Al parecer no le pareció nada bien que no hubiese participado. Así que la próxima vez debería estar mejor preparada, y sepultar mis sentimientos si pretendía conservar este trabajo.
Al día siguiente volví convencida de que no debía dejar que el pasado vuelva a atormentarme.
Seguramente el joven que pensé que era el amor de mi vida había seguido muy bien sin mí. De seguro no se encerraba a llorar en los baños.
Y me dispuse a avanzar con mi trabajo.
Entonces vi otro correo del jefe, de carácter urgente.
El correo decía que dado que el proyecto debe avanzar rápido y representaba una cantidad importante de dinero para la compañía. El accionista que estuvo en la reunión el día anterior, había decidido le dispusiesen una oficina en el piso donde estábamos nosotros.
Entendí porque el jefe le dio el carácter de urgente al correo. Eso significaba, que todos estaríamos directamente supervisados y bajo la mira de uno de los dueños más importantes de la empresa. Todo tenía que funcionar con la precisión de un reloj.
Vaya pensé, estábamos bien cómodos trabajando solo con el jefe Bill.
Me incomodaba la presencia de este hombre, no sabía si porque en algo me recordaba a Declan o por lo pesado de su mirada. Y, por si fuera poco, había empezado con el pie izquierdo con él.
Desde mi oficina noté el nerviosismo de todos.
Era como si hubieran anunciado que el diablo iba a tener una sucursal en este piso.
Se esmeraban por limpiar, ordenar, botar a la basura todo lo que estaba demás.
Le pregunté a una de mis compañeras que estaba más años en la compañía.
— Victoria; ¿Por qué todo el mundo está tan preocupado de que este hombre venga a tener una oficina aquí?
— Es que no lo sabes July — la miré desconcertada
Luego ella me dice en voz baja.
— Además de que es uno de los dueños de la empresa, el accionista más importante. Todo el mundo sabe que con el solo hecho de que le caigas mal puedes perder tu trabajo. Peor aún, las personas que han sido despedidas por él, la tienen muy cuesta arriba si luego quieren conseguir otro empleo. Es un hombre importante, que tiene contactos y conocidos por todos lados. Sí le caes mal mejor despídete de este mundo. — dijo Victoria
— ¿Cómo puede ser tan amargado un hombre que todavía es joven? — le pregunté desconcertada
— Creo que en vez de leche le dieron cianuro cuando era bebé
Ambas no podemos evitar reír.
Necesitaba el trabajo así que me dispuse hacer lo que hacían todos los demás.
Dejar mi oficina brillando.
De pronto vi un grupo de personas que se dirigían a una de las oficinas más grandes que había en el piso. Se pusieron a limpiar y a decorar con objetos que traían en cajas.
Seguramente esa oficina había elegido para el accionista. Y para desgracia de muchos desde esa posición sin siquiera salir, podría estar hurgando con sus ojos el movimiento de todos.
No sé si me parecía, pero la oficina más expuesta era la mía. Me incomodaba sobremanera que no iba a poder ni siquiera rascarme la cabeza sin que él se enterara.
En el almuerzo le pregunté a Victoria.
— ¿Tú crees que es posible poner algunas cortinas como para tener un poco más de intimidad en tu oficina?
— Ni lo sueñes. Por reglamento todo el decorado es lo que ves. Incluso solo se te permite tener una foto sobre tu escritorio y debe ser de un familiar directo — dijo Victoria
— ¿Pero porque tan estrictos? — pregunté intrigada
— Dicen que es cuestión de estética corporativa, si les das mucha libertad a los empleados las oficinas terminan viéndose llenas de dibujos de niños, cosas brillantes y pareciendo más un circo que oficinas elegantes de trabajo.
— Bueno desde ese punto de vista deben tener razón. — respondí resignada
Cuando estaba en mi oficina traté de pensar si acaso mover un poco mi escritorio ayudaría en algo para no sentirme tan observada.
Creo que el hecho de sentirme observada era un trauma que provenía de aquella vez que el director de la escuela me llamó y me mostró en su monitor todo ese material donde mi cuerpo completamente desnudo estaba expuesto. Algunas personas ni siquiera les importa. Pero para mí iba a ser un problema.
Después de un largo rato la oficina más grande que estaba mirando se veía completamente remodelada con las pocas cosas que trajeron. Elegante si se veía, pero los colores para mí eran demasiado deprimentes. Demasiado negro encontré. Después pensé bueno cada quien con sus gustos.
Estaba avanzando en mi trabajo cuando siento un murmullo fuera de la oficina, venia el accionista y varios se le acercaron a saludarlo. Él respondía con indiferencia, hablando como si fuera una obligación.
Paso por enfrente de mi oficina y mientras caminaba clavo su mirada fría sobre mí. Yo por las dudas no moví ni un músculo, para no volver a meter la pata.
Suena el teléfono.
— ¿Ya llegó lo viste? — me preguntó Victoria
— Si "El Conde Drácula" ya pasó por aquí — Victoria se río del otro lado de la línea
— Que ni te escuche que lo llamas así, estoy segura que sería capaz de beber tu sangre — y me cubrí la boca para tratar de tapar mi risa.
— No creo que esté interesado en la sangre de una pobretona, le bajaría el estatus quo — y Victoria continuaba riéndose del otro lado de la línea.
Colgué el teléfono con una sonrisa, sería mejor tomarse las cosas con humor para concentrarse mejor en el trabajo.
Sin querer miré hasta la oficina del accionista, estaba de pie con las manos en los bolsillos y mirando fijamente hacia dónde estaba yo. Su semblante sombrío me daba la impresión de que me miraba mal. Quizás hasta le moleste que la gente sonría. Y traté de ignorarlo y continuar con mi trabajo.
En el almuerzo me junté con Victoria y con Rita.
— ¿Qué tal el ambiente ahora que está el dueño supervisando todo? — preguntó Rita.
Ella era una de las pocas afortunadas que tenía una oficina en un rincón apartado del piso, dónde podía tener toda la intimidad que nosotros no.
— Bueno yo lo he visto pasar con la cara de siempre, hasta el momento me ha ignorado, espero seguir siendo anónima — dijo Victoria
— Yo estoy justo en frente, trato de no pensar que está mirando, de lo contrario no podría trabajar — respondí resignada
— uy tú sí estás como para ganarte la lotería, con esa suertecita — dijo Rita
Resoplé resignada, después de todo no tenía que tomármelo personal. Ya que este hombre era así con todo el mundo. Solo tenía que esforzarme por hacer bien mi trabajo y participar en las reuniones para que se sepa lo que hago. Con eso estaría lejos de su radar.
Al volver del almuerzo el jefe nos envió un correo a todos indicando que en la tarde habría una nueva reunión dónde deberíamos aclarar algunos puntos.
Así que esta vez decidí prepararme bien y estar al pendiente de tener a la mano toda la información que pudieran pedirme. No quería dejar nada al azar.
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Me enamoré del feíto
RomanceEsta historia de amor no es como cualquier otra. Pues en su mayoría tratan de bellas damiselas y apuestos príncipes, que están destinados a estar juntos por sobre todas las cosas. Y se olvidan que los feos también se enamoran, se obsesionan, se apas...