejante facha, estaban acostumbrados a verlo elegantemente vestido. Y esta vez parecía uno de esos universitarios que no han dormido en una semana, cansado, demacrado y por si fuera poco con un ojo negro. Qué para su desgracia resaltaba aún más por lo blanca que era su piel y el color azul de sus ojos.

A mí me vieron con el labio inferior evidentemente hinchado y lastimado. Todos miraron a John, algunos parecían que lo iban a fulminar con la mirada. El pobre John no sabía qué hacer, miraba a todos asustado tratando de explicar que era inocente de lo que me había pasado.

Algunos tenían la teoría de que John me había maltratado y que el accionista por defenderme se peleó con John. Nada más lejos de la verdad.

Pero a la gente le encanta creer las mentiras sobre todo si provienen de chismes.

Mi jefe Bill, no sabía de qué manera reaccionar el pobre, así que optó por adelantar la reunión para que las atenciones y las miradas de todos se dirigieran a otro lado que no fueran nuestras personas.

Llegaron a la reunión más personas del área de pruebas de sistemas. Y con sus exposiciones y gráficos concluyeron que la construcción había sido todo un éxito. Las personas que serían los usuarios finales del mismo habían quedado conformes con el resultado. Y el proyecto tuvo muy buen puntaje en cuanto a su facilidad de uso. En conclusión, todo había sido un éxito.

Al término de las exposiciones todos aplaudimos.

Pero nadie se atrevió a proponer una nueva salida para festejar, dado el final que había tenido la anterior.

Mi jefe Bill nos felicitó a todos y dijo que esta semana aprovecháramos de descansar ya que la próxima comenzaríamos con un nuevo proyecto aún más desafiante e interesante en términos informáticos.

Saliendo de la reunión Victoria y Rita me toman del brazo y me llevan al baño.

— July, pero, ¿qué te pasó, acaso es estúpido te pegó? — preguntó Victoria

— No Victoria John no tuvo nada que ver. — ambas quedaron más intrigadas.

— Pero ¿quién te hizo eso entonces? — dijo Rita.

Me sentía mal en el lugar donde estábamos y salí a buscar un taxi, un tipo ebrio trató de besarme a la fuerza y me lastimó.

— Pero qué terrible y ¿cómo lograste escapar? — pregunto Victoria

— Cerca estaba el accionista y me sacó el tipo de enzima, por eso tiene el ojo así — ambas quedaron boquiabiertas

— Entonces Drácula es más amable de lo que aparenta — dijo Victoria

— Creo que sí – les mentí

Teníamos varios días esa semana para poder relajarnos antes de que llegara el nuevo proyecto.

Y por alguna razón Declan se desapareció de la oficina todos esos días.

En realidad, nadie lo extrañó, todos estaban más aliviados de que por unos días no tendrían el radar azul y frío de sus ojos encima de ellos. Hasta yo me sentía más cómoda en mi oficina.

Inesperadamente John entra a mi oficina.

— July, ¿podemos hablar? — me pregunta un poco avergonzado

— Dime.

— Quiero disculparme por lo mal que te traté en el baño ese día, no tenía ningún derecho a juzgarte.

Yo no dije nada solo me mantuve en silencio.

— ¿Es verdad que estás involucrada con él? – Preguntó John

— No es mi amante si a eso te refieres.

— ¿Entonces por qué me dijo todo eso? — él insistió

— Es una historia de hace muchos años John, no tengo porqué darte explicaciones de mi pasado.

— Pero él todavía tiene sentimientos por ti, vi sus ojos, si hubiera podido me hubiese matado ahí mismo para sacarme del medio. ¿Acaso tú no sientes lo mismo por él? – dijo John

— Ya te dije que eso es parte de mi pasado, no tengo nada más que decir.

— ¿Y qué pasará con nosotros? — Preguntó John

— Sigue con tu vida, en este momento quiero estar sola. — le respondí

— Pero teníamos algo bueno July. ¿Lo vas a desechar así tan fácil? —me miró con pena

— Se terminó en el momento en que pensaste que era una ramera arribista — le dije sin ninguna expresión en mi rostro.

— Pero July, yo estaba ebrio. — trató de justificarse

— Los borrachos y los niños siempre dicen la verdad, en tu caso, lo que tú crees que es la verdad.

Con un semblante abatido John salió de mi oficina y de mi vida.

Mientras los demás se reunían a relajarse y a conversar entre ellos yo me quedé meditando en mi oficina. 

Me enamoré del feítoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora