Camino a casa Parte 23

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Mi casa quedaba lejos. Pero esta vez no tomé un taxi, necesito despejar mi mente, así es que, aunque me tomaría una hora o quizás más decidí caminar.

Pese a todo nunca quise el mal para Declan. Aunque muchas veces lloré con rabia por la forma en que me abandonó. Aún sin saber lo que sabía ahora, cada vez que andaba por la calle miraba la gente con la remota esperanza de ver su rostro otra vez. Lo buscaba en cada joven que vestía de negro. En cada hombre de cabello negro y despeinado. Pero en tantos años de búsqueda nunca lo encontré.

Dicen que el verdadero amor se sigue sintiendo, aunque esa persona no te corresponda. Que si es verdadero amor no se puede ser egoísta, el enamorado no deja de seguir amando, aunque esa persona decida irse con alguien más.

Había un abismo enorme e insalvable en la vida de Declan y la mía, aunque él se recuperara, nosotros ya no éramos los mismos. Y dada su nueva posición en la vida, era lógico que terminaría enamorándose de alguien más. Pero, aun así, ya me conformaba con que viviera. Y guardar para mí los dulces recuerdos de cuando estuvimos juntos. Dejando de lado todo el odio y el rencor qué nos envolvía, y nos separaba.

Mientras caminaba decidí que apoyaría el padre de Declan, lo más probable es que él ni siquiera me permitiera acercarme, pero debía intentarlo. Ayudarle a su padre a recluirlo incluso a la fuerza en un hospital. Con tal de que su triste vida no acabará. Después de todo, antes y después de mí había sufrido mucho.

Sentía mis piernas cansadas ya que llevaba demasiadas cuadras caminando. Cuando me doy cuenta que iba pasando por uno de esos barrios rojos, sentí temor de que me asaltaran. Y traté de desviar mi ruta para salirme del sector. En eso siento unos tacones que me seguían, no quise mirar atrás y apresuré aún más mi pasó.

— Espera cariño no te asustes solo queremos hablar— dijo una mujer

Me di la vuelta y le dije:

— En realidad yo vivo por aquí cerca no traigo nada de valor, solo me quedé sin dinero para llegar a casa.

Cuando las mujeres que me seguían se acercaron más noté un aire familiar en ellas.

— ¿Ay cariño tan poco te pagan en esa empresa? Y eso qué trabajas hasta las doce de la noche.

— ¿De dónde me conocen ustedes? — Pregunté asombrada

— Nosotras somos las clientas de tu jefe.

Mi boca se abrió y mi mandíbula casi cayó hasta el suelo. Estaba enfrente de las prostitutas que contrataba Declan.

— Sí claro ahora me acuerdo— le respondí una vez que pude recuperar el habla

— Oye hace tiempo que no sabemos de tu jefe, ¿cuándo nos va a volver a llamar sabes algo?

— La verdad no tengo idea en esa empresa yo no soy su secretaria. Así que no manejo sus citas.

— Qué lástima nos hace falta su dinero, sobre todo porque lo ganamos con tanto gusto

En realidad, no quería saber lo que hacía con ellas, pero no paraban de hablar.

— Disculpen chicas, pero creo que no quiero saber detalles, no es mi tema —dije incomoda

— Ah, pero si no hay nada malo de qué hablar, el tipo nos encanta porque paga sin pedirnos nada. Nos dijo que solo quiere darle celos a alguien. Debe gustarle mucho, no tienes idea la fortuna que ha gastado con nosotras.

Y pensé; ¿toda esa parafernalia solo para molestarme? Definitivamente Declan necesitaba ayuda médica. Su comportamiento no era normal.

—Me voy pronto de esta empresa. Pero por lo que se mi jefe ha salido de la ciudad. No tengo idea cuándo volverá.

— Me alegro mucho que hayas encontrado un trabajo mejor linda no es justo que no te alcancé ni para el boleto de bus — dijo una de ellas

— Gracias chicas, que les vaya bien — me despedí

Ahora entendía a su padre, Declan realmente necesitaba ayuda.

Llegué agotada hasta mi casa, y subí a bañarme.

Mientras estaba con mi bata puesta llamé por teléfono a mi jefe Bill.

— Hola jefe disculpe que lo llame tan tarde — le dije

— ¿Pasa algo July? — me pregunta preocupado

— No es nada malo. ¿No sé si se habrá dado cuenta que hoy llegó el padre del señor Jefferson?

— Sí claro lo vi en tu oficina. ¿Te pidió algo?

— Sí por eso lo llamo, el señor Jefferson está fuera de la ciudad y necesita alguien que lo asista en algo específico me preguntó si yo podía colaborar y me dejó recursos para que pudiera viajar. Pero debo preguntarle a usted si es que eso acaso no causaría un problema en la oficina.

— No claro que no, si el padre del señor Jefferson te está solicitando esa ayuda y tú puedes hacerlo hazlo. Sería muy amable de tu parte ya que pronto te irás.

— Sí en realidad no tengo problema por colaborar.

— Qué bueno entonces que te vaya muy bien July. Me informas por teléfono cualquier cosa que necesites.

— Lo haré jefe gracias

Busqué en el computador un alojamiento en mi antiguo pueblo, ya que no pensaba llegar hasta mi casa.

Busqué una maleta pequeña y puse unas cuantas cosas.

Luego renté un auto. Sí debía buscar a Declan quizás debería recorrer muchos lugares, esta vez no me serviría una bicicleta.

Llamé al padre de Declan y le informé que al otro día estaría viajando hacia el pueblo. Se sintió más aliviado con mi decisión y me agradeció.

Me enamoré del feítoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora